Elliana.
Son pocas las veces que tengo el placer de ver al hombre que tiene mis bragas húmedas, es obvio que se nota el deseo que tengo hacia ese cuerpo frondoso, apetecible para mi paladar, pero lastimosamente no puedo ser una de las afortunadas, solamente que peque en pensamientos, así no tendré que romper la regla principal.
Se rumorean que ese hombre tiene un buen paquete, dejándolas en silla de ruedas. Hmmm… Por una vez en mi vida desearía estar en su lugar.
¡Basta! Tengo que dejar de pensar en él porque está notando que lo estoy mis ojos viajan por todo su cuerpo hasta llegar debajo de los pantalones. Aunque deseara que él me entendiera no lo hará porque no podemos romper las reglas.
En este trabajo uno no puede darse el placer y el lujo de tener un carácter flexible porque nadie te guardará el respeto. La arrogancia es uno de mis atributos ocultos y me satisface cuando pongo a alguien en su lugar, pero tengo siempre mi estilo. En este mundo oscuro no existen los amigos y menos los confidentes, uno cuida y protege su pellejo porque el que busca problema, encuentra muerte.
La víbora de la mafia es una organización y se conforma por líderes, creado un triángulo de poder entre los pilares de la mafia.
Soy uno de los pilares y por ende mi trabajo es dirigir una parte de lo que se me ha otorgado; trata de blanca, el lavado de dinero y crecer cada vez el mundo de nuestra red.
Cada seis meses o una vez al año nos reunimos los tres para plantear los problemas que necesitan de nuestra urgencia, a pesar de que tengamos marionetas trabajando para nosotros, siempre tendremos que intervenir porque de una u otra forma hay uno que se pasa de listo, confiado de que no lo vigilemos.
Soy Elliana Belanger, una chica que tiene una doble vida; una es la cara de la inocencia ante la humanidad y la sociedad, mientras que la otra es una mujer arrogante, imponente y controladora. Todos tenemos un secreto, una vida y un propósito.
Ante el brillo del sol soy una modelo rica; sabrosa, una sexi blanca pelirroja de ojos verdes, y al mismo tiempo un magnate dueña de una cadena de hoteles, pero detrás de todo eso soy una víbora venenosa, caliente y jugosa. ¿Soy de temer? Ese tipo de respuesta se las dejo siempre a los que me adoran y me llaman su reina.
Nadie, pero nadie sabe el color de mis ojos naturales o mi cabello de color verdadero. En mi equipaje de emergencia siempre tendré varias pelucas de diferentes colores o los esenciales; n***o, plateado, y verde. Mis lentes de contactos tienen que estar en mi bolso de mano; maquillaje, y mi arma, eso es un equipaje de emergencia.
Alejándonos de la gran escena que estaba haciendo mi colega, el rico Lewi sigue mis pasos. Las miradas que nos desnudan hacen que mi ego se eleve cada vez más, puedo sentir el temor que ellos sienten al vernos juntos.
Este club nocturno es solamente VIP, nadie entra sin nuestro consentimiento, el que no presente la tarjeta dorada con la marca de la víbora y el código, no entra y por ser curioso es hombre muerto.
—¿Dónde está Loukas? —escucho la voz ronca del hombre que tengo detrás de mi humilde persona, aaahhh… Este hombre me hará terminar sin haber metido ese tremendo animal que se carga.
Mi v****a está sedienta por algo nuevo, quiere con desespero ese enorme paquete que se carga, a la vez me quejo porque es injusto que él se lo dé con mucha facilidad, a otras, mientras que yo le tengo que estar rogando en la mirada y pensamiento.
—No te agobies, sé perfectamente donde está el ruso —contesto tras humedecer mis labios—, se molestará un poco porque le cortaremos la leche.
Uno de los gorilas del rico Lewi se adelanta para abrir la puerta a la entrada de nuestro cuarto VIP, de los pilares. Dentro de estas cuatro paredes hay un bar especialmente para nosotros y una gran sala de estar donde podemos ponernos cómodos y, la gran pantalla donde podemos deleitarnos de lo que hay dentro de todo el club.
Entrando a nuestra área alzo un poco la voz y le digo a tenaza que puede poner en la gran pantalla que tenemos frente a nosotros la cámara que está en la zona de las zorras.
—¿Con audio?
—Dejas las ridiculeces, no me digas que no vez porno, aaayy, no me digas que te ofende ver follar a otros —eso fue lo que quería mi tenaza, en otra le enseñaré cuando debe o no hablar.
Mis ojos desesperantes como un vaivén buscan en todas las cámaras hasta ver al hombre que queremos, está de espalda y una de mis niñas lo seduce y comienza a provocarlo. Ella pasa su lengua en la comisura de sus labios y veo como él le agarra con ganas el trasero con ambas manos y ella suelta un gemido un tanto travieso.
—Tienes un culito, hmmm —su voz varonil hace que esa chica se vuelva loca—. Seré el primer hombre que te hará disfrutar y sentir el placer.
Eso si es sexo del bueno, y me lo disfrutaré antes que empiece la reunión de los tres.