8

1926 Words
Taylor trata de convencerme de que cometo un error al casarme con Harry, pero no lo hago. Yo quiero a Harry y es muy distinto al Harry que conocí durante tres años, ahora este es más dulce, y tiene en cuenta mi opinión en muchas cosas, además de que iba al hospital todos los días aunque estuviera sedada y no lo escuchará, él iba y dejaba un ramo de rosas cada vez que iba. Harry me a demostrado que casarme con él no será tan malo. —Taylor... Me cansaré con Harry y no puedes cambiarlo. —Siempre te pedí una oportunidad y... —¿Cómo te iba a dar una oportunidad sí salía con él?—suspira cansado. —Ariel... estuve desde antes de que Harry Rogers llegará a tu lado—me da lástima. —Taylor... —¡No Ariel!—no esperaba eso—Te ayude cuando me necesitaste, te ayude cuando el idiota de Bruce jugó contigo—nunca había hecho esto—, hice bastantes cosas por ti, y lo único que pedí era la oportunidad de mostrarte que puedo hacerte feliz, pero ya vi que prefieres... —Termina la frase—lo reto. Le aprendí bien a Harry. No esperaba tampoco que lo retará. Si algo le he aprendido a Harry en estos años es a no dejarme por nadie, no lo había puesto en práctica porque no quería lastimar a nadie, pero ya es suficiente. No soy la tonta. —Ariel... —No Taylor—a este punto ya no me fijo en nadie más—, tanto tú como el idiota de Bruce sólo se interesan por sí mismos y sí me amarás como dices que lo haces, aceptarías mi decisión—seré rumor de pasillo, pero no me importa—. Amo al tarado de Harry y eso no lo vas a cambiar—estoy molesta y las groserías van a empezar a salir—, así que hazme el puto favor de cerrar la boca sobre ese tema, me voy a casar en menos de un mes y te guste o no, no serás con quién lo haga. Su boca se entre abre unas dos veces, no hago nada, ya me canse de que sea pan con lo mismo. —Así que toma tu actitud y pierdete, Taylor. —Esta no es la Ariel que conozco—sonrío de manera fría, le he aprendido muchas cosas a Harry. —Se murió hace una semana—traga saliva—. Gracias por ir a verla al hospital. Se aleja con la silla giratoria que usa para transportarse en el pasillo. Regreso a mi trabajo que es mucho, suspiro cuando veo que alguien se para frente a mi escritorio, tomo la carpeta que me pidió desde hace rato, él me dijo que vendría por ella, así que se las extiendo sin mirarlo. —No te he pedido una carpeta—parpadeo varias veces por escucharlo. Dejo la carpeta en la mesa de nuevo y levanto la vista. No tiene ninguna expresión en su rostro, bien, volvió el frío. —Harry... —¡Señorita Sanders, necesito el reporte de...!—se calla—. Señor, Rogers haga el favor de irse a su lugar que... Se da la vuelta y sonríe abiertamente. —¡Renunció!—grita para todo el piso. Eso sorprende a Alfred y algunos del piso. —Iré a recoger mia cosas—se da la vuelta. Camina a paso tranquilo a su oficina, ¿Qué mierda le picó? Le doy la carpeta a Alfred y voy a la oficina de Harry, abro la puerta para verlo sirviéndose un vaso de whisky, no tiene expresión en su rostro, sólo sonríe y al verme en la puerta. —Te ofrecería, pero te prohibieron el alcohol—se sienta en la silla giratoria y acomoda unos papeles que tenía acomodados en el escritorio. Lo veo acomodar todo en diferentes cajones, luego meter los lápices en el lapicero de metal que tiene. —¿Estás bien?—asiente sin mirarme—¿Harry?—sigue acomodando sus cosas. Sale por la puerta sin tocarme siquiera, Dios, ¿Qué tiene? Lo espero adentro, algo tiene algo detonó el que renunciará y que le gritara eso a Alfred. Apolo abre la puerta de la oficina, que rápido corre la noticia de que Harry renunció. —¿Qué pasó?—me encojo de hombros. —No sé... Esta... Entra sin decirnos nada, sólo empaca sus cosas, Apolo le pide que diga algo pero se limita a limpiar y a acomodar todo en la caja de cartón que saco de quién sabe dónde, también acomoda lo que hay en los cajones. —¡Harry contéstame!—le pide Apolo por décima vez pero no hay respuesta. Cómo las anteriores. Cuando termina de recoger y de llenar su caja, guarda el vaso en la caja y camina a la puerta. Se detiene frente a mí y suspira. —Puedes quedarte el anillo—no le entiendo—. Ya no hay compromiso. Sale por la puerta sin decir nada más. Miro a Apolo que parece que no sabe lo que tiene Harry. Salgo de la oficina para verlo subir al ascensor. —¡Harry!—le grito pero presiona el botón que lo hace bajar. —No le insistas... Algo... —¡No, Apolo!—no tomo ni mi bolso ni mi celular para seguir a Harry—Es verdad lo que dije, amo a Harry y no se irá sin darme una puta explicación. Una que valga la pena las lágrimas que voy a derramar en caso de que esto no salga bien. Bajo las escaleras lo más rápido que puedo, pero los tacones me estorban así que me los quito y bajo así, descansa y pisando escalón por escalón, hasta que llegó a la planta baja donde quiero, los pongo de nuevo, y salgo por la puerta principal. Lo veo subiendo sus cosas al maletero de su auto y no dudo en avanzar hasta él. El cielo muestra señales de que lloverá incluyendo el aire. —Harry—lo llamo pero no me hace caso—. Harry, por favor. Suspira y niega. —Regresa a tu trabajo. —Mi vida personal es más importante que mi trabajo—se concentra en subir a su auto—. Harry. —Lo siento, Ariel—dice tranquilo—, pero no me voy a casar contigo. Pero hace menos de diez horas... Estaba bien, estaba contento por la boda. —Pero... Hace rato... —Todos cometemos errores—trago de manera gruesa—. No voy a cometer uno de ese tipo contigo. Las gotas de lluvia empiezan a caer sin nada que se los impida. —¿Para eso me llevaste al hospital?—se tensa—, ¿Para eso ibas todos los días?—no tiene ninguna expresión en su rostro, y eso duele. Duele mucho. —¿Para eso las flores y atenciones?—no dice nada. Niega y se sube al auto, lo enciende y sale con él del lugar en el que está estacionado, odio a mis pies, ya que caminan mientras el auto va dando reversa, la lluvia se volvió más fuerte y ahora sí moja mi ropa a la perfección, pero no me importa mucho. No cuando Harry... —¡Harry!—grito al auto que se está yendo—¡Te amo, Harry!—no se detiene. La lluvia ya me encerró y moja sin piedad mi ropa. Me volvieron a romper. Me dejó caer de rodillas en medio de la tormenta y en medio del estacionamiento, alcance a ver a varias personas que veían la escena que hice con Harry, y todo para esto. Las gotas de agua dulce se llevan las gotas saladas que brotan por mis ojos, lo hicieron de nuevo, sólo soy un maldito juguete... Pero Harry... Es quien más me ha roto. Las gotas de agua se llevan todo, menos el dolor latente de mi corazón, es para lo que sirvo... Y duele que Harry sólo me dejara así, sin decirme algo sin decir que hice mal, que fue lo que detonó que ya no quiciera casarse conmigo, estábamos bien y de la nada todo se acabó. Justo cuando pensé que no sería tan malo el estar con él, que tal vez se podía enamorar de mí, pero... Se acabó. Todo lo mando al diablo y ahora yo pagaré lo caro por eso, en medio de la tormenta y del estacionamiento me permito llorar sin que nada me lo impida, nadie me verá llorar de nuevo, siempre que me enamoró nunca me corresponden. Cierro mis ojos para ya no ver nada, y sólo sentir las gotas de agua que corren desde mi cabeza hasta pasar por mi cabello y caer al suelo, o algunas son más listas y mojan mi ropa y piel. Harry Rogers me acaba de romper en mil pedazos, pero... Lo amo. —También te amo, mi Sirena—abro los ojos de golpe al escuchar su voz a una distancia muy corta de mí. No levanto mi cabeza, debo estar imaginando que... Una mano levanta mi mentón y no es una ilusión mía. Harry está frente a mí, con una mirada dulce en su rostro. Entre abro los labios al verlo ahí con una sonrisa en sus labios. —Pero... —No podía obligarte a casarnos—acomoda un mechón de mi cabello atrás de mi oreja—. No cuando sé que eres la persona que amo y no...—sabrá Dios como brinco sobre él y uno nuestros labios. Su mano sube a mi nuca para profundizar el beso que gusta le regaló. Adiós a todo lo que nos separaba, me encargare de hacerlo feliz la mayoría del tiempo, ya que también hay malos tragos en el amor. —¿Diez de Agosto?—sonríe contra mis labios. —Diez de Agosto. Me besa de nuevo y casi me derrito con él. —Será mejor que... Vayamos a cambiarnos. —Si te enfermas será buen pretexto para cuidarte. Sonríe y niega, pero me regala un beso en los labios. —¿Qué haré contigo? —Amarme y no dejarme—ríe bajo la lluvia que se va borrando. Deja otro beso. —Y esta vez de forma definitiva—me da un beso en la frente que me hace sonreír—. Sería buena idea que te mudaras conmigo en esta semana. —¿Para coger?—niega y besa mis labios. —Más bien para... Hacer el amor toda la noche—jadeo por el tono de voz que utilizo. —Vamos a casa. Nos levantamos del suelo totalmente mojados, dejo de llover desde hace unos minutos, así que terminamos de besarnos mientras la lluvia desaparecía. Camina a su auto para tomar abrir el maletero, tuerce los labios al ver su complemento de repuesto. —En mi defensa, era cuando todavía no... —Vete a cambiar—lo corto. Toma el traje, y los zapatos nuevos. —¿Y tú? —Cuando te cambies ve a recoger mis cosas—asiente pero está esperando que le diga de mi ropa—en mi bolso hay una llave con una liga naranja, con esa abres el cajón grande, ahí tengo un cambio de ropa. Asiente y me deja aquí afuera. Bien, mi beso bajo la lluvia me lo acaba de dar Harry además de una promesa de amor que no... No romperemos nunca.
Free reading for new users
Scan code to download app
Facebookexpand_more
  • author-avatar
    Writer
  • chap_listContents
  • likeADD