"¿Estás listo?" preguntó ella.
—No del todo. —La estatua escondida cerca de la puerta volvió a llamar su atención—. ¿Qué sabes de esto?
—No mucho. Está enterrado entre enredaderas. —Naia se quedó al borde de la fuente—. Aunque me resulta familiar.
"Sí. Compré unas tijeras de podar." Mike las sacó de la caja de herramientas. "Siempre me han fascinado las estatuas. De niño, había un parque con un montón de esculturas, rodeado por un lago. Iba a una islita a la que se llegaba por un puente peatonal y me sentaba bajo las estatuas." Mike examinó las enredaderas, cortándolas cerca de la base de la estatua y luego desenrollándolas. "Nos mudábamos constantemente, así que siempre que estábamos lo suficientemente cerca del parque, me paraba y me sentaba un rato con ellas. Había un grupo de estatu
