Capítulo 1

1695 Words
Tengo el corazón desbocado hasta sentirlo fuera de mi interior. Son las siete de la mañana y miro por el cristal polarizado de mi Ferrari la entrada principal del edificio. Me remuevo un poco en el asiento. Siento que se transpira tensión en todo el ambiente, aunque intento mantener la calma y la ansiedad que hace que sienta un nudo en mi estómago y a la vez una presión en mi pecho. Cierro los ojos e intento recuperar la calma, pero siento que hoy me sucederá algo. "Es sábado"; el maldito día del que me sucede desgracia tras desgracia y todo eso inició por el maldito de Carlos, ese infeliz que decidió chantajearme con publicar el video en el que ambos estábamos follando en el estacionamiento y como no quise ascenderlo de puesto, el maldito lo publicó y ahora ese puto video de quince minutos se encuentra en las redes. Ahora soy la chica porno o la que tiene buen culo, según Google tengo muchos títulos del que son muy reproducidos por las redes. Uno que otros me halagan y otros piden entre comillas y mayúscula que quieren contactarse conmigo para que me follen de una y mil maneras que desean. Puede que me haya levantado con un poco de sarcasmo, ya que no puedo evitar en pensar que mis sábados son una total mierda, aunque para unos es drama, pero para mí es solo calamidades y desgracias. Puto infeliz de mierda, ¡me ha jodido mi vida!, pero todo esto es por mi maldita culpa por no darme cuenta de lo puto y traicionero que es. Ah... Tengo ganas de matarlo o de cortarle el minúsculo pene que tiene, ya que es falso eso de que tiene buen material. Ah, mierda, ahora mi vida es una mierda. Me he derrumbado y mi almohada sabe cuándo he llorado, pero un ser dentro de mí me dice que no le dé gusto a esas malditas ratas que quieren mi vida, mis esfuerzos y mi cabeza ante todo. Ha pasado una semana completa y hoy sábado se cumplen los ocho días de mi desgracia. Cada día que pasa es como un día en guerra ante todo mis empleados y lucho para poder mantener mi firmeza ante ellos, ya que no quiero que vean lo frágil que me siento. Soy consciente que es mi culpa por involucrarme con el personal, pero la maldita sensación de tenerlo dentro de mí me cegó por completo y no medí las consecuencias, mientras que el infeliz sabía perfectamente lo que hacía. Ah, ya me harté de esta maldita situación y de todo lo que implica. Respiro profundo tras abrir mis ojos, agarro mi cartera y es cuando decido salir, ya que aquí no podré enfrentar lo que día a día se viene. No niego que tengo miedo que los dueños de la empresa decidan despedirme por el prestigio de la marca y de la empresa. He luchado con los inversionistas, hasta contraté un abogado para que se encargue del maldito que publicó el video y de defenderme de todo aquel que quiera hacerme daño. Obvio que el infeliz está despedido y que el video ha sido borrado, pero no por completo, dado que hay millones de descargas y con eso no puedo batallar. Salgo del auto, con la frente en alto me alejo un poco hasta toparme a Fernando. Él es el portero y el único que lleva mi auto al estacionamiento. —Bienvenida, Licenciada —dice con mucha amabilidad. —Gracias —asiento. No soy de muchas palabras y ahora tengo que recuperar mi reputación laboral, dado que mi vida personal me está afectando. Entrando a la empresa “Estilos de vida”; la que me ha dado todo lo que tengo hoy en día. Aquí he dejado todo lo que soy y me ha dado lo que me corresponde tener. Soy una chica de pocos amigos porque mi trabajo es transmitir la autoridad y lo que represento para cada uno de los empleados e inversionistas, pero últimamente mi vida personal ha invadido mi vida profesional. Me detengo al llegar al ascensor, presiono el botón y espero que las puertas sean abiertas. Y en menos de un minuto las puertas se abren permitiéndome entrar. Presiono el botón ocho, ya que mi oficina queda en el octavo piso y cada piso tiene su función y un encargado de administrar y dirigir. Mi puesto es la presidencia, no me quejo por los dos años que tengo de ser presidenta, de tener este cargo importante y también por los seis años que fui una simple administradora de la producción. Obtuve un puesto invisible para muchos, pero para mí es y será importante porque ahora soy lo que soy por ese puesto y por luchar para llegar donde estoy. Es larga la historia de cómo logré ser una mujer importante y reconocida... Ah, no me canso de recordarlo, dado que ese hombre se retiró y me dejó su cargo, pero hoy en día se debe estar arrepintiendo por la polémica en la que la empresa está pasando, ya que la prensa no hablará directamente de mí, sino que hablarán de la presidenta de la empresa “Estilo de Vida”. Parpadeo un par de veces al escuchar el sonido del ascensor y las puertas abrirse. Mis ojos se abren al ver todo el pasillo asolado, me pregunto ¿dónde está todo el personal? Sé que es temprano, pero uno que otro empleado debería de estar aquí, dado que los sábados se trabaja cuatro horas. Cada cubículo pertenece a una persona con un sueño del que un día yo tuve y del que se hizo realidad, aunque ando en la cuerda floja, pero me levantaré de todas las consecuencias de las que no puedo arrepentirme porque no hay vuelta atrás. Las siete de la mañana y aun los pasillos estaban vacíos. El unísono de mis tacones deambula por los pasillos hasta llegar a mi oficina y centrarme en el trabajo para demostrar que nadie me derrotará. Me detengo al escuchar risas y entre más me acercaba, más escucho las risas. Oh, pensé que aquí no había nadie aparte de los guardias. —No sé por qué han permitido que esa actriz porno siga como presidenta en esta empresa —susurra y mis ojos se abren de golpe—, no podemos permitir que esa promiscua siga con nosotros, ¡nos daña nuestra reputación! La que no puede permitir que se siga hablando de mí ¡seré yo!, dejé pasar toda una semana, pero ahora no pienso permitir que ellas sigan barriendo mi nombre por todo el pasillo de la empresa. —Leticia tiene toda la razón —afirma, mi corazón se estremece y las ganas de enfrentarlos aumentan—, solo recuerden lo que vimos en ese video—retrocedo un poco, aunque siento que mis piernas me traicionan—, él tiene un tremendo tamaño y duro como un tronco, ah, es todo un bate y por eso la muy perra disfruto. No, no me pienso derrumbar por lo que ese grupo de puta dicen. Soy una mujer fuerte y las mandaré a la v***a hasta que las muy putas se arrodillen ante mí. —Y viste como ella gritaba por ese tremendo pene —relame sus labios—, es el mejor video hot que hemos visto y solo por eso esta empresa no puede perder prestigio. —No pensé decirlo, pero creo que no la despedirán, ya que es obvio que la zorra le hace una buena mamada a todo lo que tenga pene. ¡¡¡Malditas perras!!! Vienen a trabajar o llenarse de mierdas contra mí... Me estoy hartando de esta situación y creo que es tiempo de poner orden y que todo aquel que se interponga en mi camino será arrastrando a comer mierda porque ya no permitiré que disfruten de ese puto video. —¡Bravo! Esto es para celebrarlo en grande —me acerco a ella con pasos lentos y precisos tras aplaudir y mostrar mi rostro de perra—. Soy la puta que se acuesta con sus trabajadores y ahora soy famosa por un video demasiado candente, pero eso no es todo porque ahora soy una peste para todas las mujeres castas que existe en la faz de la tierra. Las mujeres del círculo de santas María se han quedado pasmadas al verme, hasta puedo decir que sus almas las han abandonado. —Yo... —tartamudean en unísono—¡No es lo que usted cree! —Oh, no es lo que yo creo —exclamé en tono burlesco—, esperen si entendí, ¡no es lo que pienso, pero tengo que irme para no infectar a las santas de esta empresa!, aunque también está eso de que soy buena mama... —Lo siento, pero creo que es hora de trabajar Licenciada —todas empiezan a descontrolarse buscando la manera de desaparecer de mi vista. Tengo ganas de agarrarlas del cabello y de arrastrarla por todo el pasillo hasta que dejen de respirar. Malditas perras, piensan que son las vírgenes, pero la verdad es que son igual o peor que yo. —No, creo que cada una de ustedes están, despedidas por no cumplir con el reglamento —ladeo un poco mi cabeza y disfruto al ver su rostro de sorpresa—, así que cada una de ustedes pueden ir a sus cubículos y limpiar de una vez, porque en un momento firmarán sus cartas de despido. No sé si me estoy pasando, pero es que ellas cruzaron la raya y así como ellas se divierten con mi desgracia creo que yo también tengo el derecho de disfrutar. —Buenos días, al parecer se inició una reunión de la que no se me fue invitada —pongo mis ojos en blanco al escuchar la voz de mi amiga—, es sábado y me imaginé que necesitarías ayuda—susurra cerca de mi oído. No sé si su presencia me conforta o me está arruinando mi momento. —Llegaste en un buen momento —en mi rostro se dibuja una enorme sonrisa.
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