Daniel
Delaine me había estado llamando por la mañana, pero no había nadie más importante que Perla en este momento, estaba preocupado por ella, por la manera en que lloraba, no me gustaba que se sienta sola en momentos como estos, porque lo único que quería era apoyarla en todo lo que ella pasaba, en todo lo que la atormentaba, quería ser esa persona que pudiera protegerla de todo lo que pudiera lastimarla.
Su sonrisa mientras estábamos en la cafetería me parecía única y estaba seguro de que daría todo para que esa felicidad jamás apagara.
- ¿Quieres algo para que comas más tarde en tu oficina? - pregunte y sus ojos brillaron mirando la carta
- ¿De verdad puedo llevar algo? - suspiro - Lo mejor sería que no, tanto dulce me hará subir de peso- dejo la carta en la mesa y yo sonreí
-No
