Capítulo ciento trece

2486 Words

El traqueteo del carruaje se repetía como un latido monótono, pero en la mente de Bernadette no había descanso. Durante las largas horas de viaje, no pensó en el paisaje, ni en el destino, sino en lo inevitable. Sabía, con la fría claridad que da el instinto de supervivencia, que desde el momento en que estuvieran a solas en una alcoba, Silas querría tomarla. Lo había visto en sus gestos durante los últimos días, en el modo en que la miraba cuando creía que ella no se daba cuenta, en la impaciencia que casi se palpaba en su manera de acercarse. Negarse podía costarle caro. Ante un juez, él no dudaría en decir que ella había abandonado su deber conyugal. Un argumento así, en manos de un conde respetado, podía teñir todo el proceso de separación a su favor. Podría presentarse como el esposo

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