Prohibida 5

1668 Words
—¿De qué hablas Mia? —Be comienza a ver por el espejo retrovisor, conduce por vías errantes que no nos llevan a nuestro destino y el auto n***o con lo que parecen dos ocupantes sigue detrás de nosotras, volteo a ver a Be con gesto preocupado, ella se estaciona en un centro comercial nos bajamos rápidamente y caminamos para ingresar a este, comenzamos a correr y buscamos una salida opuesta, con prisa tomamos un taxi, subimos en el y comenzamos a ver para todas partes con nerviosismo. —¡¿Que carajo?! ¿Por qué no están siguiendo? —Be habla molesta, tengo la seguridad que son los Anderson, solo pueden ser ellos, están robando mi tranquilidad ¿Cuándo van a detenerse?, debo salir de este matrimonio pronto, necesito ser libre otra vez. —No lo sé Be, creo que mi querida suegra tiene que ver en esto, sé que a Jacob no le importo, pero Clarisse por alguna razón está interesada en que vuelva con su hijo —digo con desanimo, hasta hace pocos días tenía una vida “normal” y en poco tiempo todo cambio, me siento perdida. —Cruela otra vez ¡Bruja del demonio! —hace un gesto de desagrado —, debemos protegerte de esa gente, no se lo que quieren contigo, pero no deber ser nada bueno. Asiento con la mirada perdida. Al llegar a la casa de Be buscamos con la mirada algún auto sospechoso, entramos y nos sorprendemos al ver que todo está de cabeza, entraron a la casa, Be entra a su estudio y está en las mismas condiciones, se toma la cabeza con preocupación, yo subo a la habitación de huéspedes no dejaron nada sin revisar, me siento en la cama tengo el corazón a mil y pienso en si llamar a Jacob para que el divorcio se haga rápido a ver si esto termina y me dejen en paz de una vez por todas, él debe aceptar, sabe que lo nuestro termino hace mucho tiempo, tomo el teléfono de la casa con las manos temblorosas, con todo esto he olvidado comprar un nuevo teléfono, marco los números que se me de memoria, después de tres sonidos escucho su voz. —Jacob Anderson —responde con palpable arrogancia. —Jacob —hablo y él se queda en silencio al otro lado de la línea. —Mia —escucho que habla bajito, debe estar con una de sus amantes. —No es necesario todo esto, Jacob, llame para informarte que ya hable con mi abogada, quiero el divorcio, ella te contactara pronto, no hagamos esto más difícil, no necesito hombres siguiéndome, ni que le hagan daño a las pocas personas que conozco, ve el lado positivo, podrás revolcarte con cuanta mujer se te ponga en frente —Intento que mi voz suene firme, pero a estas alturas es muy difícil. Le escucho reírse. —No —suelta inesperadamente, siento la rabia inundarme —. No te daré el divorcio, debemos seguir siendo la pareja perfecta que éramos, ¿recuerdas mi vida?, todos los momentos que vivimos juntos, vuelve a casa te espero con los brazos abiertos —siento la ironía en su voz. —¿A qué juegas Jacob? ¿Se te olvida que tengo las pruebas de tu infidelidad en mis manos? —observó el lugar donde guarde la memoria. —¿Las tienes? Yo que tú reviso esas pruebas, no tienes nada mi vida —afirma con sorna. Corro a tomar la memoria del teléfono y la busco, pero no la encuentro por ningún lado, claro esa fue la razón por la que se metieron a la casa, toco mi frente con angustia, ¿Cómo pude ser tan tonta? —¿Lo ves mi vida? No tienes nada, no podemos divorciarnos, no hay motivos. Sabes que mi padre será senador del país y necesita una familia unida y perfecta, vuelve pronto a casa mi amor, quizá después de que pase la campaña te dejo libre o no lo sé, debo pensarlo, aunque yo soy la victima aquí. Mi amada esposa me abandona sin motivo, mata a uno de sus pacientes, ¿a quién le interesaría contratar a alguien tan poco confiable? Sin contar que te has quedado sin dinero, tu vida está acabada si no vuelves conmigo, no tienes mucho tiempo para pensarlo, lo haces por las buenas o lo haremos por las malas. Escucho como corta la llamada y su risa me irrita. —¡infeliz! —grito y golpeo la cama, ni loca vuelvo, debo encontrar la manera de mostrar quien es el idiota con quien me case y su horrible familia. Después de varios minutos Be entra a la habitación y toma una maleta, empaca algunas de sus prendas yo la observo en silencio. —¿Qué haces? —cuestiono al ver la prisa en sus movimientos. —Te vas a Roma, escuché la conversación, discúlpame fui metiche —me mira y vuelve sus ojos a la maleta. —Ya compré el tiquete y hablé con Blake no le di detalles, pero está feliz. —Be, no quiero seguir casada con él y necesito reunir las pruebas de su infidelidad para poder divorciarme es la única forma y también debo demostrar mi inocencia a estas alturas dudo que el paciente exista—, odio la idea de seguir atada a él, pero desaparecer es lo único que me queda, lo siguiente será volver y enfrentarlos. —La familia Anderson es peligrosa, pueden llegar a forzar tu regreso, ¿Qué no lo ves? Jacob acaba de amenazarte, tienen suficiente poder para que no puedas recuperar tu vida, ve por un par de semanas mientras se calma todo, yo seguiré a Jacob y buscare las pruebas de que es un promiscuo y se las entregare a la abogada, si no saben de ti puede bajar la guardia. —Si, lo se —comentó, es Perfecto. —Unas semanas posiblemente un mes, para ese momento esperemos tener todo resuelto, no podemos dejar que ganen y te sigan presionando o algo peor, Mia, ¿no te das cuenta que estas en peligro? —toma mi rostro entre sus manos, me quedo en silencio y agradezco tenerla a mi lado, sin ella, no se que sería de mi ahora. —Si, si, volveré con las armas suficientes para demostrar al país quienes son los Anderson—digo segura y le ayudo a guardar un par de cosas y me pongo ropa cómoda. —Me pondré tu ropa y saldré en el auto, los hombres que te siguen Irán detrás de mi tu pide un taxi y vas al aeropuerto, tu vuelo sale en tres horas. —Gracias Be, no sé qué hubiera hecho sin ti, me he sentido perdida, cuídate por favor, si te pasa algo… —Tranquila estaré bien —, Be me abraza con fuerza —llámame apenas llegues, estaré pegada a mi teléfono —sale de la habitación y toma la ropa que yo llevaba esta mañana, cuando esta lista, sale en al auto que es de sus padres y lleva tiempo guardado, noto por la ventana como una camioneta negra la sigue. Un rato después llega el taxi, corro hasta él y subo, le pido que me lleve lo más rápido que pueda al aeropuerto, que tal si descubren que es Be quien va en el auto y no yo. En el aeropuerto soy un manojo de nervios, los minutos se hacen eternos, hasta que escucho que es momento de abordar el vuelo, respiro y observo de un lado a otro, no dejo de hacerlo hasta que entro ingreso al avión, espero que despegue y ahí es cuando por fin mis nervios se apaciguan, me permito ver la cuidad que estoy abandonando a la fuerza. Casi nueve horas después aterrizamos en Roma, salgo con mi pequeña maleta y camino para buscar un taxi. —MIA —veo a lo lejos a Blake levantando la mano. Corro hasta ella y la abrazo. —Qué bueno verte —digo en nuestro abrazo. —Estoy feliz de que estés aquí, aunque lamento las circunstancias que te han traído, todo se arreglara Mia, llamare a Be para que sepa que ya has llegado —Toma su teléfono y hace la llamada. —Gracias al cielo llegaste bien —afirma tocando su pecho. —Gracias por tanto Be, ¿los hombres que te seguían se dieron cuenta? — pregunto preocupada. —Si cuando imagine que tu vuelo había despegado, me asegure que sepan que era yo y no tú, los vi moverse de notaban confundidos— afirma riendo. Niego con la cabeza —bueno vayan a casa, te contare lo que suceda aquí y seguiré buscando esas pruebas, las quiero. —También te quiero —Respondemos al tiempo Blake y yo. Salimos en el auto de Blake y caminamos a un restaurante ella compra algo de comida y comienza a hablar de lo maravillosa que es la cuidad y a los lugares que me llevara mientras estoy aquí. —Quiero que en el tiempo que estés aquí, te olvides de todo —le da una mordida a un trozo de pizza que compro, caminamos a un edificio que queda frente al restaurante. —Lo intentare —respondo luego de un suspiro, ella me acaricia el hombro y me regala una dulce sonrisa. Llegamos al piso de Blair, es bonito y acogedor, ya tiene la habitación lista para mí, nos sentamos en la cama. —Estos días estaré ocupada en casa di cura (Hospital), así que no poder dedicarte mucho tiempo, pero la semana que viene tendré unos días para ti, claro que si te sientes sola puedes ir a visitarme así conoces la ciudad. —Te tomare la palabra, creo que salir y dispersar mi mente me servirá un poco. —Perfecto ahora descansa y hablaremos más tarde. Me pongo ropa cómoda y me acuesto en la cama, los pensamientos me atormentan hasta que logro quedarme dormida.
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