La cena

1202 Words
⸻Es una pésima idea ⸻opinó Mcfly             ⸻Estoy de acuerdo ⸻concordó Richard.             ⸻Es la mejor idea que hay ⸻se defendió Ryan.             ⸻Es una idea de mierda ⸻opinó Mcfly.             ⸻No l0 puedes hacer ⸻concordó Richard.             ⸻Es nuestra última opción ⸻se defendió Ryan             Estaban nuevamente en la clínica, en el cuarto privado de Mcfly.             Ryan se sentía azorado. Llevaba puesta una camisa Ben Sherman color negra con elegantes y verticales franjas blancas, junto con un pantalón de vestir de la misma marca.             Los otros dos lo veían como se ve a quien se ha vuelto loco. O al menos parece la razón más lógica para explicar su comportamiento. Ryan les devolvía la mirada tratando de imprimirle seguridad, aunque sabía que estaba tan escondida como su comida asfixiada por su ropa de vestir.             Usualmente vestía casual. Le gustaba así. Cómodo, tranquilo y relajado. Esa fue la razón por la que le rehuyera a tantas reuniones sociales en el pasado. Pero considerando las circunstancias, no podría darse el lujo de sentirse cómodo. Tal vez salir de su zona de conforte le ayudara a disiparse para resolver su problema y llevar a cabo la idea que había tenido.             ⸻¿Qué intentas conseguir? ⸻le preguntó, de nuevo, Richard.             Desde que los citara en el cuarto de Mcfly y les explicase su plan, la cara de incredulidad de ambos se hizo permanente. Ryan no los culpaba por dicha reacción, pero no hallaba cómo hacer para que entendieran su punto.             Sabía que tenía razón, y que no había otro modo, pero eso no lo hacía más fácil. Ellos tampoco lo hacían más fácil.             Tomó paciencia y volvió a responder.             ⸻Yendo en contra de los Savelli no vamos a conseguir nada. Necesitamos que uno de ellos nos ayude. Esa puede ser Javiera. Es la única que podría hacerlo.             ⸻No confío en esa niña ⸻respondió Mcfly.             ⸻No tenemos más opciones. Hemos llegado a un callejón sin salida. O buscamos un nuevo modo de seguir adelante, o nos rendimos. Y no se ustedes, pero yo no quiero dar vuelta atrás. Sé que esto es una locura, pero es lo único que podemos intentar por ahora.             ⸻Durmiendo con el enemigo ⸻refunfuñó Samuel.             ⸻No me voy a acostar con ella.             ⸻¡Pero seguro eso es lo que quieres!             ⸻Y asumo ⸻los interrumpió Richard⸻ que ella no espera que le vayas a sacar información o convencer de algo. Debe creer que es una simple cita o algo parecido, ¿verdad?             Ryan no respondió.             Lo cierto es que la llamada agarró a Javiera tan de sorpresa, y Ryan estaba tan nervioso, que la conversación no fue muy entendible que se diga. Fue un tumulto de palabras atropelladas en las que apenas se alcanzó a acodar el sitio de reunión (pues Ryan se negó rotundamente a pasar buscándola al hogar Savelli), y la hora. Nada más. Lo que Javiera estuviese esperando de esa reunión era un misterio para Ryan, y se preguntó si lo que él esperaba de la cita también era un misterio para Javiera.             ⸻Esto está mal, Ryan. Tienes a los Savelli encima de ti. Raquel Savelli te amenazó. Ya han intentado asesinarte al menos dos veces si contamos lo que pasó en el bosque. Deberías estar bajando el perfil, pasando desapercibido, no arrojándote a la boca del lobo ⸻Richard era el más tranquilo, como siempre, al hablar⸻. Raquel seguramente sabrá qué vas a encontrarte con su hija. Sabrá que aún sigues conspirando en su contra. Como yo lo veo, pueden pasar dos cosas: La primera es que aprovecha esta oportunidad para asesinarte; la segunda es que espera a ver qué sabes y más tarde te asesina. De cualquier forma, vas a terminar muerto, Ryan.             Que gran apoyo el de mis amigos, pensó, sorprendiéndose a sí mismo. Era la primera vez que pensaba en ellos como amigos.             ⸻Yo sé cuáles son los riesgos. Pero se supone que todos asumimos riesgos desde que nos metimos en esta investigación. Lo hacemos por Hernán. Desde el principio hemos estado dispuestos a sacrificarnos ⸻se giró hacia Mcfly, fijándose en sus heridas. Sintió una punzada de dolor al verlas. La aventura en la mansión y luego en el bosque le escocía en lo profundo⸻. Estuviste a punto de morir, y eso no puede ser en vano. ⸻Se giró hacia Richard⸻ Tenemos que hacer algo. Tengo que hacer algo.             ⸻¡Entonces deja que uno de nosotros se encargue! ⸻replicó Samuel.             ⸻Tú estás herido, sin mencionar que Javiera te odia. Y a Richard no le tiene mucho aprecio tampoco. Debo hacerlo yo.             Richard y Mcfly guardaron silencio, viéndose entre ellos.             ⸻Enloqueciste ⸻sentenció Mcfly.             ⸻Ya me debo ir ⸻Afuera había anochecido. Fue en el día anterior cuando llamó a Javiera, y había pasado toda la noche preguntándose si no había cometido error. Ni siquiera estaba seguro de lo que iba a decir. Si existe algún dios, esperaba que le pusiera las palabras correctas en la boca y no terminara alejando a Javiera, delatándose frente a Raquel, y lanzando al retrete la investigación y quizá hasta su propia vida.             No quiso compartir más palabras con sus amigos. Les echó una mirada, afirmó con la cabeza y salió de la habitación.             Fue al estacionamiento y se encaminó al restaurante donde la esperaría.             Si cerraba los ojos aún podía ver la escena de la mansión. La veía como si una película se tratase, siendo un espectador. Vio como amenazaba a un bebé que nada tenía que ver, ante el pánico de sus padres. El terror de las balas rodeándolos, con los caminos cerrándose y un infante entre sus brazos. Luego en el bosque, creyendo por un segundo en la libertad para que al siguiente la desgarraran con una herida de bala en el cuerpo de Mcfly. Unos ojos marrones que lo observaban tras una pistola. Un Samuel en el suelo debatiéndose con la muerte. Un Ryan en la oscuridad entre los árboles, sabiéndose derrotado.             No podía terminar así             Estaba actuando desesperado, y lo sabía. Pero era precisamente desesperado como se sentía. Una ansiedad le recorría al pensar que había llegado lejos, que había cometido crímenes, que había desafiado a una familia tan poderosa, para al final perder la contienda en una sola noche. La promesa que le hizo en alma a su amigo fallecido se rompía cruelmente con la rendición. Su pensamiento desesperado era el fruto de la frustración, como un hombre sin dinero que comete un acto ilegal por no tener que comer. Como un hombre que agarra el pan y sale corriendo esperando que nadie lo agarre, con lágrimas de humillación en los ojos.             Estaba en jaque. Estaba a una movida de caer en el jaque mate y ver a su rey arrinconado. Su siguiente jugada debía salvarlo o arrojar las piezas al suelo para declarar el juego perdido.             La desesperación puede ser de utilidad cuando sirve para restringir las inhibiciones y abre la mente a las ideas que anteriormente parecieron prohibidas, descabelladas o imposible. Y aunque se estuviese basando en la improvisación, es mejor improvisar que quedarse en la antesala. Ryan se vio como un estudiante que acude a un examen soñando con aprobar, pero sin haber estudiado nada.             Cuando llegó al restaurante, aun no sabía lo que iba a decir.
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