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La muñeca del príncipe

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escape while being pregnant
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Blurb

Príncipe Elliot, me ha pedido el divorcio tantas veces, que tal vez, un día le diga que sí.

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¡Divorcio!
¡Estoy embarazada! Dicen que los hijos te cambian la vida, no eres la misma persona que eras antes y después de tenerlos y creo totalmente, que es así. Mi madre se enamoró de un hombre que conducía una carreta en la granja del abuelo, de inmediato supo que era el amor de su vida, bajó los tirantes de su vestido, levantó su falda, lanzó miradas coquetas y dos días después él la subió a la carreta, y la convirtió en su mujer. No fue glamoroso, tampoco romántico, ese hombre era un bruto y habría subido a su carreta a cualquiera, no tenía que ser mi madre. Por cinco años vivieron juntos hasta que un día en un giro extraño del destino, aquel bruto que solo sabía cargar cajas de naranjas y presumir sus músculos, salvó la vida de un noble y le entregaron el título de barón. Con un título nobiliario y una propiedad a su disposición, abandonó a mi madre y se casó con la hija de un hombre adinerado. El abuelo estaba furioso, no con el bruto, sino con mi madre por no ser capaz de retener a su esposo, la casó con el primer hombre que se interesó en ella y mi madre, desesperada, buscó la forma de salir de ese infierno aprendiendo brujería. Fue cuando yo nací. – Duquesa, no corra, se lastimará. Mi madre me odió desde el preciso momento en que comencé a formarme dentro de su cuerpo, cinco años casada con el amor de su vida y yo tenía que nacer del viejo ebrio y asqueroso que la compró con dos monedas, ella siempre me dijo que sí hubiera nacido antes su esposo no la habría abandonado, fue mi culpa que la dejaran y era por mí que ella debía vivir con un ebrio. Pero mi padre era bueno, no tenía riquezas, títulos ni propiedades, lo que tenía era un gran corazón, si bebía todos los días era porque cuando volvía a casa, se encontraba con una mujer que diariamente le recordaba lo indigno que era en comparación con su primer esposo, papá le dio todo lo que tenía y nunca fue suficiente para la mujer que perdió su virginidad entre cajas de naranjas y que seguía esperando por un bruto. Papá murió luchando por conseguir dinero para mi madre y ella dejó que lo enterraran en una fosa común para ahorrarse el dinero del entierro. – Su excelencia está ocupado. Yo arruiné las vidas de ambos, porque nací. – Duquesa, espere. Mi esposo, el duque Elliot Arsere, hermano menor del rey y antes conocido como el segundo príncipe, alza la mirada y me observa. – Excelencia, lo siento mucho, la señora corrió y no pudimos detenerla – le explica su consejero. El desprecio en su mirada es el mismo al que estoy tan acostumbrada y su voz también es fría – estoy ocupado, espera afuera. Sí lo hago la mitad de mi determinación se perderá – acepto, te daré el divorcio – todos voltean a verme, tengo un fuerte dolor en el pecho y mis piernas tiemblan. Elliot cierra el libro que estaba revisando para mirarme fijamente – por los últimos tres años te negaste a divorciarte, dijiste que nunca te separarías de mi lado y que sin importar la forma en que te tratará jamás dejarías esta mansión. Es cierto, en los tres años que llevamos de casados Elliot me ha pedido el divorcio un centenar de veces y siempre me negué, porque pensé que él me recordaría, me aferré a los días en los que no era un duque, a las promesas que me hizo y a la sonrisa resplandeciente que aprendí a amar con todo el corazón, pero ahora es diferente, estoy embarazada y no dejaré que mi bebe escuche sus gritos ni oiga sus reclamos o espere por un amor que jamás llegará. Mi bebe no será rechazado, no sufrirá lo mismo que yo – cambié de opinión. – ¿Por qué? – Amo a alguien más. Sus ojos se agrandan y me mira con el mismo odio de siempre – ¿QUIÉN? – sujeta mi brazo con fuerza. – No lo conoces – yo tampoco – llegó a mi vida hace muy poco tiempo – dos meses – y ya siento que lo amo más que a nada en este mundo, que daría mi vida por él y de ser necesario moriría mil veces para protegerlo. En los últimos años llegué a creer que este amor solo me dejaría dolor, me equivoqué, ahora que todo termina me llevaré el regalo más hermoso, ¡tendré un hijo!, hay una vida creciendo dentro de mí, ¡puedes entenderlo Elliot!, esta felicidad que hoy siento es una que tú no has podido darme en tres malditos años. Elliot me mira con desprecio – entonces lárgate – me suelta – pero escúchame bien, el trato que te ofrecí expiró, sí te vas ahora será con las manos vacías, pídele a tu amante que te mantenga porque yo no lo haré. – Estoy de acuerdo – sí me diera alguna propiedad, dinero o joyas, los usaría para rastrearme, estoy feliz de saber que me iré de aquí en la misma forma en que llegué. Solo falta una cosa. Subo las manos lentamente hacia mi cuello para quitarme la gargantilla que he usado por cuatro años desde que él me la regaló y se la entrego, estoy dejando atrás lo último que me queda, lo vi forjar esta gargantilla de plata por varios días y lo escuché prometerme que la reemplazaría por una de diamantes después de nuestra boda, cada vez que la tocaba volvía a esos días y soñaba con el día en que él recordaría nuestra historia, pero ya entendí que eso no va a pasar – gracias por todo – y adiós. ***** Esta maldita mujer, ¡está loca!, me dice que va a dejarme por otro hombre al que supuestamente ama y me regresa la estúpida gargantilla que, según ella, yo le regalé. Maldita. – Excelencia, ¿qué desea que hagamos? – Déjenla ir – justo cuando pensé que no era una mala persona y estaba listo para darle una oportunidad a mi matrimonio – tira esta basura – le entrego la gargantilla – y el día en que esa mujer regrese no la dejen entrar hasta que se arrastre. Un amante, ¡otro hombre!, ella en verdad se atrevió a hacerme esto. – Excelencia. – ¡NO ESCUCHASTE LO QUE DIJE!, ve que se vaya este mismo día o los despediré a todos. ¿Qué hombre?, ¿con quién me engañó?, no ha dejado la mansión desde que nos mudamos, ¿de quién mierda se enamoró? – Marius… – Diga, excelencia. No, no me importa, fue su decisión, ella llegó sola y sola se irá, no vale la pena molestarme por una persona tan molesta. Valeria Argenta finalmente saldrá de mi vida, este es el momento más feliz de todos. Mi pecho duele, siento que no puedo respirar. ***** No siempre fue de esta forma. – Señora, preparamos una maleta con ropa y dinero, también pensamos que deberíamos escribirle a la marquesa Rossetti para que venga a recogerla. – Gracias Marius – no quiero cargar cosas pesadas – me iré con lo que llegué – un vestido sencillo, un abrigo café, zapatos desgastados porque los he estado usando seguido, y un bolso tejido – es todo lo que necesito. – Duquesa, los guardias volverán pronto, ellos la escoltarán a su destino, si espera un poco más. – Estoy bien – tocando el pequeño regalo que la vida me dio, puedo decirlo – estoy mejor que nunca. La mansión me parece más pequeña y las paredes menos glamorosas en comparación con el día en que llegué, los sirvientes se turnan para tomar mis manos y desearme lo mejor, y algo cubre mis hombros. – Señora, las madrugadas son frías, llévese mi abrigo. – Tenga mucho cuidado. – No confíe en las personas. – Hice galletas hoy en la mañana e hice muchas, señora, llévese algunas. – No le bastará con galletas, yo le preparé un refrigerio. – Señora, es té de limón. – Señora, llévese mis zapatos, no cuentan como sus pertenencias, el duque no podrá quejarse y si me despide, que lo haga. Mis ojos lagrimean – gracias, muchas gracias. El portón se abre lentamente mostrándome el sendero que conduce al valle, fue en este lugar, hace tres años llegué a este portón acompañada de Elliot y llamé al guardia para que me permitiera el paso. Fue aquí donde él lo dijo. “Cásate conmigo” En tres años tuve mucho tiempo para pensar y me di cuenta de que él jamás preguntó sí yo deseaba casarme, siempre fue de esa forma, no pedía mi opinión, tomaba las decisiones por su cuenta y me ordenaba que las siguiera, dando por hecho que yo siempre haría lo que él me pidiera, como una muñeca sin mente propia que se movía al compás de sus dedos. “De esa forma podré protegerte, cásate conmigo Valeria y te daré todo lo que quieras” Debí decir que no. ***** Ella no mintió, los papeles están firmados, estamos divorciados. – Excelencia, la señora acaba de irse. ¡Maldita sea! – ¿qué se llevó? – Lo que traía puesto. No me hagas reír – te conozco Marius, debiste buscar la forma de darle dinero. No lo está negando. Valeria no fue clara respecto al hombre al que conoció y no pudo ser uno de los sirvientes, tuvo que ser alguien a quien ya conocía, el único en el que puedo pensar – prepara el carruaje, visitaremos a mi hermano. ***** Debí pedir el carruaje, no, eso me mantendría en el sendero principal y cualquiera me alcanzaría, es mejor ir por el bosque, ahora tengo una pequeña vida y un largo camino por delante. El cielo es muy brillante, las nubes son pasajeras y la sombra de los árboles es refrescante. El día de hoy me divorcié del duque de Gala, Elliot Arsere, es tan extraño decir esas palabras, ese día hace cinco años, cuando lo conocí, jamás pensé que algo como esto pasaría. ***** – Valeria, ve por más agua. Tendríamos suficiente si ella no se bañara todos los días. – Vendrá pronto, lo sé. Mi madre es miserable, todos los días espera que el barón Aiden llegue a la casa y le diga que la ama, eso no pasará – ¡ah! – mi mejilla arde. – ¡Qué fue lo que dijiste! No sirve negarlo – lo siento mucho, mamá. – Piensas que soy una estúpida, ¿cierto? – No, no fue lo que pensé – sus poderes le permiten ver el aura de mis pensamientos, no escucharlos y siempre asume lo peor. – Todo esto es por tu culpa. Corro esperando que no me alcance y me alejo hacia el bosque, ya era paranoica cuando papá vivía, ahora cree que todos están en su contra y si un día piensa que la traicionaré, ¡no!, tengo que enfocar mi mente y tenerla en blanco. Yo necesito dejar de pensar. Y pensando…, olvidé la cubeta para traer el agua. Sí vacío todos mis pensamientos ella no me verá, lo haré rápido, entraré, tomaré la cubeta y saldré. – Valeria, ¿estás ahí? No estoy, no existo, no me tuviste, ¡no nací! – Ah, ah – el sol del verano es más fuerte que otros años, son veinte minutos de ida y vuelta al pozo, la tina se llena con diez viajes, me tomará unas tres horas, bueno, no tenía planes para el resto del día. El viento corre, ¡qué suerte!, el aire se siente increíble, si corro ahora lo haré más rápido y…, no, si corro ahora no tendré energía para los últimos viajes y me llevará más de tres horas llenar la tina, mejor iré despacio, ahorraré energía. ¡Oh!, ese hombre debió perderse, a juzgar por la ropa no vive por aquí, o tal vez está visitando a una de sus amantes, escuché en el mercado que a los nobles les gusta reunirse con campesinas, porque si una de ellas queda embarazada, el noble solo necesita decir, ¡no es mío!, y a la campesina le cortan la cabeza por difamación. Ese hombre, de seguro es una basura. Una basura noble con insignias de la realeza, maldición – muy buenos días, mi lord – mira al suelo, no lo veas, no lo escuches, no lo huelas – con su permiso – no pases cerca. – Tú, ¿puedes verme? ¿Eh?, estos nobles idiotas, debe creer que todas las campesinas somos ciegas, lo dicho, una basura. – Soy el príncipe Elliot Arsere, ayúdame. Su mano intenta tocarme y me atraviesa, este hombre, ¡está muerto!

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