Capitulo 1
"Mmm... esto sin duda es mejor que ir a un salón de bronceado", pensé mientras me tumbaba en topless en el césped de nuestro patio trasero, disfrutando del calor del sol que me acariciaba el cuerpo. El sol brillaba con fuerza y corría una brisa cálida entre los árboles, lo que lo convertía en un día perfecto para tomar el sol.
Mi piel brillaba con la loción al aplicarla sobre mis pechos 34DD y mi vientre tonificado. Podía disfrutar sin preocuparme por las miradas indiscretas de los vecinos, ya que mi padrastro por fin había instalado una pequeña valla de privacidad para que pudiera relajarme.
No era mucho, solo un pequeño espacio de 3x3 metros rodeado por tres paredes de madera y una cortina que daba a la casa. Era lo suficientemente grande como para bloquear cualquier mirada indeseada de los vecinos, pero no bloqueaba el sol. Podría rodearme por completo, pero suelo dejar una parte abierta, mirando hacia nuestra casa; nunca me importó que alguien en casa me viera en topless.
Gemí suavemente mientras me aplicaba más loción en los muslos y piernas, disfrutando de la sensación de mis manos deslizándose sobre mi suave piel. Me encantaba provocar a los chicos y sabía que si alguien me veía así, ¡babearía! ¡No todas las chicas asiáticas tienen pechos enormes o se ven tan bien en bikini!
Me llamo Erika, mi padrastro es caucásico y mi madre es asiática. Mido 1,62 m, peso 48 kg, tengo el pelo largo y n***o, ojos oscuros, cintura de 58 cm, caderas de 86 cm y un pecho espectacular. Por suerte, heredé los mejores rasgos de mi madre. Mi madre es una japonesa guapísima, con unas tetas enormes que hacen que todos los hombres a su alrededor babeen por ella, y supongo que yo también las heredé.
Siempre he estado orgullosa de mi apariencia y no me da vergüenza mostrar mi cuerpo en casa. A mi mamá le vuelve loca cuando papá invita a sus amigos del póker y yo ando por ahí con shorts ajustados y tops cortos. Nada excita más a un hombre de mediana edad que una chica asiática con aspecto inocente presumiendo su cuerpo por la casa.
Mientras terminaba de aplicarme la loción, me pregunté qué pensarían si me vieran ahí tumbada con las tetas brillando al sol. Solo pensarlo me hizo sonreír mientras tomaba mi bebida. Bebiendo un poco con una pajita, saboreé el cosquilleo en la lengua.
Mientras me recostaba y estiraba el cuerpo perezosamente, un movimiento con el rabillo del ojo me llamó la atención. Mirando hacia nuestra casa, noté que las cortinas de la ventana del baño de invitados se agitaban ligeramente.
"¡Supongo que hoy vuelve a teletrabajar!", pensé mientras sonreía, sabiendo que mi padrastro debía estar espiándome otra vez. Estiré los brazos por encima de la cabeza y arqueé la espalda, dejando que mis pechos se alzaran con orgullo, presumiendo ante mi papi mientras fingía un bostezo fuerte.
Me lo imaginaba mirándome a través de las cortinas, babeando sobre mi coño apenas cubierto y mis pechos desnudos mientras me los frotaba lentamente con mis manos untadas de loción.
Últimamente se había convertido en una especie de juego entre nosotros. Empezó con mi hermanastro menor, Dean, quien se había propuesto quedarse en casa cuando nuestros padres salían y yo salía a tomar el sol en topless. No era precisamente sutil, siempre me preguntaba cuándo pensaba tomar el sol, incluso llegando a sugerirme los días que sabía que mamá y papá saldrían.
Claro que sabía que lo hacía, pero en lugar de decírselo a mamá y meterlo en problemas, decidí que me divertiría. Siempre que sabía que me estaba mirando, le hacía un espectáculo, fingiendo que no sabía que me estaba espiando mientras disfrutaba de la sensación de ser observada por mi propio hermanastro.
Sin embargo, papá no tardó en descubrirlo. Supongo que esto fue lo que debió pasar, porque empezó a pasar el rato en casa de nuestro primo por las tardes, dejándome sola en casa mientras mamá y papá estaban trabajando. ¡Lo que no sabía era que nuestro padre era más mirón que mi hermanastro!
Mi padrastro instaló su oficina en casa justo en la habitación de invitados y, al poco tiempo, mi padre sustituyó a mi hermano menor como mi mirón principal. Papá se quedaba en casa cuando mamá no estaba y me veía tomar el sol mientras yo fingía no verlo allí, espiando por las cortinas.
Al principio, me resultó un poco raro que papá me mirara en topless, pero luego empecé a notar que realmente me excitaba. Me excitaba de forma traviesa, saber que mi padrastro me estaba mirando las tetas mientras yo tomaba el sol. Me preguntaba qué estaría pensando y haciendo, imaginándolo acariciándose mientras me espiaba tras las cortinas.
No me molestaba que mi padrastro se masturbara mientras me miraba; de hecho, me excitaba más, preguntándome qué tan erecto estaría papi por mi culpa. Lo disfrutaba en secreto, preparándole un espectáculo, meneando el trasero y untándome loción en los pechos y el vientre.
Hoy no fue la excepción, ya que noté que la cortina se movía de nuevo. Mamá y Dean no llegarían en unas horas y papi probablemente pensó que estaba durmiendo cuando estaba allí, ya que siempre llevaba las gafas de sol puestas, o pensó que no podía verlo asomándose por la cortina. Sin embargo, se me ocurrió una idea traviesa mientras terminaba mi bebida y dejaba el vaso, decidiendo divertirme de verdad con papi esta vez.
Me levanté y me puse la parte de arriba del bikini, atándola detrás del cuello y ajustándola para que mis pechos lucieran de maravilla. Asegurándome de que papi me oyera, tomé mi vaso y murmuré en voz alta: —Mmm... creo que necesito que me lo rellenen...— antes de cruzar el patio trasero con paso decidido, rumbo a nuestra casa.
Entré a la casa por la puerta corrediza y me dirigí a la cocina, tomándome mi tiempo mientras preparaba otra bebida, sabiendo que mi papi probablemente me esperaba ansioso. Sonriendo para mis adentros, agarré un vaso alto y lo llené de hielo picado, le añadí un poco de jugo de naranja y lo removí mientras pensaba en lo que estaba a punto de hacer.
Tomé un sorbo y subí a la oficina de papi. La puerta estaba abierta, pero mi papi no estaba... seguía en el baño, espiando entre las cortinas como un pervertido. Negué con la cabeza mientras caminaba de puntillas por la habitación, sonriendo para mis adentros mientras dejaba mi bebida en silencio y me acercaba sigilosamente a la puerta del baño.
Al llegar, encontré la puerta entreabierta y pegué la oreja, escuchando en silencio. Escuché un momento y oí a mi padre hablando consigo mismo: —¡Maldita sea! ¿Dónde demonios está? ¡Estaba a punto de correrme!
Se me aceleró el corazón al darme cuenta de que se estaba masturbando mientras esperaba a que volviera. Abrí la puerta un poco y miré por la esquina. Vi a mi padrastro de pie frente a la ventana; tenía los pantalones cortos bajados hasta los tobillos, ¡y podía ver que tenía una mano en la poll@!
¡Sé que estuvo mal! No solo lo que hacía mi padrastro: pajearse con su propia hijastra. Sino también lo que yo hacía ahora mismo: verlo masturbarse. Pero soy una zorra con las poll@s, y mi padrastro estaba definitivamente bien dotado. Su poll@ aún estaba semi-erecta mientras la acariciaba con avidez, obviamente ansioso por que volviera a salir. Contuve la respiración mientras la miraba, observando cómo su v***a carnosa palpitaba entre sus dedos mientras la bombeaba, preguntándome cuántas veces se habría masturbado mientras yo estaba allí tumbada en topless.
Sin embargo, no me molestó; me pareció bastante tierno. Se me cortó la respiración al verlo acariciarse, y mi coño se humedeció mientras estaba allí. No lo veía bien desde el ángulo en el que estaba, pero supe que era enorme por el grueso m*****o que vi al deslizarse entre el puño de mi padre.
Mis dedos rozaron la parte inferior de mi bikini mientras observaba, y sentí que mis pezones se endurecían mientras mi padrastro seguía acariciando su gruesa v***a. Era emocionante verlo allí de pie jugueteando consigo mismo, deseando poder verlo todo. Pensarlo me estremeció el coño al presionar la puerta con demasiada fuerza, haciéndola crujir con fuerza.
La cabeza de mi padre se giró rápidamente hacia la entrada del baño: —Erika, ¿qué estás haciendo aquí arriba?
Entré en pánico y agaché la cabeza contra la pared, por lo que no pude ver bien la poll@ de mi padre cuando se dio la vuelta. —L-lo siento, papi, vine a preguntarte si necesitabas algo de beber.
—¡No quise interrumpirte mientras estabas... ocupado!— Grité tímidamente mientras daba un paso atrás hacia la habitación.
—¡Mierda!—, oí a mi padre maldecir en voz baja mientras esperaba a que saliera a hablar conmigo. Lo oí subirse la cremallera de los pantalones y caminar hacia la puerta mientras yo estaba allí, intentando actuar con la mayor naturalidad posible.