Suspiré y comencé a lavarme las tetas, grandes y pesadas, disfrutando de la suave esponja contra mis sensibles, hinchados y rosados pezones. "¡Una MILF de primera!", habían dicho Ryan y Hunter. ¡Y acababan de verme en bikini! No podía imaginar cuánto se intensificarían sus deseos lujuriosos si pudieran ver mis tetas desnudas. No tenían ni idea de lo guarrilla y traviesa que podía ser su madre. Ni idea de las cosas pervertidas que le hacía a Mike antes de nuestro divorcio, ni idea de lo que podía hacer con mi atractivo y curvilíneo cuerpo latino. La fantasía de que mis hijos descubrieran algún día cuánto le encantaba y extrañaba a su MILF de primera el sabor del semen, cuánto extrañaba yo la sensación de una polla gorda estirando mis labios, era insoportable. Descubrí que mi mano descen

