Los meses allí no habían sido tan malos, sobre todo cuando se tiene un propósito claro de lo que deseas. Y Silas no tardó en comprenderlo. Saber cuál sería ahora su camino. Silas no escribía por amor ni por arrepentimiento. La carta que ahora reposaba sobre el escritorio, sellada y lista para ser enviada, respondía a una necesidad mucho más concreta: su tío estaba muriendo, y antes de marcharse, deseaba ver a su sobrina política. “Madame, Reciba esta misiva con la premura que requiere. No habrá rodeos. Le será enviado un carruaje con escolta en los próximos días. Viajarán usted y Camille. No deseo excusas, ni demoras, ni cartas lastimeras de devolución. No está en posición de negociar. Se alojarán en la residencia durante el tiempo que estime necesario. Lo que deba arreglar en Évreux,

