CAPÍTULO 2 Una carta amistosa

1983 Words
—¿Seguro que estás bien? —Sí, ya te dije —le respondió Jared a David con enojo. Esta era la quinta vez que David le preguntaba si estaba bien. No lo estaba eso era claro, pero no pensaba decírselo a nadie. Ni a su mejor amigo que era él porque no quería preocuparlo ni hacer un escándalo. —Bien —respondió David sin creerlo a su amigo. Llegaron a la habitación y los tres ganadores de la carrera estaban ya con sus toallas en mano y en short listos para ir a la piscina. —¿Qué paso? —preguntó Caín burlesco. —Les ganamos —afirmó Ricardo riéndose. —Soy muy lentos y eso que el elevador se paró durante unos diez segundos. —¿Enserio? ¿por qué? —preguntó David por curiosidad. —Sabe —respondió Ricardo—, fue algo raro. Jared solo los escuchaba, pero no les ponía atención en realidad. Estaba sumido en sus propios pensamientos donde solo encontraba más preguntas y al mismo tiempo tenía los nervios de punta y la piel chinita porque sentía la presencia de alguien más en la habitación aparte de sus amigos. Era extraño y daba miedo a la vez, debía de estarse volviendo loco porque no encontraba ninguna explicación lógica al asunto. Se estaba volviendo un loco y eso era lo que más le asustaba. ¿Cómo era posible que la sangre desapareciera tan rápido? Aunque, alguien hubiese limpiado no lo hubiera podido limpiar a tiempo la pared y sin dejar rastro a menos que lo hubiera hecho a una velocidad que ningún humano poseía.  —Jared, iremos abajo —avisó Caín tratando de atraer su atención al verlo algo distraído. —Bajo en un momento —respondió sin mucho interés.  —Bien, no tardes. Todos salieron dejándolo solo en la habitación por segunda vez ese día. El chico miró a todos lados para confirmar que se había quedado solo, tomó asiento en la orilla de la cama y se llevó las manos a la cabeza. —¿Qué me pasa? No tuvo tiempo de pensar mucho pues su celular sonó y él rápido lo sacó de su pantalón, se levantó de la cama y lo arrojó donde segundos antes estaba sentado. El celular siguió sonando y queriendo y no Jared se acercó para ver quién lo estaba llamando y vio que se trataba de un número desconocido y privado. —Vamos Jared no puedes ser tan cobarde —se dio ánimos él mismo y con mucho valor presionó el botón verde y se llevó el aparato al oído—. ¿Bueno? —Un día Jared, te queda un día y todos te olvidarán —la voz era siniestra y juguetona y no se podía distinguir si era de hombre o de mujer. —¡¿Quién eres?! —miró a todos lados buscando al culpable sin mucho éxito. —Un día y todos te olvidarán... —¿Qué...? El desconocido había cortado la llamada dejándolo con las palabras en la boca. Nada tenía sentido ni los mensajes, sus síntomas, la sangre en la pared y la llamada. Nada lo tenía. Sintió un gran nudo en la garganta y fue al baño para lavarse la cara. Una vez relajado tomó sus cosas y bajó a la piscina porque no quería estar solo. Abajo sus amigos estaban esperando una explicación de su comportamiento. —¿Y bien? —el primero fue Ricardo quien estaba sentado a la orilla de la piscina con las piernas dentro del agua. —Y bien ¿qué? Jared trató de disimular fingiendo que no sabía nada, que no pasaba nada y que todo estaba bien. —¿Qué te pasa? —insistió el moreno clavando la mirada en Jared. —Lo que pasa es que —se mordió los labios nervioso y mintió—, tengo estreñimiento y no quería que supieran, por eso me he quedado en la habitación. Ricardo comenzó a reírse de lo penoso que debió de haberse sentido esa confesión. —No te preocupes eso es normal a todos alguna vez nos pasó.  Jared se rio con una sonrisa forzada y se fue a sentar en un mueble con vista a la piscina y a los chicos que competían entre ellos por llegar a la otra orilla.  —Caballero, le envían esto —el empleado le entregó una carta y Jared la tomó algo indeciso. —¿Quién la envía? —observó la carta entre sus manos, el papel era suave con olor a flores. —No lo sé señor —respondió el empleado con amabilidad—. Solo dijo que... —se quedó pensando y buscando entre su mala memoria—. Un día, sí eso dijo, solo un día. Jared tragó saliva y miró la carta asustado, meneó la cabeza y dejó la carta de lado. —¿Quién era? ¿Dónde está? ¿Ya se fue? ¿Cómo era? ¿Era mujer u hombre? ¿Por dónde se fue? —Jared se puso de pie y miró a todos lados buscando algo o alguien que le diera pista sobre el remitente de la extraña carta.  —Señor, tranquilo —le dijo el empleado algo nervioso por el comportamiento de Jared—. Era un señor viejo. Se fue en cuanto me dio la carta. —¿Un anciano? —Así es —le confirmó y Jared volvió a sentar pues las personas de alrededor comenzaban a mirarlo raro. —¿Hace cuánto se fue? —Hace como quince minutos, solo que apenas le entregue la carta porque no lo encontraba señor. —No se preocupe, se puede retirar. Jared se quedó solo con sus pensamientos abrumadores. La cabeza le dio vueltas y no sabía qué hacer, no quería preocupar a Camilo ni a sus amigos, pero si no le contaba a alguien lo que le estaba pasando le estallaría la cabeza.  Indeciso tomó la carta y la observó detalladamente, a simple vista parecía una carta normal y corriente. No tenía dirección de envió ni postal, solo decía "Para Jared con mucho amor" en una de las caras de la carta. Dio un suspiro y abrió la carta sin tener cuidado, rompió el sobre y sacó una hoja color negra con un escrito en blanco y en letra cursiva. Tragó saliva y comenzó a leer en su mente tratando de entender cada palabra. —De la palabra más inocente pronunciada sin pensar. En un caminante te convertirás. —Nadie recordara tú vida ni nombre, tu virginidad es tu salvación y en la oscuridad caerás, descubre la maldición. Sin darse cuenta las manos le temblaban y el sudor frio recorría su frente. Hizo bola la carta y la dejó sobre la mesa de bebidas, cerró sus manos en un puño para calmar el temblor y miró a todos lados. Él sabía que esto ya era demasiado, al principio pensó que era una broma de mal gusto o incluso una equivocación de número, pero se habían pasado de la línea. ¿Qué significaba aquello de “tu virginidad”? ¿Por qué le estaba pasando aquello? —Eh ¿estás bien? —le preguntó David. —No —le respondió Jared con mucho coraje y miedo.  —¿Qué pasa? —Pasa que alguien ha estado molestándome —le respondió a David tendiéndole la carta arrugada—. No sé qué quiere decir eso que dice la carta, pero ya no me está gustando nada —confesó frustrado. David miró con detenimiento cada esquina de la hoja algo impresionado. —Jared ve a descansar, lo de ayer te dejo exhausto —le dijo David mirándolo a los ojos—. ¿Has dormido bien? —¿Qué? ¿De qué hablas? Estoy bien —dio un suspiro y miró a su amigo—. ¿Qué crees que significa? —Nada —respondió David como si fuera obvio. —Algo significa —insistió Jared.  —Sí, basura Jared, eso es basura hecha bola —David se le quedó mirando con detenimiento a su amigo que en definitiva no estaba bien. Jared volteó los ojos y le arrebató la hoja extendiéndola bien. —¿Qué? No... no, no, no. —Jared... —¡No estoy loco David! —le contestó en un grito muy nervioso y con la respiración agitada—. Perdón, perdón. Te juro David que aquí había algo escrito. —Pero yo no lo veo. —Lo sé, lo sé aquí no hay nada, pero antes de que llegaras tú sí. —¡Chicos, acérquense! Todos sin excepción obedecieron al mánager y fueron junto a Camilo que los espera muy emocionado. —Tengo una mala y una buena —dijo Camilo y todos se miraron entre ellos descifrando la respuesta. —Primero la buena —dijeron todos excepto Jared que espera la respuesta sin mucho interés. —Vamos a quedarnos aquí en México dos semanas aproximadamente. —¿Y los conciertos? —preguntó Caín sorprendido. —Si ¿que pasara con la gira? —preguntó David también.   —No se preocupen ya se programaron las fechas —respondió el adulto con facilidad. —Y ¿por qué? —preguntó Jared a quien no le hacía sentido eso. Camilo se quedó pensativo y quiere decir algo, pero no puede luego sonríe algo raro. —No es nada importante —respondió el mánager mirando a los chicos quien luego gritan de emoción. —¡Qué bien! —¡Eh! Hay que ir por comida mexicana. —¡Si! —apoyó Ricardo —, ¡Ya sé! Un pozole... no, no, no mejor unos chilaquiles. —¡No! Mejor un mole —opinó Caín ya saboreándose la comida. —Tienes razón, vamos. Jared se quedó pensativo. Era muy raro el comportamiento de Camilo, él nunca era tan sonriente ya que se tomaba su trabajo muy enserio y aunque, convivía mucho con ellos su manera de actuar era extraña. —¿Y la mala? —preguntó Jared serio esperando una respuesta convincente. —Dormirán es dos habitaciones separadas. Ricardo, Aarón y Caín en una, tú y David en otra. —¿Por qué nos separan? —Porque no hay cupo y la habitación que tienen va a ser ocupada. —Pero la reservamos nosotros —dijo Jared algo molesto de que les hayan quitado la habitación. —Si, pero la reservamos solo por hoy y los del hotel la tenían ya apartada para mañana cuando nos fuéramos, pero como nos quedaremos tenemos que cambiar de habitación. —No importa, no esta tan mal —dijo David y luego todos tomaron sus cosas y se fueron a cambiar.  ... En la hora de la cena todos comieron tranquilamente sin preocupaciones ya que tendrían vacaciones. Claro, todos estaban felices excepto Jared que no creía que les hubieran dado tantos días. Ya los habían acomodado en sus respectivas habitaciones y el día había sido largo, así que todos se fueron a dormir temprano. —Pásame aquella almohada. Jared le pasó la almohada a David y luego se lanzó a su cama para descansar. Durante el resto del día después de la piscina no ocurrió nada fuera de lo normal y eso mantuvo relajado a Jared. Después de todo fue producto de su imaginación ¿no? —Jared ¿Cómo te sientes? —Bien, gracias —respondió seguro de sí mismo. —Y lo de la tarde... —Solo estaba... Tenías razón estaba cansado, eso era todo. —Bueno. No muy convencido David se dio la vuelta en su cama y se tapó con las sabanas listo para dormir. —Solo me lo imaginé —susurró Jared muy bajo dando un suspiro y cerrando los ojos. —No estoy en tu imaginación Jared... Abrió los ojos de golpe y se quedó tieso como un muerto sintiendo la respiración cálida de alguien en su cuello.      
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