¡Ay, papi! ¡Sí! ¡Síííííí! —susurré entre dientes, intentando desesperadamente mantener la voz baja—. ¡Creme bien, papi! ¡Lléname el coño de puta! —gemí suavemente contra la tela de mi blusa.
Un minuto de puro placer después, jadeaba al terminar mi orgasmo y entré en pánico, pensando que mi padre podría salir en cualquier momento. Por suerte, seguía ordeñando su polla, que seguía medio erecta a pesar de correrse a mares pensando en mí. ¡Casi parecía que su deseo por mí era tan intenso que iba a seguir masturbándose indefinidamente! Mi padre gemía mi nombre y contemplaba su festín de semen que había pegado en mi foto en el iPad.
Pero de repente, soltó un "¡Oh, mierda!". Rápidamente agarró una camisa que tenía más cerca y frenéticamente limpió su semen de mi consolador. Pude ver cómo suspir
