—¡Sí, y creo que mi hija guarrilla necesita ser castigada muy duro hoy! —dijo, y agarró la tela de mi top y la rasgó, exponiendo mis tetas ante él. ¡Ah! —exclamé sorprendida al ver cómo me hacía eso en la parte de arriba. Simplemente miró mis enormes pechos con una sonrisa burlona. Extendió la mano, los ahuecó y empezó a apretarlos. "Ah... Papá...", gemí mientras seguía apretándome las tetas con fuerza. Miré a mis amigas, que estaban a mi lado, y nos observaban nerviosas. Se notaba que estaban asustadas, pero también emocionadas. ¡Nunca habían visto a mi papá así! Papá me soltó las tetas y se sentó en el sofá, mirándonos con lujuria. "¡Ya que querían que las trataran como putas! ¡Ese es precisamente su castigo!" No dijo nada más, se bajó la cremallera del pantalón y sacó su pene. ¡Era

