No quería verla a ella.
Sé que Harry ha tenido pocas novias y que todas han sido malas con él, pero también que tiene amantes a morir, y que una que ha estado en las dos es Celeste Davidson, es odiosa, sangrona y creída. Así que si acepte casarme con Harry está mujer hará de todo para que lo deje. Sé para que ocupa Harry una esposa, la herencia de su abuelo.
Apolo habló conmigo para prevenirme de esto, él me ayudara en lo que pueda para que no mate a Harry o él a mí en un punto de nuestro matrimonio, así que no me siento mal en los detalles.
Harry necesita una esposa para poder obtener la herencia de su abuelo que conociste en una cantidad de dinero, una mansión preciosa en Italia y una empresa de vinos en Francia.
Además de que puede publicar mi novela, y es básicamente como salir de una relación mala contando como lo hice yo.
O bueno, mi punto de vista.
Harry me toma de la cintura mientras entramos por segunda vez en el restaurante, trataré de no irme de nuevo, pero es que Celeste no es buena persona y sabe que soy la asistente de Harry y no dudará en hacerme sentir mal con respecto a eso.
—Querida familia—dice en tono relajado y seguro—, les presento a Ariel, mi prometida y novia actual.
La cara de Celeste es interesante, pero no me dejó guiar por eso.
Ni por nada.
—¿Prometida?
—Sí, nos casaremos en unas semanas.
—En tres para ser exactos—le voy a ayudar en lo que pueda.
—Pero...
—Mamá deja que empecemos a cenar para que puedan contarnos.
Ella asiente sin despegar su vista de la mano de Harry en mi cintura y del anillo de compromiso que reluce en mi dedo.
Retrae una silla para mí y luego la hace hacía el frente mientras me voy sentando.
Se sienta a mi lado y pedimos de cenar, al parecer sólo faltabamos nosotros. La comida de los demás llega antes que la nuestra, Apolo sonríe de vez en cuando, pero no dice nada, al menos tendré un cómplice dentro de este matrimonio y nueva vida.
—Harry, no nos habías dicho que tenías novia—le dice su madre.
—Intente decírselos un par de veces—toma mi mano por encima de la mesa—, pero no me arme de valor nunca y no se los dije.
—Es tu secretaria—ataca Celeste para hacerme sentir mal.
—¿Y?—ese es el Harry que conozco—No soy el primero que se casará con su secretaria.
Sus padres se miran y sonríen de una manera que parece que saben algo que yo desconozco.
—Además, estoy feliz con mi relación—toma mi mano y deja un beso en el dorso de esta—. Y eso no va a cambiar.
Su madre inicia un interrogatorio de gustos y disgustos que yo con facilidad puedo responder, pero no sé que tan bien lo responda él.
—Descafeinado, con crema y dos de azúcar.
Eso me asombra, es el café que siempre pido y que no creí que supiera eso.
—Pero en otras veces... Lo pide con cafeína para no dormirse en el trabajo—lo miro extrañada y él sólo me sonríe para después dejar un beso en mis labios—. Luces sorprendida, cariño.
—No creí que te aprendieras eso.
—Sé muchas cosas, amor mío.
Asiento sin creerle del todo.
Continuamos con la cena ahora con temas distintos en conversación.
Cuando la plática termina los padres de Harry quedan encantados conmigo y con el trato que Harry me da. Pero no quiero que se hagan falsas ilusiones, sólo espero que no quieran nietos, ya que sólo estaré casada con él un año.
Subimos a su auto y conduce, pongo música para relajarme en lo que vamos a no sé donde.
Tras un rato de silencio que es algo turbio para los dos, habla.
—Les caíste bien—sonrío ya que eso quería.
—De eso se trata, ¿no?—asiente sin mirarme.
—Mañana pasaré por ti para ir al trabajo.
—Creí que...
—Ariel, mañana toda la oficina sabrá que tú y yo nos comprometimos.
Eso es... Cierto.
La oficina es un teléfono andante, y mi compromiso con Harry será rumor de pasillo por semanas.
Llegamos a mi edificio y nos bajamos del coche en tranquilidad.
Subimos los dos pisos que se deben para llegar a mi hogar, abro la puerta, pensando en que tal vez deba de ir pensando en a quienes voy a invitar a "mi boda".
Entro seguida de él, me giro y lo que recibo son sus ricos labios, me dejó hacer por el sabor tan rico de sus labios. Vino, y un poco a carne ahumada.
Mis manos suben a su nuca para atraerlo más a mí, su lengua pide el permiso que mi boca gustosa le da. La puerta es cerrada de una patada y lo sé por el sonido tan fuerte que hizo al ser cerrada.
Nos acuesta en el sillón, mientras nuestros labios se dan el festín con el otro.
—Paso por ti mañana a las ocho—asiento, pero hay un lugar que se muere por tenerlo de regreso.
—Quédate a dormir—ríe de una forma que me excita más de lo que debería.
—¿A dormir o a coger?—lo beso para después morder su labio inferior, que lo hace gruñir.
—¿Tú qué crees?
Me besa de forma hambrienta que gustosa le contesto.
Tristemente no hay sexo para mí el de hoy. Bueno, hace unas horas lo hicimos y en la sala de juntas, admito que se sintió muy bien el ser cogida por él, pero... Debo acostumbrarme a eso y otras cosas que poco a poco iré haciendo con él.
(_+_)
Ambos vamos en su carro mientras va manejando a la oficina, anoche se fue después de estar besándonos en mi sillón. Estaciona en su lugar de siempre, tomo mis cosas y ambos bajamos del vehículo. Caminamos a la puerta principal y por primera vez en lo que tengo de trabajar aquí me da nervios pasar por esas puertas. Harry se da cuenta y se regresa para sonreírme y tomar mi mano para luego besar mis labios.
—¿Vamos?
Asiento y lo sigo.
Abre la puerta para mí, y eso es un gesto que me derrite, persibo las miradas de los demás y el nervio entra en mi cuerpo, pero se me olvidan cuando siento el brazo de Harry en mi cintura jalando un poco a él. Entramos en el ascensor y aún con la puerta cerrada no quita su brazo de mi cuerpo. Suspiro y lo que hago es recargar mi cabeza en su hombro.
(((Harry)))
Recarga su cabeza en mi hombro y es una sensación que arranca una sonrisa, ayer en la cena fue... Única y tan ella que de alguna forma me robó un poco del amor que no quiero darle totalmente.
Después lo que sucedió en su casa y el sexo con ella horas antes, esto se me saldrá de las manos y es posible que Ariel sea la mujer que he esperado por mucho tiempo, no creo casarme a la fuerza con ella, más bien será porque...
No hay persona que quiera más que a ella conmigo.
El ascensor abre sus puertas y ella es la primera en salir, estiró mi brazo para alcanzarla, logro lo que quiero y no evito sellar nuestros labios en un beso algo intenso.
—Te veo en la hora de comida—asiente y me da un beso en los labios.
Corto para mi gusto.
Toma asiento en su lugar y yo me interno en mi oficina.
La sonrisa no se me borra en ningún momento ni cuando paso los escritos que serán publicados para este verano, tengo casi todo programado, pero me falta... Tres manuscritos.
—Ariel, ven por favor—la sonrisa se borra al ver qué me faltan tres manuscritos importantes.
—¿Sí, señor?—al parecer los roles jefe y asistente volvieron aquí en la oficina.
—¿Dónde están los manuscritos que se publicarían en verano?—ella se encamina a mi mueble y saca una caja de manuscritos que no sabía que estuviera ahí.
Revisa el Post-it que tienen y luego separa tres ejemplares, guarda los demás y me entrega los que apartó.
Mi letra está en el Post-it. El primero dice que está en espera de portada. El segundo también tiene que está para espera de una portada. Y el último a qué el autor de la dedicatoria del libro.
—Gracias, puedes irte—digo sin mirarla en lo más mínimo.
—Tu abogado está en la línea dos—dice antes de salir.
Contesto el teléfono y no puedo creer que me diga eso. No le digo lo que debería decirle pero agradezco la llamada. Paso todos los informes que debo hasta que me topo con uno que no me agrada y es de un editor al que le he pedido mil veces algo que no cumple y ya es suficiente.
Salgo de la oficina y Ariel se levanta con una libreta, les paso de largo a las miradas que nos son arrojadas, no les tomo importancia sólo me interno en esa oficina a la que debió desalojar hace unos años.
—Buen día, Harry—adula cuando cierro la puerta.
—Buen día, Alfred—veo un mueble nuevo y me llama la atención—¿Es nuevo?
—No, es del siglo XV, una antigüedad que compre por internet—veo la etiqueta que dice su originalidad.
Made in Tailandia.
Hasta pendejo para comprar es.
—Pero sí es nuevo en mi oficina—a chiste mamón.
Ariel rueda los ojos ante el chiste y no evitó sonreír.
—Por cierto, felicidades por su compromiso—eso no le servirá para lo que planeo hacer con él.
—Gracias... Pero esa no es la razón de mi visita.
—Ya sé cuál es tu motivo de visita—dice riendo.
Saca una carpeta y la tira al escritorio.
Reviso el contenido y me sorprende ver lago que no debe estar ahí.
—Soy tu jefe, Harry.
Ariel es quien me ayuda a no caer de golpe contra el suelo.
No puede estar hablando enserio, ¿Mi jefe? Yo no tengo jefes.
A mí me costó años y años y ahora... Esto me las pagará, en cuanto me recupere.
—¡Dios mío, Harry!—la cara de Ariel se pone borrosa, y mis ojos van borrando—¡Harry!
Todo n***o.