2. Una persona inesperada

2974 Words
Mientras evaluaba y llenaba las historias de mis pacientes recibí la llamada diaria que mis padres me hacían para saber cómo iba todo, así que antes de responderla me llene de valor y nuevamente fingí que todo iba bien, que había sido la mejor decisión que habían tomado por mí. —Hola papá, mamá, ¿cómo se encuentran? —Hola hija, estamos de maravilla, nos está yendo muy bien con las ventas —enfatizaba mi padre, a la vez que escuchaba también a mi madre saludarme —¿Cómo van los estudios? —preguntaba mi madre —De maravilla, en dos años me graduó —¡Qué alegría Evannia y que orgullo que pronto serás médico!— respondía esta vez mi padre, demostrando estar muy contento por lo que les decía —Sssiii, un orgullo como ustedes siempre lo han querido —respondí, desilusionada de que ellos no se dieran cuenta de que esto no me hace feliz —Evannia, te enviaremos algo de dinero para que no te falte nada —No te preocupes padre, estoy bien no hace falta —¡Tonterías! lo haré, entiendo que nos necesitas y que no tienes tiempo para trabajar y mantenerte, por eso lo hacemos —Está bien, como digas, perdónenme pero debo dejarlos, tengo pacientes que atender —Desde luego hija lo entendemos y dejamos que te ocupes, te amamos —refería para después también hacerlo mi madre y seguidamente colgar. Después de terminar esa llamada me dirigí a un baño cercano, estando allí solloce hasta más no poder. El saber todo lo que hacían por mí me hacía sentir una mala persona si abandonaba esto que hacía, así que solo seque mis lágrimas y me repetí que debía seguir, ellos no se lo merecían. Estando calmada salí y seguí con la rutina diaria. Apuntaba datos de nuevos ingresos que habían llegado al hospital cuando de pronto escuche que alguien pronunciaba mi nombre. Al haberme girado me di cuenta que era la doctora Stefany Sanders, alguien que me tenía mucho cariño y aprecio desde que llegue aquí. —¡Cariño! te he buscado por todas partes y como no tengo tu teléfono se me ha hecho imposible saber de ti— exclamaba habiéndose acercado para darme un cariñoso abrazo —Hola Doctora Sanders ¿Qué necesita? —contestaba luego de corresponder a su abrazo —Dime Stefany ya te lo he mencionado antes Evannia —Está bien, ¿que necesitas Stefany? —Así está mejor y acompáñame necesito presentarte a alguien. Como me indicaba que la siguiera, antes quise preguntarle sobre lo que mencionaba. —¡Ah, por supuesto! olvide que no te lo mencione ¡Que cabeza la mía! Evannia, eres una de las mejores estudiante que tenemos y se tu condición económica, por ello decidí postularte para que atiendas a uno de nuestros pacientes exclusivos —¿Yo? pero aun no soy medico —Eso lo sé Evannia y por eso pensé que podías hacerlo como su enfermera, manejas muy bien los medicamentos y sabes realizar casi todos los procedimientos quirúrgicos —Gracias por pensar en mi pero... y si no lo hago bien Stefany —Claro que no, lo harás excelente —Bien ¿y en qué área del hospital se encuentra ese paciente? —No está aquí Evannia —¿Cómo? ¿Siendo asi como estaré a su cargo? —Es un paciente exclusivo de este hospital, pero no lo tenemos aquí en vista de que presenta varias problemáticas, por ello su madre vino —¿A qué te refieres con que presenta varias problemáticas? —Evannia ¿has escuchado hablar del apellido Abramovich? —No, en realidad no —¡Qué extraño! ese apellido es muy conocido, tanto aquí en Londres como en todo Reino Unido. Te lo pregunto porque cuidaras al heredero y único hijo de la señora Abramovich. El y su madre son los dueños y propietarios de la cadena de restaurantes de comida sin gluten en Reino Unido. Lastimosamente presenta hemofilia adquirida, (esta es una enfermedad autoinmune que aparece cuando el propio organismo genera anticuerpos que atacan al factor de coagulación VIII) Esta le fue provocada por la celiaquía que también padece (La enfermedad celíaca es una afección autoinmune que daña al revestimiento del intestino delgado. Este daño proviene de una reacción a la ingestión de gluten) —Al parecer siendo pequeño la adquirió y eso desencadeno a que también padezca de agorafobia (tipo de trastorno de ansiedad en el que se tiene miedo a los lugares externos o las situaciones que podrían causar pánico) —Por ese motivo vino a buscar a alguien que le preste apoyo con su hijo, ella es una mujer muy ocupada Evannia —Entiendo ¿qué edad tiene el pequeño, Stefany? —ante mi pregunta note que se sonrió, gesto que me extraño de su parte —¿Qué pasa? ¿Porque sonríes? ¿Acaso no es un chiquillo? —Para nada, es un joven de veintiún años —¡Vaya! creí que era un pequeñín —Si lo note, pero ahora que sabes lo que padece, dime ¿quieres hacerlo? Pensé en ti porque sería una excelente oportunidad para que tengas más práctica y además ella te pagara muy bien, lo que harás será un trabajo, solo que si crees que no puedes, pues buscare a otra persona —¡No! puedo hacerlo, acepto Stefany —¡Ahhh! qué bien por un momento pensé que te negarías, ahora si acompáñame, ella nos espera en mi consultorio. Nos dirigimos al elevador ya que su consultorio estaba en otro piso. Mientras íbamos en este pregunte como haría con mis prácticas en el hospital. —No te preocupes por eso, hablare por ti y lo solucionare, hazte la idea de que él será tu paciente y que si lo ayudas en todo aprobaras el año —Está bien, confiare en ti, pero ¿puedo saber cuáles fueron el resto de los motivos que te llevaron a escogerme? Como sabía que habían otros estudiantes más capacitados intelectualmente, quise saber porque exactamente proponerme a mí. —Tú eres la indicada Evannia, aparte de lista te veo tan pura, eres muy amable y tengo la certeza de que le serás de gran ayuda —escuchar que dijera que me ve pura me hacía pensar si tanto se notaba en mí, quizás por mi forma tan patética de lucir les daba esa impresión. A los pocos minutos llegamos a su consultorio, allí nos encontramos con una mujer muy atractiva y de aspecto muy fino esperándonos. Ella tenía un cabello rubio hermoso y uno ojos azules tan preciosos como el zafiro. Al verme me saludo, presentándose como Rose Abramovich, posterior a eso le pregunto a Stefany si yo era la que había postulado. —Si señora Abramovich, ella es Evannia Walsh, será perfecta para estar al cuidado de su hijo —No lo sé Stefany, se ve muy joven ¿qué edad tienes, señorita? —preguntaba la fina dama —Tengo diecinueve y en dos años culminare mi profesión de medicina— al mencionarlo ella solo me detallaba y a la vez hacia una expresión como si lo pensara. El hecho de que me observara de esa forma me hacía sentir insignificante, ella era tan hermosa y yo tan poco agraciada y sin gracia que no me sentía cómoda con su mirar —Está bien, aceptare que lo cuides, necesito urgentemente quien se pueda quedar con él y este al pendiente de su medicación. Tengo mucho que hacer y realmente no quiero dejarlo solo —Descuide señora Abramovich, Evannia lo hará muy bien—al escuchar que Stefany le hablaba muy bien de mi asentí con la cabeza indicándole que así seria —Stefany, aún sigo esperando que ocurra ese milagro de que mi hijo vuelva a ser un chico sano como lo era a los cuatro años —profería la señora Rose, la cual tomo asiento mientras algunas lágrimas rodaban por sus mejillas —Esperemos que si ocurra, solo tengamos algo de esperanza —contestaba Stefany dándole apoyo, por mi parte solo estaba de pie viendo esa triste escena. Posteriormente se levantó e indico que vendría por mí a las tres de la tarde para llevarme a su casa y presentarme a su hijo. —¿Stefany te comento lo que padece Zayn? —¿Zayn?—pregunte en vista de que no sabía a quién se refería —Es mi hijo, así se llama, Zayn Abramovich— mencionaba la señora Rose amablemente —¡Ohh! lo siento no sabía que así se llamaba y si la doctora Sanders ya me platico sobre su estado de salud —No te preocupes Evannia es mi culpa por no habértelo dicho. Después de eso ella se retiró, reafirmándome que a dicha hora pasaría por mí, que estaría en la entrada del hospital, le di mi aceptación y me despedí de ambas para volver a mi piso y terminar lo que me faltaba. Como había quedado de ayudar a Brandon en la hora del almuerzo al terminar mis deberes baje a la cafetería y me mantuve esperándolo hasta que llegara, algo que no pasó y solo llego Karen a almorzar conmigo como de costumbre. —¡Uff! que mañana tan cansona ¿no? —exclamaba para tomar asiento —¿Qué tal tu mañana Evannia? —escuchaba su pregunta, pero solo pensaba porque Brandon no aparecía —Heyyyy Evannia ¿Qué te pasa? ¿No me escuchas? —llamaba mi atención dado que se daba cuenta que estaba pensativa —Lo lamento Karen, estaba pensaba en algo —¿En algo o en alguien? —Sí, tienes razón en alguien —respondí después de sonreírme para luego llevar un bocado de comida a la boca —Es por Brandon ¿no? —Si... es que quedó conmigo a la hora del almuerzo y aun no aparece —Ah, ya veo ¿y no sabes dónde está? —No, me imagino que estará ocupado —Sí y lo está, muy ocupado —lo decía de una manera muy extraña para empezar a tomar su bebida que me causaba curiosidad —¿De qué hablas Karen? ¿Porque lo dices con un tono extraño? —Porque cuando venía hacia acá lo vi con una de nuestras compañeras en los dormitorios que solemos usar para descansar en las guardias —Crees que ellos estén… —Obvio Evannia, yo diría que aquí todos lo hacen. Bueno, no todos, tu no —Y tú tampoco —Lamento desilusionarte mi amiga, pero si lo he hecho, varias veces con el doctor Max por cierto —¿Qué? pero él está casado —¿Y qué? solo es una aventura lo que tenemos. Evannia si no haces cosas que te sacan de tu zona de confort nunca cambiaras de ser como eres —No quiero cambiar Karen y menos de esa manera —Está bien no seas una inmoral como yo que ando con hombres casados, pero arriésgate, enamórate con locura de alguien que te haga querer desearlo cada segundo y olvídate de los demás —No creo que eso pase, nadie querrá perder su tiempo conmigo —Otra vez con esa actitud Evannia, no, ya no puedo escuchar más — repuso enojada mientras se levantaba del asiento, llevando consigo su almuerzo y dejándome sola en la mesa de la cafetería. Luego de eso las horas pasaron muy rápido llegando a ser las tres de la tarde muy pronto. Estaba un poco exhausta, pero sabía que tenía un compromiso, por esto me encontraba esperando en la entrada del hospital a la señora Rose para que me recogiera como habíamos quedado. Al poco tiempo llego en un lujoso auto obscuro y desde la ventanilla me saludaba e indicaba a su chófer que abriera la puerta para que entrara, orden que el hombre hizo cortésmente para luego subir y poner en marcha el auto. —Evannia, gracias por tu cooperación y espero te lleves muy bien con Zayn, él es un poco callado, pero deberás entenderlo, todo lo que padece no es fácil para un joven como el —No se preocupe señora Rose, haré todo lo que esté a mi alcance. El pensar que era tan joven y que padeciera tres trastornos me hacía sentir un poco de lastima por él, aun si haberlo conocido. —Evannia, quería comentarte otra cosa. Habrán algunos días que deba ir de viaje de negocios y espero puedas quedarte en la casa y acompañarlo tiempo completo, alistare una habitación para ti —Pero...—Por favor accede, no quiero dejarlo solo —decía tras haberme interrumpido —También te remunerare muy bien por tu trabajo —De acuerdo señora Rose, acepto y no se preocupe la doctora Sanders me indico sobre el pago por mi labor —Gracias por entender y espero puedas estar con el mucho tiempo, siempre está solo y tristemente no he tenido suerte con el —¿A qué se refiere señora Rose? —A Zayn no le duran las enfermeras, es como si las ahuyentara a tal punto que ellas solo se marchan sin decirme que ocurre, pero tú me das esperanzas, lo presiento. Escuchar que ella dijera que a él no le duran las enfermeras me daba un poco de curiosidad y también una sensación de temor por saber qué hacía para que eso ocurriera. Minutos más tarde el chófer nos mencionaba que habíamos llegado. Al haber descendido quedaba impresionada, era una casa enorme con detalles tan sofisticados que no sabía que en Londres existieran propiedades así. Como si ella adivinara que también estaba un poco desorientada, al bajar se acercó y menciono que estábamos en Kensington, uno de los barrios lujosos de Londres; lugar que nunca pensé que conocería ya que solo los millonarios y personas de alta adquisición económica viven en esta zona. —Ven Evannia, acompáñame adentro —indicaba la señora Rose para que la siguiera. Estando dentro de esa imponente casa me sentía como una hormiga, todo era enorme y lujoso. —Zayn tiene su propia área de la casa Evannia, por la razón de que no socializa con nadie que él no apruebe —Comprendo ¿usted le menciono que vendría? —Le dije que traería otra enfermera para que estuviera a su cargo — respondía mientras pasamos por un área que al parecer ella había designado dividir, dicha zona dejaba ver un espléndido lago con una hermosa vista a un jardín que también habían creado allí —En vista de que Zayn por su problema para salir no aprecia la naturaleza quise traerla a él de esta manera, aunque en realidad no la admira, se mantiene encerrado en su habitación, como si lo que padeciera fuera una maldición que le hubiese quitado las ganas de vivir. Luego de ese triste comentario y habiendo recorrido esa extensa área llegamos a una puerta enorme que indicaba que era su habitación. —Iré primero Evannia, espera aquí por favor —menciono mientras yo esperaba afuera hasta que me indicara que podía pasar. Al poco tiempo salió nuevamente y me señalo que entrara. Me adentre allí un poco nerviosa sujetando mi bolso, dándome cuenta que también era enorme esa habitación, aunque un poco obscura ya que lo único que pude apreciar que la iluminaba era una lámpara con luz tenue que estaba en un buros, percibiéndose todo como si se tratara del aposento de algún vampiro. Al mirar hacia donde ella me indicaba que estaba su hijo, me sorprendí una vez más. Era como si fuera una persona sacada de un cuento y el fuese el príncipe encantado, era alguien de tez muy blanca, con el cabello tan rubio como su madre y unos ojos verdes encantadores, tal cual como dos pares de esmeraldas. Me dejaba perpleja e hipnotizada con su majestuosa belleza. Su mirada era profundamente intensa y su rostro estaba totalmente inexpresivo. Se encontraba sentado en su cama, luciendo una camiseta azul de mangas largas y un mono, al parecer leía algo privado ya que al acercarse su madre cerró su lectura y se ubicó de pie. Estando de esa manera comprobé que era muy alto a pesar de que sufría de hemofilia adquirida, además de ser un paciente celíaco, también podía detallar que era delgado, pero no demasiado. Diría que su altura era un metro con noventa aproximadamente, pero su belleza me había dejado completamente cautivada, hasta el punto de que lo contemplaba sin pronunciar palabra. No creí que alguien así existiera en este mundo, al mismo tiempo me sentía avergonzada de que fuera tan poco atractiva delante de alguien como él. Observaba que su madre le indicaba que me saludara, pero el solo me miraba, detallándome de pies a cabeza mientras guardaba silencio. De repente la tomo de la mano y la llevo a parte, como si fuese a comentarle algo confidencial. Vi que al terminar de intercambiar palabras él se alejó y entró por una puerta mientras que su madre venía hacia mí. —Perdona su comportamiento Evannia, como te comente a él no le agrada socializar con nadie, pero esta vez deberá hacerlo, ya lo decidí —No se preocupe, entiendo su situación —Hablaré con el hoy y así mañana cuando vengas espero su trato cambie ¿podrás venir a partir de mañana? —No lo sabía, pero lo haré señora Rose —Perfecto, ahora sígueme, ordenare que mi chófer te lleve a casa—indicaba mientras salíamos de la habitación de su hijo, el cual al marcharme no volví a ver, siendo una lástima que eso sucediera ya que al conocerlo una sensación extraña brotó dentro de mí interior. Antes de retirarme de la propiedad Abramovich para ser llevada por el chófer como lo había indicado la señora Rose, intercambiamos números telefónicos para estar en contacto.
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