Vivir con él

1079 Words
Jenn se acerca y me abraza, trato de ser fuerte, pero no puedo evitar llorar y dejar salir el dolor acumulado en mi pecho. Hace unas horas, estaba feliz porque iba a ser la mujer más afortunada del mundo al estar con Liam. —¡Mamá! ¿Cómo pudieron hacer esto? Pensé que consideraban a Sarah su hija. —Jenn, no te metas en esto, tu padre y yo sabemos lo que hacemos. —Acaban de arruinar la vida de Sarah, juro que si algún día me hacen esto y me obligaran a casarme con un hombre que no amo, preferiría suicidarme. Jenn se va muy molesta y Margaret la sigue, ya no hay invitados y me quedo sola en el altar. Jenn tiene razón, podría acabar con este sufrimiento en este mismo instante. Bajo del altar y camino hacia la mesa, tomo una botella de vino y bebo hasta dejarla a la mitad, después cojo el cuchillo. Lo coloco sobre mi muñeca, recuerdo a mamá en ese momento, era una mujer increíble y fuerte. Sander me arrebata el cuchillo. —¿Qué crees que estás haciendo, Sarah? —Dejar de sentir, no voy a aguantar mucho más tiempo, papá. —Dile a Matthew que… —¿Qué quieres que le diga? ¡Que por donarle un órgano perdí a nuestro hijo! Eso sucedió hace mucho tiempo, ¿crees que cambiaría algo? Matthew ya no es el mismo chico que me amaba, es un hombre de 29 años machista y me odia, tiene una novia y espera a su hijo. ¿Qué parte de que me arruinaron la vida no entienden? —¡Sarah...! Corro hacia la salida y doy gracias al cielo al ver un taxi aproximarse, le hago señal y subo antes de que Sander pueda alcanzarme. El hombre, mientras conduce, me mira de forma extraña. Tengo los ojos rojos e hinchados, y el maquillaje corrido. Al llegar a mi mansión, entro para buscar mi bolso y pagar. Pago al taxista y rápidamente, sin siquiera subir a mi habitación, me quito el maldito vestido. Miro la foto de Liam y yo en la pared. Ese maldito cuadro. Voy a la cocina por un encendedor, le prendo fuego y después arrojo las cenizas al bote de basura. Voy a mi habitación en ropa interior, me quito todo y me meto a bañar. Otra vez esa sensación. Es como si llegara a un punto de dolor límite y dejara de sentir. En este momento no siento nada, es como una maldita pesadilla. Termino de bañarme y seco mi cuerpo. Me pongo una bata y me acuesto en mi cama, esto me hace relajarme. —¡Sarah! ¡Sarah! Abro los ojos, todo está claro. No puedo creer que haya dormido por tantas horas. Ya es de día y escucho a Sander llamar a la puerta de mi habitación. Abro y él entra. —Sarah, estaba tan preocupado por ti. —No quiero verte, no sé cómo fui tan estúpida y dejarme convencer. Aunque me odien, pronto comenzaré los trámites del divorcio. —¡Yo pienso lo mismo! —dice Matthew parado en la puerta. —Está bien, quieren el divorcio, lo entiendo, chicos. —Sabía que lo harías, papá. Le doy un abrazo. —No me dejaste terminar, Sarah. No tendrán trabajo, herencia y haré que si buscan trabajo en otra empresa, no dejaré que tengan otro empleo. Perderán todos los privilegios que tienen. O la opción 2, que es irse a vivir juntos en este momento como marido y mujer. Además, no olvides que solo te daré un mes para que quedes embarazada, Sarah. —Acepto, toma tus cosas y te espero abajo —dice Matthew. —¡¿En serio?! Prefieres vivir este infierno que quedarte sin dinero. —Sí, si tengo que ver tu maldito rostro todos los días por mantener mi estatus lo haré. No se puede decir lo mismo de ti, tu madre era una maldita sirvienta y por desgracia llegaste a nuestra vida. En cambio, Angelina es una hermosa rusa y viene de una buena familia. —¡Cierra la boca, Matthew! —Le grita su padre. —No me avergüenza mi origen. ¿Sabes la diferencia entre tú y yo? Es que fui la mejor en la universidad y la mejor en la empresa. Si Sander me quita todo, me mudaré a otra ciudad y construiré una empresa desde cero. Incluso puedo hacerlo sin dinero. ¿Puedes decir lo mismo de ti, bastardo? Solo usas tu oficina para acostarte con tus secretarias. —Eso es verdad, por eso prefiero a Sarah, y lo sabes Matthew. Ojalá ella fuera mi hija, estoy tan decepcionado de ti, hijo. Creo que fue un error dejarte ir a ese servicio militar por tres largos años, eso te llevó a la ruina. —¡Crees que esta perra vale más que yo! ¿Qué pasa, papá? Siempre la defiendes, ¿acaso te gusta y te la quieres follar? Porque si es así, hazlo. No me sorprende viniendo de ella. Sander le da una bofetada a Matthew. —¡Nunca vuelvas a decir algo así! Llévate a Sarah y si me entero que la tratas mal, juro que no me importa matarte aunque seas mi hijo. Haré que seas un buen hombre aunque me odies, Matthew. Sander sale de la habitación, Matthew saca una botella y bebe. —¡Deja de beber! Esa fue la razón por la que te donaron un riñón, ¿quieres perder el otro, imbécil? —No te metas en lo que no te importa, toma tus malditas cosas y te espero en el auto. No tengo otra opción, guardo en dos maletas lo necesario, me cambio y después bajo. Miro mi hogar por última vez y espero volver lo antes posible. Subo mis maletas en la parte trasera, luego me siento en los asientos de atrás, no quiero ir a su lado. Por el camino, nos invade la tensión del silencio. Abro la ventana y él la cierra rápidamente, lo hago una vez más, pero él pone seguro desde el control y bloquea las ventanas. —¡Tengo calor! —Mi auto se llena de polvo, ¿vas a limpiarlo tú? Aunque creo que podrías hacerlo, ya que tu madre era una sirvienta, supongo que eso también debe estar en tus genes. No digo nada, me pongo mis audífonos y escucho música. Es mejor ignorar a este desgraciado o las cosas podrían empeorar.
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