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Enamorado de mi Entrenadora

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Sammy es una famosa ex futbolista que tras un desafortunado accidente de tránsito perdió una de sus piernas, pero encuentra una nueva oportunidad de seguir adelante, ahora como entrenadora.

Max es un famoso futbolista con un palmarés envidiable, que cuando la fama y la fortuna se le subieron mucho a la cabeza, echó a perder todo lo que había logrado y no le ve salvación a su carrera.

Ambos se encontrarán en las canchas de entrenamiento del Lions F.C., y tendrán que dejar a un lado sus diferencias y problemas personales para lograr el objetivo, tratando de no enamorarse en el intento.

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La mejor futbolista de todos los tiempos
Samantha Williams. Hija de la leyenda del fútbol inglés, Roger Williams.   Ella creció viendo a su padre jugar en los estadios más grandes del mundo. Entendió desde muy pequeña que la gente amaba a su padre casi tanto como ella lo amaba, así que se acostumbró a escuchar cómo miles de personas coreaban el nombre de su papi en los estadios, en los bares, en las casas, y cómo lo perseguían los paparazzi cuando salían a la calle.  “Sammy”, como le dicen sus familiares y amigos, aprendió a patear un balón de fútbol casi al instante en que aprendió a caminar.   Ella desde muy pequeña sabía lo que quería, y eso era ser igual a su padre, una futbolista de élite, que todo el mundo supiera su nombre y que los estadios vibraran cuando marcara un gol.  Su madre, la famosa super modelo colombiana Maribel Sánchez, la intentó bajar de esa nube, repitiéndole día y noche que ese tipo de éxito y fama no la podía tener una mujer, no al menos en ese deporte; la intentó hacer cambiar de idea metiéndola en clases de ballet, pero si algo demostró Sammy también desde pequeña es que era terca igual a su padre, así que lo único que hacía al llegar a las clases de ballet, era quedarse sentada en una esquina del salón, con cara de puño, y sin hacerle caso a la maestra.  Sammy apenas tenía cuatro años cuando eso, pero ya tenía el suficiente raciocinio para pensar en por qué las mujeres no podían llegar a ser grandes futbolistas como sí lo eran estrellas como Messi y Cristiano Ronaldo.  —¡Voy a demostrar que las mujeres podemos triunfar igual que los hombres en el fútbol! —dijo Sammy con firmeza durante una cena.  Roger había llegado cansado de su viaje. El Real Manchester, el equipo en donde había jugado desde los 15 años y que fue el que catapultó su carrera, se había enfrentado ayer contra un equipo italiano en un encuentro por Champions League. Pero por muy cansado que estuviera, por supuesto que tenía la disposición de escuchar a su hija.  —Olvida ese estúpido sueño, Samantha —le dijo Maribel, ya harta del tema —. En vez de pensar en cosas imposibles, deberías...no lo sé, ¿ser como yo?  —¿Una aburrida Barbie? No, gracias —respondió la pequeña, y Roger no evitó soltar una risotada, pero Maribel lo fulminó con la mirada, y él siguió comiendo.  Maribel era la típica WAG. Cabello teñido de rubio y siempre perfecto, kilos y kilos de maquillaje, uñas acrílicas impecables, senos y trasero postizo, ropa y accesorios de marca, autos deportivos..., todo a costa de su esposo, porque apenas ella se casó con él, dejó todo a un lado. Su carrera, su familia en Colombia..., todo lo dejó por vivir la soñada vida de una WAG, pero en serio amaba a su esposo, no lo quería solo por el dinero.  Y Sammy tenía bien claro que no quería ser como su madre. No quería ser una super modelo que después terminara casada con algún hombre millonario, y que después terminara quedándose en casa viendo novelas, saliendo al spa con las amigas, ver por los hijos, etc. No, ella definitivamente no quería eso.  Y fue tal el poder de convencimiento de Sammy, que terminó por lograr que su papá la metiera en la academia del equipo femenino infantil del Real Manchester, en donde desde el primer día demostró tener el mismo talento que Roger.  Y así, Sammy fue saltando peldaños, mientras que era obligada por sus padres a rendir en la escuela. Roger siempre le repetía que, así llegara a ser una gran futbolista, no debía dejar a un lado la vida académica, porque nunca se sabía cuándo su carrera como futbolista podría terminar y necesitara de una carrera universitaria, porque él, aunque ya tenía prácticamente su vida asegurada con los millones que había hecho y que los había invertido muy bien en negocios aparte, había estudiado la carrera de Ciencias Deportivas, y Maribel había estudiado Administración de Empresas.  El caso fue que Sammy logró consolidarse como una de las mejores futbolistas del mundo a los 18 años, cuando prácticamente fue por los goles de ella que la selección de fútbol femenina de Inglaterra ganó el mundial, y eso, sumado a sus excelentes resultados en el equipo femenino del Real Manchester, en donde tuvo mucho que ver en que ganaran la Champions, la copa FA y la copa de la Premier League femenina, la hicieron merecedora del Balón de Oro, el premio más importante que un futbolista podía recibir.  Roger había llorado mucho ese día. No podía estar más orgulloso de su hija. Él hacía dos años que había colgado las zapatillas, y ver que su hija estaba cosechando los mismos éxitos que él —porque él también ganó su primer balón de oro a los 18 años—, lo llenaba de una felicidad inexplicable.   Y por supuesto, Sammy se había robado las miradas de muchos futbolistas en esa gala, aun cuando ellos habían ido acompañados por sus parejas, porque...porque ella era toda una belleza. No se podía esperar menos de la mezcla entre genes británicos y colombianos.   Había heredado el cabello rubio de su padre y sus ojos azules, pero tenía el cuerpo voluptuoso de su madre latina. Maribel ni siquiera tendría que haberse operado, ella había desarrollado en su adolescencia unos senos grandes y trasero aceptable, pero al casarse con Roger, había querido igualar a las otras WAG’s hasta casi deformar su cuerpo.  Pero Sammy no se había hecho ni una sola cirugía estética. Su metro setenta y cinco de estatura —algo que tenía que agradecerles también a los genes de su padre— ya era suficiente para lucir despampanante, y con su mirada arrolladora no necesitaba de cirugías para robar miradas y suspiros.  Apenas su fama se disparó por tener ese palmarés envidiable que no cualquier futbolista mujer lograba a tan temprana edad, fue contratada para ser la musa de marcas como Chanel, Louis Vuitton, Armani..., y terminó siendo lo que ella había jurado no ser: una super modelo, o al menos algo parecido, pero su caso era muy distinto al de su madre. Los futbolistas hombres también participaban en campañas de marcas de ropa, zapatos, perfumes, etc, así que Sammy no se sintió mal cuando su manager la llamaba para decirle que había llegado una nueva oferta, porque, después de todo, le pagaban muchos millones por eso.  Y cuando se le dio por modelar para una campaña de Victoria’s Secret, Roger casi se muere. Siempre había sido sobreprotector y celoso con su hija, aunque claro, no a niveles excesivos ni tóxicos. Amaba a su pequeña y quería lo mejor para ella, pero no le hacía gracia que mostrara tanta piel ante el mundo.  En fin...Sammy logró tener la vida que tanto había querido desde pequeña. Logró ser nombrada por los medios y por la opinión pública como la mejor futbolista mujer de todos los tiempos, ganó muchos trofeos, logró tener la misma fama y fortuna que su padre, se compró una linda mansión en un inasequible conjunto residencial a las afueras de Manchester, se ennovió con Walter Davis, el guapo médico del Real Manchester, a quien su mismo padre le presentó por considerar que era el tipo de hombre que su hija merecía —ya que ella había insistido en no emparejarse con otro futbolista—, y se comprometió con él en unas románticas vacaciones en las islas del caribe.   Todo parecía ir perfecto en la vida de Sammy. Capitana del Real Manchester, capitana de la selección inglesa, palmarés inigualable, miles de millones en su cuenta bancaria, autos deportivos, ropa, bolsos caros, novio perfecto, y lujos y más lujos.  Pero en la celebración de su cumpleaños 24, cuando salió con unas amigas de infancia a beber y bailar a un reconocido club de Londres, e irresponsablemente una de ellas, estando borracha, condujo el auto que las llevaría de vuelta a su hotel, todo lo que había logrado se vio interrumpido en un aparatoso accidente en el que dos de sus mejores amigas perdieron la vida, y a ella le tuvieron que amputar parcialmente la pierna izquierda.  Para Sammy fue traumático despertar en la clínica y ver su pierna izquierda vendada y...que no había nada más del fémur para abajo. Y para colmo, enterarse de que Chelsea y Chloe, aquellas chicas que habían sido su mayor apoyo desde los cinco años cuando nadie más creía en ella, habían muerto en el accidente, la hizo entrar en un shock que duró casi un mes.  No comía ni hablaba, solo se movía por inercia. Pero cuando ese shock pasó y ella empezó a procesar y recordar las cosas, gritaba y lloraba desconsoladamente, a tal punto que sus padres y Walter ya no podían dormir por asegurarse de que no se le diera por cortarse las venas en la noche, cuando nadie la estuviera mirando.  Pasó por todas las etapas del duelo, o casi todas. La negación, la ira, la negociación, la depresión y...hasta el momento, un año después de ocurridos los hechos, la aceptación aun no llegaba.  Y la depresión no se había ido del todo. Todavía lloraba algunas noches, y el terapeuta le seguía recetando antidepresivos.  Había vuelto a vivir en casa de sus padres. Se había ido a los 18 apenas tuvo la edad y el dinero para hacerlo, pero desde el accidente, su padre, al verla tan vulnerable, determinó que lo recomendable era que estuviera con ellos hasta que demostrara algo de mejoría, no solo en lo físico sino en lo mental, y fue así como Sammy hizo su lento y doloroso proceso de recuperación, sintiendo todos los días el apoyo y el cariño de sus padres y de su novio.  En cuanto a Walter..., Sammy sabía que no estaba siendo justa con él, que lo estaba haciendo cargar con una responsabilidad emocional que no le correspondía, así que terminó por decirle que se dieran un tiempo, y aunque él al principio no estuvo de acuerdo, la entendió perfectamente, pero aun así siguió visitándola cada fin de semana, porque el inmenso amor que él le tenía a ella podía contra toda dificultad.    ****    En una mañana de lunes, Roger y Maribel estaban desayunando, sin contar con la compañía de su hija. Ella se levantaba a eso del medio día, no teniendo más cosas que hacer sino asistir a sus sesiones de fisioterapia y psiquiatría.  Roger miraba la hora en su Rolex cada tanto, para asegurarse de que no iba tarde al trabajo.  Con mucho esfuerzo tanto económico como administrativo, Roger había logrado crear su propio club de fútbol hace cinco años, al cual bautizó “Lions”. El equipo había logrado ascender rápidamente, pero se había quedado estancado hace año y medio en segunda división. Solo necesitaba un empujoncito para lograr entrar en la deseada Premier League.  —Samantha no puede seguir así —dijo Maribel con seriedad, cansada de la actitud de su hija —. Haz algo, Roger. Ya ha pasado un año.  Roger suspiró con pésame y le dio un sorbo a su té Earl Gray. Y como si el destino hubiera escuchado a su esposa, recibió una llamada al celular. Era su secretario.  —Buenos días, Aaron, todavía no es la hora, ya voy saliendo al centro de entrenamiento —dijo Roger, mirando de nuevo la hora para asegurarse de que no iba tarde.  —Jefe, me temo que ahora deberá asumir usted como director técnico —anunció Aaron, y Roger frunció el ceño —. Jason renunció.  Roger chasqueó la lengua. Faltaba poco para el inicio de la temporada, y que el entrenador renunciara le ponía las cosas muy difíciles, pero entonces se le iluminó un bombillo en la cabeza al ver a su esposa, que lo miraba a él con suma atención, esperando que le contara qué estaba sucediendo.  —No te preocupes, Aaron. Ya tengo en mente a alguien para ocupar el puesto —dijo Roger, sonriendo triunfal —. Nos vemos en un rato.  Apenas colgó, Maribel le arqueó una ceja, un gesto que él ya conocía a la perfección en sus 25 años de matrimonio, y que era para decirle que escupiera lo que se estuviera guardando.  Y él, evidentemente emocionado, le dijo a su esposa:  —Nuestra pequeña será la nueva entrenadora del Lions F.C.     

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