La oscuridad se acercaba rápidamente, mientras Alan Robbins terminaba sus preparativos para salir de la cueva por primera vez. Stephano estaba extremadamente nervioso. Llevaba puesto el chaleco antibalas, revisó su rifle y munición extra. Revisó su provisión de comida y agua. Sin embargo, estos preparativos no le sirvieron de mucho consuelo. Sabía que si los enemigos de su padre lo encontraban allí, quedaría atrapado como una rata, pues estaba encadenado a las paredes de la cueva. No tenía margen de maniobra. El silencio y la oscuridad de la cueva eran sus mejores aliados. Iba a aprovecharlos al máximo. Alan le dijo que borraría las huellas de los neumáticos del camión mientras se alejaba de la cueva, para que no hubiera ninguna evidencia que llevara a nadie a su entrada. Prometió volver a

