Capítulo 4

1595 Words
El agua ondulaba con sus movimientos, y de repente ella estaba allí, como si atravesara un espejo. Con la boca abierta, la observó mientras se ponía de pie frente a él, con el agua goteando de sus pechos copa C. Su cabello era de un azul profundo, mucho más intenso que antes. Delgadas líneas horizontales que parecían tatuajes se dibujaban en sus costillas, y los labios de su v****a, gruesos y largos, goteaban un fluido propio. —¿Otra vez?—, preguntó, arrodillándose en el agua. —Déjame ayudarte—. Se lamió los labios, agarrándole el pene por la base. —¿¡Quién carajo eres!?—, gritó Mike, apartándose. Ella lo miró pacientemente mientras intentaba salir de la bañera. Hilos de agua le rodeaban las piernas, atrayéndolo hacia adentro, de modo que quedaron cara a cara. —Me llamo Naia—, susurró, rozándole los labios con el dedo. —Y me acabas de salvar la vida. ¡Guau! Mike salpicó agua por todas partes con las prisas por salir de la bañera. Esta vez, Naia no se resistió mientras él corría al baño, cubriéndose con una toalla. Hizo un puchero mientras él se deslizaba por el suelo, buscando sus pantalones. Al ver que no se había movido de su sitio en la bañera, Mike sintió que su ritmo cardíaco se estabilizaba y que la adrenalina se había esfumado. —¿Quién... qué eres?—, preguntó, intentando apartar la vista de sus pechos. Aparte de las extrañas marcas en las costillas, su piel era impecable. —Soy Naia —dijo con una sonrisa burlona—. Aunque sospecho que ya no tenemos nombres, Mike. Estoy llena de tu semen, después de todo. —Así que no fue un sueño. —Mike se puso los pantalones; la tela se le enganchó en la piel mojada—. Eso sigue sin decirme nada más. Por ejemplo, cómo llegaste aquí. Estaba solo en la bañera, y ella apareció de debajo del agua. —Llevo aquí bastante tiempo. —Agitó la mano para enjuagar el agua—. Si no le importa... —Hizo un gesto con la mano y el grifo se abrió, llenando la bañera de agua tibia. Esta vez se llenó aún más rápido, hasta que otro gesto de su mano lo cerró—. Hacía mucho que no me daba un baño caliente. —¿Qué quieres decir con bastante tiempo?— Mike se cruzó de brazos. —Tienes suerte de que no llame a la policía sin más. —No lo harás. —Se echó un puñado de agua sobre los pechos, dejándolos correr libremente—. Tú y yo estamos conectados ahora. Estás lidiando con lo que viste, pero aceptas que ocurrió y quieres saber más. También temes estar sufriendo un brote psicótico que solo se confirmará cuando llegue la policía y no encuentre nada más que una bañera llena de agua. Mike la miró boquiabierto. —¿Puedes leerme la mente? Naia rió, un sonido hermoso que resonó en las baldosas. —No exactamente. Solo cosas generales. Preferiría mucho más tener esta conversación aquí en el agua, por cierto. —Prácticamente me violaste—, le dijo Mike. —Si vuelvo ahí, supongo que lo intentarás de nuevo. —Difícilmente te violé. —Naia parecía enfadada—. Fuiste tú quien se masturbó en mi bañera. Lo hice por instinto de supervivencia, por cierto, y sé que lo disfrutaste. Mike suspiró. Estar enojado no le llevaba a ninguna parte. —Bueno, dame un segundo para calmarme. Si puedes leerme la mente, deberías estar sintiendo que esto es demasiado para mí ahora mismo—. Caminó hacia la bañera, mirando con recelo el borde. —Si me siento, ¿me prometes que no me jalarás ni nada? —Sí. —Se apartó del borde, permitiéndole ver mejor su cuerpo a través del agua. ¡Dios mío, qué guapa estaba! Retrocedamos un poco. Cuéntame qué te falta. Empecemos por quién y qué eres. —Soy Naia. —Se pasó las manos por el cuerpo—. Esto es lo que soy. Soy una ninfa. —¿Una ninfa?—, pensó, dándole vueltas a la cabeza. Solo había oído la palabra en ninfómana. —¿Puedes explicarme? —Soy un espíritu del agua.—Revolvió el agua con un dedo, invocando una esfera flotante. —Mi manantial fue represado hace más de un siglo. Por suerte, el agua se desvió a través de la fuente del patio, y con el tiempo se instalaron tuberías para que el agua del manantial subiera por ellas hasta esta tina y así poder entrar. —¿Con qué propósito? —Creo que lo sabes. —Naia le guiñó un ojo—. Las ninfas son sexuales por naturaleza. Quien construyó esta casa lo hizo para protegerme, y tuvimos una vida estupenda aquí. Hacía demasiado frío en invierno para follar al aire libre, así que este fue un buen acuerdo. —¿De qué necesitas protección? Mi manantial estaba a punto de ser destruido. Si alguna vez deja de fluir, o se forma en otro lugar o muero. Lo cual estuve a punto de ocurrir, debo añadir. —¿En realidad? Naia asintió. —Cuando Emily murió, la casa quedó sin uso durante muchísimo tiempo. La fuente se obstruyó y los grifos de la casa nunca funcionaron. Hay un pequeño hilillo en la fuente, pero los minerales lo retienen. Cuando abriste el grifo del baño, me dio la energía justa para manifestar. —¡Guau!— Mike observaba la diminuta esfera de agua que flotaba sobre la bañera. De vez en cuando tocaba la superficie y volvía a rebotar en el aire. —Sí. Pero necesitaba más. Las ninfas pueden canalizar la energía s****l en magia, pero intentamos no hacerlo porque crea vínculos entre nosotras. Por eso algunas ahogamos a nuestras parejas sexuales. —¿Hay más de ustedes? Naia asintió. —Solía haberlo. La civilización moderna no ha sido muy benévola con mi r**a. —Cuéntame más sobre nuestro vínculo. Naia se sonrojó. —El primer hechizo fue para destapar la fuente. Fue algo insignificante, pero si murieras, podría sobrevivir otro invierno. —¿Si yo muriera? —Mientras absorbía tu esencia, miré dentro de tu alma. Si no me hubiera gustado lo que vi, te habría ahogado. No te lo tomes como algo personal. ¡Mierda! —Si conseguiste lo que querías, ¿para qué el segundo hechizo? —Cuando miré dentro de ti, encontré a un hombre que creció sin hogar, uno que necesitaba una familia que lo amara tal como es. El segundo hechizo fue egoísta de mi parte, pero ambos nos beneficiaremos. —¿Qué hace?— preguntó. —Intercambié una pequeña parte de tu alma con la mía—, admitió, mordiéndose el labio inferior. —Así, tú y yo estaríamos unidos para siempre, y tendrías más probabilidades de quedarte aquí. —¿PARTE DE MI QUÉ?— Mike se puso de pie, apretando los puños. —¿¡Te llevaste parte de mi alma!? Intercambio. Nada de tomar, un intercambio justo. —Se puso de pie, con el agua escurriendo por su cuerpo—. Es como un regalo, pero la magia siempre requiere un intercambio equivalente. Al tomar parte de tu alma, tú y yo estamos conectados para siempre. Al tomar parte de mi alma, has recibido ciertos dones. —No puedes simplemente llevarte...— El orbe acuoso ahora tenía un gemelo, y pequeñas luces brillaban en su interior, relajándolo. —¿Entonces qué? ¿Me voy al infierno o algo así? —Tonto. —Naia le salpicó el agua juguetonamente—. Esto no es un pacto demoníaco ni nada por el estilo. Cuando mueres, tu alma se va contigo y el trozo que te di regresa a mí. Así que tranquilo. Mientras no termine el hechizo antes de tiempo, nuestra existencia nos beneficia mutuamente. Mike suspiró, frotándose la cabeza. Esto era demasiado. —Bueno, cuéntame sobre estos beneficios. —Tradicionalmente, precognición, lectura mental, cosas así. Sin embargo, han pasado de moda, ya que lo último que queremos es que llames la atención, o que esta casa se fije en ti. En cambio, te encontrarás mucho más encantador de lo habitual, una especie de belleza natural. Mayor sensibilidad en tus sentidos y la justa cantidad de esas habilidades anteriores para mantenerte a salvo. Ah, y un don más para mí. —Se inclinó hacia delante, apretando los pechos. La entrepierna de Mike se contrajo en sus pantalones—. Ya no tienes mucho período refractario. Pensé que era un trato justo por no haber podido ganar la lotería. —Así que una erección mágica y un sentido arácnido. Jodidamente fantástico—, murmuró Mike para sí mismo. —Bueno, y un vínculo psíquico permanente conmigo —dijo Naia con un puchero—. Estás siendo grosero. —Lo siento, Naia, es demasiado para asimilar. —Miraba sus pechos, cómo se apretaban, sus diminutos pezones rígidos justo por encima del agua. —Métete en la bañera conmigo —ronroneó—. Puedo ayudarte a relajarte. —Aún no me has dicho qué obtienes del enlace. —Tu protección. —Se recostó, con los pechos flotando—. Este hogar necesita un guardián, un humano que no revele nuestro secreto al mundo, alguien que nos cuide hasta el día de su muerte. Cuando leí tu espíritu, supe que podrías ser quien nos protegiera. —¿Nosotras?— Echó un vistazo al dormitorio. —¿Hay otras ninfas?
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