El amigo

2203 Words
Una conveniencia del guion, pensó sonriendo.             Ryan pudo notar como se alejaban con los segundos. La familia deambulaba más que paseaba y parecía cualquier cosa menos un momento feliz. Raquel Savelli con su gesto siempre imperturbable, apartando con la mirada a quien se interpusiese; Gabriel Savelli a su lado, lo suficientemente cerca para que se notara que fuera su esposo, pero no tanto como para tomarle de la mano o rosarle el brazo. Ahí estaban también Javiera y Rick. La primera tan bella como siempre, con una blusa fucsia y una apariencia casual, y el segundo tan sumido en el silencio como en toda su vida, con unos pantalones cortos y la mirada caída.             El arquitecto se puso de pie y los siguió, más como un autómata que por un acto consciente.             Tenía deseos de interceptarlos y gritarles en frente de todo el mundo. Quería posarse ante ellos y exigirles explicación de cada uno de los objetos que había encontrado. Ojalá pudiese detenerlos en el acto y culparlos de algún delito. El que fuera. O que ellos mismo confesasen un hecho que incluso él desconocía. Simplemente detenerlos y que ese fuera el final de todo. Saber el porqué de las cadenas, de la pistola, las fotos quemadas. Anunciarle al mundo que dentro de la población urbana que residía en aquel instante en el edificio, existía un grupo, una familia, cuyos secretos podrían estar envueltos en un s******o, en un asesinato, o en lo que sea que haya sido. Pero la fantasía es el refugio del hombre frustrado, descripción que le quedaba excelente; así que se obligó a volver a la realidad y trazar algún plan.             No se le ocurrió ninguno.             Así que simplemente los siguió             Una distancia prudencial los separaba y su aspecto mediocre era el de cualquier otro hombre. No destacaba. Tal vez una familia que se detuviese a observar tiendas y a hablar lo hubiera notado sin ningún problema, pero los Savelli andaban a su paso lento sin mirar hacia otro lado que no fuera el piso por delante. Una marcha silenciosa en honor al amor caído.             Ryan sabía que no sabía nada de los Savelli. Eran un espécimen recién descubierto. Y como todo animal que se encuentra en cautiverio, solo se puede aprender sobre su comportamiento observándolo. Ryan abrió los ojos atentos a cualquier señal de algo. Una muestra de simpatía o de odio. Un susurro en el oído. Una evidencia de secreto.             Una familia es como un cajón de los recuerdos. Es como un baúl de antigüedades, dichosos o embarazosos, con un candado difícil de abrir.             Por lo que notaba, el candado de los Savelli era de acero reforzado.             No se daban muestras de cariño de ningún tipo.             Raquel caminaba al frente, y de un modo casi imperceptible, evitaba a su esposo. Cruzaba muy pocas miradas con él y ninguna palabra. Un silencio absoluto los cubría.             Pero no era la única.             Javiera también evitaba a su padre, aunque sin acercarse demasiado a su madre. Era como si le temiera, o como si su padre desprendiera un olor nauseabundo; aunque esto solo en lo físico. No cesaba de mirarlo. A veces con pequeños vistazos, y otros, con miradas descaradas más prolongadas. Gabriel la miraba de vuelta y, por segundos, ambos se movían sin desconectarse el uno del otro, hasta que se cortaba el enlace y reiniciaban la pantomima.             Rick, el más pequeño del hogar, estaba fuera de lugar. No muy cerca de su madre, no muy cerca de su padre; casi como si no supiera a cuál de los dos le temía más. ¿A cuál quería menos? Solo se permitía acercarse a su hermana, aunque luego se arrepentía de ello y volvía a alejarse, tomando cada vez más distancia con el resto del grupo.             Ryan se preguntó si había visto alguna vez un círculo tan desunido. Una apariencia más elegante pero podrida por dentro. Lazos de cadenas y no de seda. Espina entre los dedos al estrecharse las manos; látigos en los brazos al darse abrazos. Los matrimonios que están bajo el mismo techo no tienen por qué ser funcionales. Los hijos que viven con sus padres no tienen por qué ser cercano a ellos. El problema de la convivencia, es la obligatoria intolerancia difícil de disimular cuando dos polos opuestos se encuentran en una misma habitación. Ryan supo que los Savelli, en su hogar, no intercambiaban saludos al cruzarse por los pasillos. Cada uno viviría en su propio mundo, lejano del núcleo conflictivo que representaban. Y solo hacían apreciaciones públicas para representar una obra teatral de normalidad.             Los continuó siguiendo un buen rato.             No dejaba de mirar a Javiera. ¿Qué pensaría ella si se enterara de sus pensamientos? Si supiera de sus últimos actos y el motivo de ellos. Y si estos llegasen a dar frutos, y eso terminaba por descarrilar la vida de ella, lo más probable es que se ganara su odio. Es el precio a pagar por la resolución de un enigma. Hernán amaba a su hermanita con el alma; la llegó a considerar lo mejor que tenía su familia. Por supuesto mucho mejor que él. Aunque para alguien con problema de autoestima, eso no es mucho decir. Pero la amaba, eso puede jurarse. Y ahora la había abandonado a su suerte con el resto de quienes comparten su apellido. ¿Se sentiría Javiera abandonada? Traicionada tal vez. Fue por eso que le buscó en funeral. Buscaba un amigo. Pero él no podría serlo.             Mientras avanzaban, los minutos se convirtieron en una hora, y la familia se detuvo en seco. Esto a Ryan le sorprendió y alcanzó a esconderse detrás de una tienda en el último momento. Raquel Savelli miraba hacia los lados, Gabriel hacia lo mismo, también Javiera. Los tres habían caminado separados formando un triángulo, viendo en direcciones opuestas, sumidos en su burbuja. Pero faltaba Rick.             El chico no estaba con ellos.             Ryan comprendió porqué se habían detenido.             Rick estaba desaparecido.             El más joven de los Savelli, retrayéndose en el gentío, desapareció en el mar de la multitud.             Ryan se sintió estúpido por no haberlo notado. Pero había estado observando fijamente solo a los tres mayores. El pequeño tenía el don nada despreciable de volverse invisible.             Raquel lo llamaba. Gabriel y Javiera la coreaban. Nadie respondía.             Un par de curiosos se acercaron a preguntar qué sucedía, pero Raquel los despachó con brusquedad.             Miraron en las tiendas más cercanas, asomándose entre estanterías, viendo a través de los cristales. Nada. Desaparecido. Algo asomó por primera vez el rostro de Raquel: preocupación. Era extraño ver una emoción en aquellos rasgos tallados en piedra. Javiera si mostraba más abiertamente sus sentimientos y su ceño fruncido era clara muestra de alteración. Gabriel ya había resuelto buscar a un oficial. Corrían de un lado a otro buscando al pequeño. A veces se le acercaban y él tenía que esforzarse por no ser visto.             Ryan regresó sobre sus pasos, y sin darse cuenta que podrían descubrirlo, comenzó a llamar a Rick. Puestos aquí y puestos allá. Tiendas y personas por todos lados, pero ningún pequeño solitario que se mostrase desorientado. Algo afloró en su interior y se preguntó si sentía algún cariño especial por el pequeño. Le recordaba mucho a Hernán, quien ahora estaría desesperado si hubiese sabido en vida que, aunque sea por un instante, nadie sabía dónde estaba su hermanito.                  Los minutos pasaban y nada. Caminó por los pasillos con paso apresurado, fijándose en cada rostro que se le atravesaba, en cada niño, pero ninguno tenía la cara que esperaba encontrar. Rick Savelli estaba evaporado.             Lo siguió buscando y llamando.             Varios con los que se cruzó le preguntaron qué sucedía. Ryan se detuvo en medio de una multitud, viendo un montón de caras que a su visión parecían todas iguales. Por encima de ellos, a los lejos, vio a un niño pequeño de la misma estatura que Rick. Tenía un cabello similar y probablemente de edades iguales.             Un hombre lo acompañaba.             El hombre estaba de espadas, arrodillado a la altura del muchacho, quien lo escuchaba con atención. Parecían a punto de darse un abrazo, muy cerca el uno del otro, con los labios del hombre rozándole la oreja. Estaban conversando. Eso se notaba a simple vista. El rostro del pequeño se contraia en una mueca de tristeza, de preocupación, aunque sospechosamente libre de miedo. Escuchaba atento, con los ojos perdidos mirando hacia el techo. Su labio temblaba y sus manos yacían escondidas en los bolsillos.             Ryan gritó.             El hombre se puso de pie y le tendió la mano. El pequeño le devolvió el apretón.             Ryan empujó a la muchedumbre que lo rodeaba mientras intentaba acercarse. Lo había confirmado. Era Rick. Pero para cuando llegó, su acompañante se había ido y solo lo esperaba el niño con cara de sorpresa. El pequeño se guardó rápidamente un papel en el bolsillo y no sacó las manos de ahí.             ⸻Rick… ⸻jadeó Ryan             ⸻Señor Mayz⸻ susurró perplejo.             ⸻Rick, te están buscando ¿Quién era ese hombre?             No respondió.             ⸻¿Lo conocías?             Bajó la mirada.             Ryan se estiró observando a su alrededor. ¿Quién sería ese hombre y porqué Rick lo negaba? Demasiada gente pasaba a su alrededor para poder distinguir a nadie. El ruido había sido multiplicado. Pero sí distinguió a alguien. A lo lejos, en el otro extremo del pasillo, había un hombre mirándolo fijamente. Estaba demasiado lejos para distinguir sus rasgos; ocultaba el rostro bajo una capucha. Ryan hizo el ademán de caminar en su dirección, pero un grupo de gente se le atravesó, y un segundo después, el desconocido había desaparecido.                 ⸻Rick, dime algo, ¿qué sucedió? ¿qué hacías aquí?  ¿qué era lo que hablaban?             ⸻Nada.             El niño abrió la boca como si fuese a decir algo, pero la cerró sin más.             ⸻Tú familia está muy preocupada. ¿Por qué te alejaste de ellos?             Más mutismo. Caso perdido.             ⸻Ven.             Lo tomó por el brazo y caminaron juntos.             No tardaron en encontrar al resto de los Savelli. Todos se vieron muy sorprendidos al encontrarse a Ryan llevando de la mano al menor de la familia. Javiera fue la primera en acercarse al niño y abrazarlo. Gabriel, por su parte, mostró un alivio muy poco manifestado. Raquel no le quitaba los ojos de encima a Ryan.             ⸻¿Qué haces aquí, Ryan? ⸻preguntó Javiera.             ⸻Estaba paseando por el lugar y los vi de lejos buscando a Rick. Me puse a buscarlo también y por suerte pude encontrarlo             ⸻¿Qué estabas haciendo? ⸻le preguntó Raquel a su hijo con tono de regaño.             Rick no parecía dispuesto a responder. Esquivaba la mirada de su madre. Ryan acudió en su ayuda.             ⸻Creo que se distrajo viendo una vitrina. Lo encontré medio perdido buscándolos a ustedes.             La mirada de agradecimiento que le dirigió Rick le recordó tanto a Hernán, que Ryan no pudo más que conmoverse. No estaba seguro de que alguien se hubiese tragado la mentira, pero nadie dijo nada al respecto. El más joven de la familia no quería hablar sobre la conversación que estaba teniendo con aquel hombre desconocido. El mismo que le dio un papel que ahora se escondía en el bolsillo. A Ryan le hubiera encantado preguntarle al respecto, pero no era el lugar ni el momento. Es espantoso pensar que hasta el más pequeño de aquel hogar guardaba secretos.             ⸻Es una suerte que hayas estado por aquí ⸻Javiera lo abrazó con cariño. Por sobre su hombro, pudo notar las miradas gélidas que lo apuñalaban de parte de Raquel y Gabriel Savelli.             ⸻Lo importante es que no pasó nada.             ⸻Sí, toda una suerte ⸻Raquel lo seguía observando de un modo… extraño.             ⸻Hay que avisarles a los vigilantes que ya lo encontramos.             ⸻Yo me encargo de eso ⸻Gabriel se despidió con un gesto y apresuró el paso.             ⸻No puedes alejarte así, Rick             ⸻Perdón…             ⸻¿Sabes que nos preocupamos?             ⸻Fue solo un momento             ‒⸻¡Un momento es más que suficiente! Te pudo haber pasado con alguien, o te pudiste haber encontrado con un hombre peligroso.             ⸻N-no me encontré con n-nadie ⸻su tartamudeo no lo ayudó en la mentira.             ⸻Pero pudo haber pasado. Más te vale que no te vuelva a alejar de nosotros. A fin de cuentas, ¿qué era lo que estabas viendo?             El niño, aterrado, abrió muchos los ojos y agitó la cabeza viendo hacia los lados. De nuevo, Ryan lo auxilió.                        ⸻Cuando lo encontré, estaba cerca de una tienda historietas. Era allá a donde querías ir, ¿no?             ⸻¡S-sí! Sólo quería ver             ⸻Solo tenías que decirlo, Rick.             ⸻Hermana…             ⸻¿Aún quieres ir?             ⸻Supongo.             ⸻Ya volvemos.             Dicho esto, y tras sonreírle a Ryan, tomó a su hermanito por la muñeca y ambos se alejaron caminando.             Rick estaba hablando con alguien. Un hombre. ¿Quién? ¿A quién conocería ese niño? Ryan casi se había olvidado de Raquel Savelli, pero ella seguía observándole, ahora con ira. Antes de que él pudiera decirle algo, se le acercó y le susurró.             ⸻Mañana, a las tres de la tarde, en la entrada del parque. Nos veremos ahí.             ⸻¿Qué?             ⸻Tengo que decirle algo.             ⸻¿Decirme algo? ¿sobre qué?             ⸻Si vuelve a entrar a escondidas en mi casa, lo asesinaré.  
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