La noche caía el Rancho Blackwell envolviendolo en un manto de estrellas cuando Tony salió al porche, necesitaba aire fresco después de todo lo ocurrido. El aroma a tierra mojada y pasto recién cortado inundó sus sentidos, recordándole por qué amaba tanto este lugar. Sus pensamientos volaron hacia Marjorie, y una sonrisa tonta se dibujó en su rostro. — Vaya, Treviño —murmuró para sí mismo— parece que te has enamorado más rápido que un caballo desbocado. Un ruido suave llamó su atención, Marjorie estaba de pie junto a la puerta, con el pelo suelto cayendo en ondas sobre sus hombros y una mirada que hizo que el corazón de Tony diera un vuelco. — Hey, princesa —saludó, tratando de sonar casual— ¿Tampoco puedes dormir? Marjorie negó con la cabeza, acercándose a él. — Demasiadas cosas en

