Aperitivos

2746 Words
Mientras Ryan cavilaba sobre su próximo encuentro, en el restaurante todos guardaban silencio.             Los comensales de las mesas observaban sus platos intentando aparentar naturalidad mientras el gerente caminaba entre ellos señalando detalles molestos. Un plato demasiado lleno. Un plato demasiado vacío. Lucía nervioso, pasándose un pañuelo por la frente cada dos por tres. Desde las sombras un hombre lo observaba, asintiendo con aburrimiento cada vez que este le preguntaba si todo iba bien.             Nadie decía nada. Todos miraban hacia la entrada esperando el momento exacto para comenzar.             El gerente, más que nadie, contaba los minutos exactos para dar inicio.             El portero entro con determinación y caminó hacia el gerente. Le hablo al oído: “Se aproxima un auto. Es él”. Y se alejó, de vuelta a su puesto. El encargado miró, se giró hacia los comensales y levantó una mano. En el instante en que el auto de Ryan se detuvo en el estacionamiento, el gerente bajó la mano y todos comenzaron a comer al unísono.   ⸻⸻⸻               El restaurante era hermoso y la reservación la había costado un ojo de la cara.             Era al aire libre, con pilares que sostenían un techo alto de aspecto caribeño y que estaban dispuestos alrededor de una fuente con aspecto de piscina que se posaba en el centro de la sala, siendo rodeado por todas las mesas.             A pesar de aún estar en la ciudad, el patio exterior estaba acomodado de tal modo que cubriera el recibidor y dieran la impresión de que se estaba en medio de algún bosque, con un efecto de naturaleza impecable, sólo constatada por el bar alojado en una esquina lejana, las personas bien vestidas y los meseros yendo y viendo para entregar los platos; cosa que no se les hacía fácil: la cocina estaba escondida detrás de varios árboles para que no arruinara el ambiente.             Ryan se sentó en una de las mesas más cercanas a la fuente. Dentro nadaban apaciblemente peces dorados y rojos, creando ondas circulares en el agua. De los pilares colgaban las luces, siendo mecidas por un viento artificial que proferían los propios pilares.             Los platos sonaban cuando los comensales los golpeaban con los cubiertos mientras comían. Las conversaciones crearon el bullicio que rompía el efecto de paz bañado por el ambiente. La temperatura era agradable.             Ryan no se dio cuenta que, de vez en cuando, algunas de las personas presentes le echaba una mirada rápida.             Cualquier otra noche, hubiese sido una gran noche.             Pero esa no sería una gran noche.             Las miradas de envidia se posaron sobre él cuando Javiera entró al restaurante y fue llevada hasta la mesa. Su belleza resplandecía con un tono de noche suprema por su elegante vestido n***o con un escote plateado; todo endulzado por un cabello suelto, dorado y dotado del cariño de una deidad. Los ojos azules de Javiera sonrieron junto con sus labios al sentarse y él no pudo evitar sonrojarse. Qué sonrisa. Qué mirada. Qué manera tan magnética de despertar una emoción inexistente, más parecida a la reacción biológica de un cuerpo que sabe que tiene al frente una exquisita mujer.             Javiera se acomodó en silencio mirando a Ryan. Se iba a levantar para recibirla antes de darse cuenta de que ya estaba sentada. Su cerebro se entorpecía y tropezaba sobre sus propios pensamientos, enredando los pasos de sus razonamientos. Se acomodó en su asiento intentando parecer calmado, pero sabía con certeza que algo le delataba, aunque no supiera el qué. Los susurros a su espalda tampoco le ayudaban. Cayó en la cuenta lógica de estar sentado con una de las señoritas más codiciadas de la ciudad, una de las más conocidas, siendo él un don de nadie que se había marchado hace demasiado tiempo. Esta conclusión tampoco le ayudó. Recordó que lo que verdaderamente necesitaba era ayuda y el porqué estaba ahí. Javiera lo sabía y no tardó en abordar el tema.             ⸻No sé muy bien qué es esto, Ryan ⸻su tono era inflexible, pero amable. Una combinación que solo una Savelli podría lograr.             ⸻¿No deberíamos comenzar con un saludo?             ⸻Sí, supongo. Pero eso sería en casos normales. Y algo me dice que esta no será una cena normal ⸻No estaba molesta. Al contrario, sonreía. Brillaba. Iluminaba.             ⸻-Pues tal vez tengas razón ⸻reconoció Ryan bajando la mirada.             ⸻Entonces…             ⸻Tengo hambre ⸻cortó él. No esperaba tocar tan rápido el asunto.             ⸻¿Hambre de qué?             ⸻De comida, ¿de qué más va a hacer?             Ella se echó a reír. Esta vez sus ojos se mostraron infantiles.             ⸻Estoy jugando contigo, Ryan. Una broma entre amigos.             ⸻Ah, perdón, creí yo que…             ⸻Una broma entre amigos ⸻repitió⸻. ¿Somos amigos?             ⸻Sí, lo somos.             ⸻Es bueno saberlo ⸻y ahora fue ella quien bajó la mirada y concentró en el menú.             Ordenaron la cena y comieron en silencio. Javiera miraba a los lados sin parecer aburrida, sino sinceramente interesada por el restaurante, con un aire de inocente curiosidad. Ryan la miraba a ella, circunspecto, preguntándose que vendría a continuación y que esperaba realmente conseguir. De nuevo, sin otra opción, había decidido sin pensar y ahora no sabía cómo abordar el asunto.             No es fácil pedirle a una adolescente que revele los secretos de su familia.             ⸻¿Cómo están tus padres? ⸻dijo, preguntándose si ese sería un buen comienzo.             ⸻Ocupados, como siempre. Mamá últimamente pasa más tiempo con Rick. Creo que esto es bueno, aunque sabiendo cómo es mamá, no sé si pasar más tiempo con ella sea favorable.             Ryan pensó que no lo sería, pero no dijo nada.             ⸻¿Y Rick cómo está? Con lo de Hernán.             ⸻Es difícil saberlo. No habla mucho de eso. No habla mucho de nada.             Ryan notó algo extraño. Al hablar de su familia, algo en Javiera se apagaba. Su personalidad caía. Y no mencionó nada sobre su padre.             ⸻¿Y tu familia, Ryan?             ⸻Mis padres siguen en el extranjero. Saben que estoy aquí, pero nunca he hablado mucho con ellos.             ⸻Hernán hablaba muy bien de ellos.             ⸻Se agarraron un cariño mutuo. Les dolió cuando les conté lo de…             Ambos callaron. Ambos bebieron en silencio.             ⸻No sabía que Hernán hablara de ellos.             ⸻Él siempre fue muy agradecido con quienes lo trataban bien. Seguro hablaba mejor de tu familia que de la nuestra.             Ese fue un comentario muy seco” pensó. En el fondo, es la hija de su madre.             ⸻En realidad, de ustedes no hablaba mucho. Bueno, de ti sí. Te adoraba.             Javiera sonrío sin apartar la vista de su plato.             ⸻No sé por qué. Él siempre fue mejor. Yo admiraba su sinceridad.             ⸻¿Alguna vez se lo dijiste?             ⸻No, nunca.             Volvieron a guardar silencio. Los cubiertos golpeaban con los platos. Javiera comía sin mirar a Ryan. Él lo agradeció. Si lo viera a los ojos, notaría sus dudas.             Dio un paso adelante.                                                                                                                          ⸻Javiera, tú me comentaste algo sobre que Hernán quería enviar a Rick al extranjero, ¿no?             ⸻Sí, lejos de nosotros.             ⸻Supongo que a tu familia…             ⸻No le gusto para nada. En especial a mi madre.             ⸻¿Tú que opinabas al respecto?             Javiera se encogió de hombros sin ofrecer declaración.             ⸻¿Eso les generó problemas?             ⸻No más de los comunes, los de siempre. Más que conversar, nosotros peleamos. Es un axioma de nuestra familia.             ⸻Igual eso no es algo de lo que se pueda hablar tranquilamente.             ⸻Sí, eso creo.             Se apagaba. Javiera se apagaba más y más. La mención de su familia parecía hundirle un puñal que gozaba desangrándose. Ryan sintió pena de continuar, pero debía hacerlo. Notó que ella tenía su copa vacía. ¿Buen o mal augurio?             ⸻Javiera, creo que esas peleas fueron más que discusiones. Creo que llevaron a algo más.             ⸻No fueron más que eso.             ⸻Yo creo que sí.             ⸻Te equivocas ⸻afirmó con firmeza, dando un trago más.             ⸻¿Y por qué Hernán estaba dispuesto a quitarle la custodia a tus padres?             Javiera lo miró fijamente. ¿Desprecio había en su mirada? Vaya chica más difícil de leer. Sus ojos eran ventanas que daban a un huracán.             ⸻Has hecho tu tarea ⸻comentó. Su voz se tornó fría y le bajó a Ryan por la espalda.             ⸻Tenía que hacerlo.             ⸻No, no tenías. De tener no tienes que hacer nada. De tener, solo tienes que irte y dejar a mi familia tranquila y en paz. ⸻con cada palabra levantaba la voz. Las personas volteaban a verlos. Ryan disminuyó su agresividad, tal vez eso la apaciguaría             ⸻No puedo hacerlo, Javiera.             ⸻¿El policía ese te arrestará si no lo haces?             ⸻¿Samuel? Samuel de seguro nunca ha arrestado a nadie. No, no es por él. Es por algo más. Es por Hernán. Debo hacerlo por él.             ⸻Sí Hernán hubiese querido que te inmiscuyeras, te hubiese llamado.             Esta vez fue Ryan quien sangró, y debió de notársele, porque Javiera lo miró avergonzada.             ⸻Lo siento.             ⸻Tranquila ⸻Ryan miró hacia la fuente, hacia los peces. ¿Por qué nunca me dijo nada? Ya pensaría en eso después⸻. Debo hacerlo Javiera, porque siento que hay algo en la muerte de Hernán que no sé.             ⸻Probablemente habrá muchas cosas que no sabemos, Ryan. Nadie puede entender a un s*****a ⸻la chica volvió a calmarse. Su sembraste se oscureció. Ryan se preguntó si ella también había tenido noches en vela intentando entender a su hermano. Noches tratando de comprender, de ordenar las piezas, hasta que el sueño desarma el rompecabezas y al día siguiente debes comenzar de nuevo.             ⸻Pues yo quiero intentarlo.             ⸻Hazlo sin meter a mi familia en esto.             Estaba saliendo mal. Javiera se enojaba y se calmaba a golpes. En cualquier momento se levantaría y se iría y ese sería el fin de todo.             ⸻Javiera, entiéndeme por favor. Al menos escúchame. Sé que Hernán quería alejar a Rick de tus padres. Estaba desesperado por eso. Entiendo que a lo mejor quisiera enviarlo a otro sitio, pero que le pareciera tan urgente es lo que se me hace extraño. Y eso no es lo único. Tengo que confesarte que he entrado en tu casa.             ⸻¿¡Entraste en mi casa!?             Javiera se inclinó hacia delante. Uno de los meseros y el hombre de seguridad intercambiaron una mirada. Ryan bajó los hombros y prosiguió.             ⸻Sí, cuando estaban fuera. Y me asusta lo que encontré.             ⸻¡No tenías ningún derecho a entrar!             ⸻¡Escúchame! En el cuarto de tus padres encontré cadenas y esposas. En tu cuarto encontré una sábana ensangrentada. Tal vez todo eso tuviese una pequeña explicación de no ser por otra cosa. En el cuarto de Rick, bajo su almohada, encontré una pistola.             Lo vio. Pudo notar como el pecho de Javiera se desinflaba. Aflojaba los músculos y se soltaba de la silla. Se volvía pálida y con los ojos húmedos. Ryan tomó su oportunidad.             ⸻No tienes idea de cuánto me aterró eso. Pero lo que más me da miedo, más que el hecho en sí de que un niño tenga un arma en su cuarto, es por qué la tiene ahí. Donde la consiguió y para qué. Eso es lo que quiero saber. Es lo que tú puedes decirme. Y no puedes comentar que es sólo un asunto de familia. Esto ya es algo más, Javiera. Más grande que tú y que yo. Es sobre Rick.             El corazón le latía deprisa. Hablaba más rápido de lo normal y lo sabía, pero no podía contenerse. Debía hacerlo, sólo así podría soltarlo. Javiera era una especie de fantasía de inocencia ante sus ojos. La niña que conoció de pequeña y la mujer que ahora le veía con horror no podían ser las mismas. La vida de esa pequeña niña no podía haberse torcido tanto, y sin embargo ahí la tenía, acusando a su familia de ser peligrosa, de que su hermano fue asesinado y que su otro hermano, el menor, corría peligro. Sin tener realmente prueba o una base, estropeaba el cuadro de la pequeña y sonriente Javiera que alguna tuvo en su interior.             La pequeña niña, ahora señorita, pronto mujer, cerró los ojos y contuvo la respiración. Cuando respiró de nuevo, lo hizo con tanta calma que parecía recién despertada. Su voz reflejó esa calma. Su mirada estaba llena de furia.             ⸻Ryan, aléjate de mi familia. Te lo pido con calma y con educación. Aléjate de mi familia ⸻con cada palabra, su tono de voz crecía⸻. Aléjate y no te voy a denunciar por haber entrado a mi hogar ilegalmente. Lo que sucede ahí es cosa de los Savelli.             ⸻También he averiguado otros detalles.             ⸻¡No me importa! ¡Quiero que te vayas! Vienes aquí y difamas a mis padres, a mi hermano, a todos, como se te antoja, ¿y todo para qué? ¿¡Qué ganas tú con esto!?             ⸻No estoy ganando nada.             ⸻¡No te creo! Algo estarás ganando. Algo quieres, pero no lo vas a conseguir. ¡No quiero que vuelvas a entrar en mi casa! ¡No quiero seguir hablando de esto!             Se puso en pie y Ryan pudo ver el dolor que se convierte en miedo y el miedo que se convierte en ira. No la podía dejar ir. Le sostuvo la mano.             ⸻Javiera, lo que te acabo de contar, tú mamá lo sabe. Ella y yo hablamos en el parque. Me dijo que me fuera. Me amenazó. Yo no estoy ganando nada con esto, y por qué lo hago ni yo mismo lo entiendo, pero debo hacerlo. Mi vida corre peligro por esto. El otro día, después de que hablamos, un hombre me atacó. Me disparó. No morí por pura suerte, aunque creí que lo había hecho. Tu mamá me advirtió que sucedería. Creo que ella misma lo envió. No me seguiría metiendo en esto si no supiera que de verdad sucede algo. No quiero morir, maldita sea, pero tampoco quiero vivir sin haber resuelto el suicido de Hernán, o su asesinato, o lo que sea. Simplemente no puedo.             ⸻Estas obsesionado. Mi mamá no lo pudo haber enviado.             ⸻¿Entonces quién más? Si no fue ella, quiero averiguar quién lo hizo. Alguien me está buscando para asesinarme por lo que estoy investigando. Alguien prefiere que yo muera antes de que descubra la verdad sobre Hernán. Incluso Samuel está herido.             ⸻¿El policía? ⸻preguntó consternada.             ⸻Sí. Hay un fiscal que por alguna razón se llevó los datos del caso de tu hermano a su casa. Intentamos recuperarlos y casi lo conseguimos. Pero al final, ese mismo hombre apareció, le disparó a Samuel y se marchó con los documentos. No me puedes decir que hago esto por ganar algo, porque lo que hago es poner mi vida en riesgo. Y no me puedes decir que no sucede nada, porque no estarían intentando asesinarnos. Javiera, no me quedan opciones. No me queda nada. Necesito tu ayuda. Te necesito ⸻lo último lo dijo suplicante sin poder evitarlo, mirándola a los ojos.             Javiera lo observó en silencio             ⸻Voy al tocador ⸻fue lo único que dijo y se marchó al baño.             Ryan se sentó. Era consciente de que había muchas más miradas sobre él, pero poco importaban en ese momento. Javiera tardaba. En su ausencia, Ryan pagó la cuenta y los platos fueron retirados. Su mente, como la mesa, estaba en blanco. Vacía. Su última jugada, su último movimiento estaba hecho. Más que una jugada de ajedrez, sentía como si hubiese arrojado un dado dejando a la suerte el resultado, encomendándose a Dios.             Ya comenzaba a preguntarse si Javiera se había ido sin que se diese cuenta cuando la chica volvió. Estaba distinta. Distante. Ida. Miraba hacia la nada. No obstante, en sus pasos se marcaba la marcha de la determinación.             ⸻Vámonos ⸻le dijo a Ryan. Ambos salieron del restaurante y fueron a su auto⸻. Llévame a casa, por favor.    ⸻⸻⸻               Un segundo después de que Ryan y Javiera salieran juntos del restaurante, todos en el interior soltaron lentamente los cubiertos sin apartar los ojos de la entrada. El gerente se acercó a una ventana desde los observó irse.             Apenas se perdieron a lo lejos, le hizo una señal al hombre en las sombras para que se acercara. Este se levantó de su mesa, sacó el casco de una moto de debajo de ella y se encaminó hacia la salida, dándole una palmada en la espalda al gerente al pasar por su lado.             Todos lo observaron irse con la misma atención.             Cuando también se hubo perdido, todos los comensales se pusieron de pie y empezaron a acomodar las mesas.
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