Se engendró a la futura Luna
19 años atrás, en el tenebroso bosque, estaban dando un paseo Taiel y Eliseo.
De pronto se quedaron sentados sobre una roca, al costado del lago, la luna llena se reflejaba, dejando un camino con un tono plateado sobre el agua, creando un encanto especial en la noche.
—Taiel, te ves hermosa esta noche, este vestido te queda precioso, hace que mi lobo se inquiete en mi interior —Eliseo decía susurrando en su cuello, entre besos y mordidas suaves.
Mientras su mano acariciaba su espalda, su otra mano abrazaba su cintura y la pegaba a su cuerpo.
—Ya quiero que seas mía, te necesito junto a mí cada noche y cada día, quiero llegar a mi hogar y que tú estés esperando por mí — sus manos temblaban acariciando su piel; en su voz se sentía el deseo.
Ella, esta noche estaba vestida tan bella, que lo excitaba, lo enloqueció.
—Yo también, amor, quiero estar siempre junto a ti y ya no separarnos más —Taiel le toma su cara con ambas manos y lo besa suavemente; su sonrisa tan encantadora lo derrite y el se muere de amor por ella.
Él toma su nuca y profundiza ese beso introduciendo su lengua, desesperado, hambriento de deseo; luego se separa para juntar sus frentes.
—Te amo, Taiel y a partir de esta noche, serás solo mía y para toda la vida. La besa apasionadamente y ese beso se hizo salvaje, despertó el lobo de Eliseo, sus ojos brillaron como la luna, sus colmillos crecieron, en su mirada había fuego, su respiración se aceleró y la lujuria lo poseía como un ser salvaje hambriento de deseo.
Suavemente comenzó a besar sus labios, sus mejillas y bajó a su cuello, a su mandíbula y por último, la marcó, esa marca tan dulce que los unía para toda la vida.
Se sintió como una descarga, una corriente que los unía más, un lazo de sangre y pasión que los hizo inseparables.
Taiel temblaba en sus brazos, sentía un calor encender todo su cuerpo, su vientre latía y su centro quería sentir sus caricias.
Un suave dolor la invadió, pero poco a poco ese dolor la transformó y su loba salvaje despertó y reaccionó a la marca de Eliseo.
Un fuego salvaje despertó en ella; sus pupilas dilatadas irradiaban fuego, su respiración acelerada, su voz entrecortada le provocaron a Eliseo una erección que no pudo disimular.
Comenzó a levantar su vestido y ella ya no lo rechazó, sino que se fue acomodando a su cuerpo.
—Taiel, eres hermosa y tu loba me cautivó —repetía hambriento, desesperado hasta que llegó a su centro, mientras la besaba, la estimulaba y ella se acomodaba a él, a su cuerpo, se retorcía del placer.
Ella le quitó la camisa y comenzó a disfrutar de su cuerpo; entre caricias y besos, Taiel siente cómo Eliseo corre su ropa interior y suavemente se introduce en ella.
Taiel abre grandes los ojos; ya no es solo fuego su reflejo, sino miedo y deseo.
—Tranquila, mi amor, no te voy a hacer daño, solo déjame demostrarte cuánto te deseo; si te duele, me dices y me detengo —con la voz ronca de deseo, Eliseo comienza a introducirse en ella, lentamente, hasta que su interior se amolde a su m*****o, deseoso de sentirla, de poder disfrutarla; sus manos tiemblan en el cuerpo de ella.
—Taiel, ¿estás bien, mírame, mi amor? —ella levanta la vista, se miran con amor y deseo, suavemente besa sus labios y la observa mientras está dentro de ella —Así, amor, me gustas, no sabes lo feliz que me hace sentirte y poder disfrutarte.
Ella le sonríe dulcemente, aunque en su interior el miedo, le dio la victoria al placer y comienza Taiel a moverse al compás de Eliseo, él besa sus pechos con desesperación.
—Ven, amor —la toma de la mano, la baja de la roca, tira su campera al suelo y la recuesta sobre ella, abre lentamente sus piernas y se vuelve a introducir en ella, primero con movimientos suaves, pero luego más salvajes; las estocadas son profundas, más rápidas; ella entre gemidos lo llama y eso lo seduce, lo enloquece —Si, así amo que llames entre gemidos, me gusta como dices mi nombre.
Esos susurros y gemidos de Taiel provocan que Eliseo no pueda controlar a su lobo.
Taiel estalla en un orgasmo, que le acelera el corazón, tiembla en sus brazos y luego explota Eliseo, dejando su semilla dentro de ella, justo en el momento exacto en que él termina dentro de Taiel, un rayo cae sobre ellos dos.
En el vientre de Taiel un lobo se comienza a formar, pero pareciera que su vida se apagaba. Eliseo perturbado reacciona y nota que Taiel no responde.
Temblando la toca, teme por su vida; al verla quieta, pálida y que no reacciona, con lágrimas en los ojos la llama desesperado y ella no responde, comienza a hacerle maniobras de reanimación y ella no responde, acomoda sus prendas, la toma en brazos y corre con ella bajo la lluvia, temeroso de que algo grave le sucede a su gran amor. Desesperado, corre al ver la casa de la bruja del bosque.
—¡¡¡Hechicera, ayuda!!!
Ella lo oye, se apresura a abrir la puerta y cuando se acerca, se sorprende al ver que es Taiel, su nieta —¿Qué le sucedió, por qué está así?
—Nos golpeó un rayo y creo que ella recibió el impacto del golpe y la descarga —Eliseo, mientras le relataba lo sucedido, no podía contener las lágrimas — Sucedió muy de repente, era una noche maravillosa y de pronto cayó el rayo y llegó la lluvia.
—Acuéstala sobre la cama, debo revisarla.
Él se queda junto a ella tomándola de la mano fuertemente, sin dejarla por miedo a perderla.
Mientras tanto, en el castillo, el pequeño príncipe sufrió una caída y se desvaneció; todos corren a ver qué sucedió con él. Demian se encontraba tranquilamente jugando cuando sintió una descarga en su cuerpo y perdió el conocimiento, como si ya sintiera que algo le sucede a su futura luna.
Luego de revisarla, con mucha cautela, la hechicera no tiene buenas noticias.
—Eliseo, necesito hablar contigo, esto es muy grave.
Eliseo se prepara para oír lo peor; una angustia lo invade, le tiembla el cuerpo, sus manos sudan, quiere hablar y no le salen las palabras.