-¡Ha sido un gran éxito, Melvin!-, entró gritando Reynolds a la oficina de Douglas, con todos los diarios de Ámsterdam en sus manos.
-¡Mira qué fotos!-, dijo poniendo el naipe de portadas en el escritorio de Melvin. Y allí estaban las candidatas bailando y riendo alborozadas junto al público con los fotones de la señorita Estados Unidos en hombros y Fabiana abrazada a la jovencita en sillas de ruedas.
-¡Jamás habíamos tenido tanta publicidad!-, explotó feliz Reynolds, ¡Están que nos llaman para auspiciar el evento! ¡Nunca en los setenta años de concurso que tenemos ha habido tanta efervescencia como ahora!-
Douglas empezó a ver los diarios con su corazón rebotando frenético en el pecho. Se puso rojo como un camarón hervido y mordió sus labios. -Otra vez me ganó esa loca-, aceptó restre
