Capítulo treinta y uno: Falta de modales

2048 Words

Lucien bajó del carruaje en cuanto este se detuvo, ajustando apenas el abrigo antes de girarse hacia la portezuela. Extendió la mano con gesto firme y, con cuidado, ayudó a su esposa a descender. Amélie apoyó los dedos sobre los suyos y dejó que la guiara. El movimiento fue breve, sencillo, sin palabras de por medio, pero cargado de esa formalidad que ambos manejaban con soltura. Una vez en tierra firme, ella acomodó la falda de su vestido y echó un vistazo rápido a la fachada de la casa, como si necesitara un segundo para recuperar el aliento antes de cruzar el umbral. Solo entonces Lucien avanzó unos pasos más, hasta detenerse frente a Silas. Le ofreció la mano con educación, con ese tipo de cortesía que parecía pulida por los años. No había exageración ni fingida calidez en su saludo,

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