BLAKE ASHFORD Toqué “Entrar”. La pantalla se oscureció unos segundos y después apareció la escena. Una habitación envuelta en luces rojas, apenas iluminada por lámparas tenues que daban la sensación de estar dentro de un infierno privado. El fondo era de terciopelo oscuro, las sombras jugaban con la silueta que acababa de aparecer en el centro. Gigi. Vestía una gabardina larga, ceñida en la cintura, y el contraste entre el rojo de la luz y el blanco de su piel era tan violento que casi dolía mirarla. Se movía despacio, como si supiera que cada segundo de espera era gasolina para el deseo de los que la observábamos. Yo me descubrí apretando la mandíbula, deseando que estuviera desnuda bajo esa tela, que un simple movimiento bastara para revelarlo. Se acercó a la cámara, con una sonrisa

