Capítulo 3: “Maldito presumido”

1756 Words
Al día siguiente había logrado corregir mis errores del día anterior. Tal y como mi jefe me lo había ordenado en cuanto tuve el primer espacio libre fui a la tienda de Apple para comprar una iPad y pasar toda la agenda al dispositivo. En estos últimos dos días que llevaba trabajando en esta empresa me había dado cuenta de que este piso era un poco misterioso, solamente estábamos la señorita Smith, mi jefe y yo, nadie más venía a este piso. Empecé a pensar que tal vez era como un gran privilegio estar aquí y empecé a preguntarme como sería estar en los otros pisos. Miré el escritorio que estaba a unos metros de mí, allí estaba la señorita Smith contestando algunas llamadas y escribiendo en su computadora, ella es una mujer muy elegante, su cabello siempre estaba recogido en una cola alta y larga, su ropa casi siempre era de colores pastel que la hacían ver a mi gusto muy linda, por todos los colores y diseños de sus cosas sus bolígrafos, carpetas, celular, plantas me di cuenta de que le gustaban los colores pálidos y diseños muy minimalistas. En ese momento el teléfono que conecta con la oficina de mi jefe empezó a sonar, lo conteste: -Haz una reserva para dos en un restaurante al que yo vaya seguido – dijo Leonardo en la línea. - De acuerdo…- ni siquiera había terminado cuando él ya había colgado, suspire y deje el teléfono donde estaba. Empecé a ver el registro de reservaciones que se habían hecho hace 15 días para encontrar los restaurantes que más frecuenta Leonardo, encontré uno al que había ido unas 7 veces en todo el mes, llamé a ese restaurante e hice la reservación para dos personas. Supongo que saldría a almorzar con alguien más y me daría tiempo para hablar con la señorita Smith y conocerla mejor. Seguí organizando algunos archivos que me había pedido Leonardo, una hora después salió de su oficina y me dijo que regresaría a las 2:00 pm y que podía salir a almorzar en su ausencia. Cuando lo vi desaparecer en el ascensor sonreí alegre, al fin me podría levantar de este escritorio, vi que la señorita Smith se levantó y empezó a tomar su cartera, yo hice lo mismo rápidamente y me acerque a ella. - ¿Cómo ha estado señorita Smith? – pregunte sonriéndole. - Hola señorita Baldinelli – dijo sonriéndome, pude notar en su expresión un poco de sorpresa, aunque no supe por qué exactamente – Muy bien, en un mes ingresaran algunos autos importados desde Europa y debo llevar el registro de todo eso, ¿Qué tal usted? - Bien, ya cometí los primeros errores, pero creo que he encontrado la mejor forma para solucionarlos – dije riendo un poco, ella solamente sonrió - ¿También irá a almorzar? – pregunté curiosa. - Sí. - Perfecto yo también estaba a punto de ir, ¿Le parece si vamos juntas? – dije sonriéndole, pero su rostro cambio a preocupada. - Lo siento señorita Baldinelli ya había hecho algunos planes con otros compañeros de trabajo – dijo un poco triste, sonreí un poco incomoda por la situación. - Esta bien, tal vez otro día – dije sonriéndole – Pase buen día – dije mientras caminaba hacia el ascensor. Entre al ascensor y empecé a bajar hasta la planta principal, llegué muy rápido porque este ascensor no era utilizado por nadie más que no estuviera en el último piso. Todavía no me acostumbraba a las miradas curiosas de las personas que me miraban, ni siquiera sé por qué lo hacían tanto. Camine algunas calles hasta que llegue a un restaurante que no eran tan caros como los demás. Mientras comía pensaba que tal vez debería de comprar otro tipo de ropa para ir a la oficina, era la única que iba con jeans y saco a la empresa y empezaba a creer que esa era la razón por la que los demás me miraban de esa forma. Aunque no creo que sea inadecuado ir así, sino Leonardo ya me habría dicho algo, de todas formas, pensaba comprar al menos un outfit para la oficina, no tenía tanto dinero para comprar más. Mientras comía los primeros bocadillos de mi comida recibí una llamada de un numero desconocido, no lo conteste y seguí comiendo, pocos segundos después me volvieron a llamar, miré con frustración el celular y conteste. - ¿Quién es? – dije de mala gana y con la boca llena de comida. - Terminé mi almuerzo antes, necesito que recoja mi nuevo traje en la dirección que le acabo de enviar – dijo Leonardo. Abrí los ojos muy sorprendida, estuve a punto de ahogarme con mi propia comida de no haber sido por el vaso de agua que tenía a la par. Ni siquiera dije de acuerdo porque sabía que colgaría la llamada, pero pasaron unos segundos incomodos y él no había colgado la llamada. Empecé a entrar en pánico porque quizás estaba esperando que le respondiera, me trague rápidamente mi bocado de comida y respondí. -De acuerdo… - ni siquiera termine cuando colgó al escuchar mi voz. Miré fastidiada el celular. - ¿Por qué siempre hace lo mismo? – dije rodando los ojos. Termine de comer rápidamente mi comida, pague y tome un taxi para ir a la dirección que me había enviado. Ni siquiera sabía que él tenía mi número de celular, si en la oficina recibo llamadas de él a cada momento supongo que ahora que tiene mi número personal ni siquiera pude comer a gusto o comprar mi ropa. Cuando llegue a la tienda entré y fui a la recepción en donde pague el traje y tome las bolsas con la ropa, ni siquiera sabía porque pesaban tanto, mientras esperaba un taxi intercalaba las bolsas en ambas manos para descansar ambas manos porque pesaban un poco ambas bolsas. Al fin llegue a la empresa, tomé el ascensor y subí hasta el último piso, me asuste al ver que Leonardo ya estaba en su oficina, ni siquiera la señorita Smith había llegado, sentí alivio al pensar que fue mejor no haber ido salido con ella porque tal vez me habría tardado más en regresar. Toque la puerta de su oficina y entré, cuando estaba cerrando la puerta y me di la vuelta uno de mis tobillos se dobló haciendo que me cayera al suelo. -Lo siento, yo lo levanto – me levanté rápidamente para recoger ambas bolsas del suelo, lo miré a él y ni siquiera se había levantado a ayudarme. ¿Acaso esperaba que se levantara a ayudarme? Camine hacia uno de sus escritorios vacíos y deje ambas bolsas allí. -Aquí están sus cosas. Lo vi asentir con la cabeza, me dirigí de nuevo a la puerta para salir de la oficina cuando lo escuché hablar. -Por favor tenga más cuidado, pudo haber arruinado mis cosas – dijo sin siquiera levantar la vista de unos papeles que leía. - De acuerdo – sonreí falsamente. Abrí la puerta de la oficina y salí, una vez estuve afuera reprimí mis ganas de querer golpearme a mi misma por mi torpeza. Todos mis pensamientos se vieron interrumpidos cuando recordé la escena de lo que acaba de suceder: Me caí frente a él y ni siquiera tuvo la amabilidad de levantarse y ayudarme o preguntarme si estaba bien. Que hombre más superficial, de seguro ni siquiera le preocupaban las demás personas y solo le importaba su dinero. Caminé hacia mi escritorio y me senté. -Maldito presumido – fruncí el ceño mientras acariciaba mi tobillo porque me dolía un poco. Iba a lanzar otro insulto para Leonardo cuando miré por la ventana de la oficina para fulminarlo con la mirada y me di cuenta de que me estaba viendo fijamente. Mierda. Miré hacia otro lado mientras sentía como mis mejillas empezaban a arder de la vergüenza, ¿Y si había leído mis labios y había entendido que le había dicho “maldito presumido”?  Ni siquiera era capaz de tomar mi bolígrafo para fingir que escribía algo, mis manos temblaban y todavía podía sentir su mirada sobre mí. Miré disimuladamente hacia su dirección y ya no estaba sentado, abrí los ojos muy sorprendida, en ese momento escuché como la puerta de su oficina se abrió y del nerviosismo hasta bote mi pequeño portalápices que estaba sobre mi escritorio. Literalmente me tiré al suelo a recoger todo el desastre que acababa de hacer, al menos de esa forma no tendría que hacer contacto visual con él.   Uno de los lápices rodo tan lejos que llego exactamente hacia donde estaba parado él en este momento. Él recogió el lápiz y me lo devolvió. - Gracias – dije sin mirarlo. - Acompáñeme – mencionó después de devolverme el lápiz. Cuando estaba a punto de decirle algo solamente vi su espalda entrando al ascensor, empecé a caminar hacia su dirección y entre al ascensor, me puse detrás de él para no mirarlo por la vergüenza que sentía. De seguro había entendido lo que había dicho y ahora me despedirá. Llegamos hasta el piso 2, cuando se abrieron las puertas del elevador él salió, yo empecé a caminar detrás de él. El ambiente en este piso se sentía bastante agradable, algunas personas charlando frente a la cafetera, otras personas hablaban amigablemente mientras sacaban algunas fotocopias; toda ese ambiente tan agradable desapareció para todas esas personas cuando vieron a Leonardo Spinter aparecer. Literalmente cada una de las conversaciones se detuvieron y lo único que se escuchaban eran los pasos de Leonardo y los míos caminando. Las personas que pasaban a nuestro lado nos saludaban con mucho respeto, una de esas personas después de saludar hasta suspiro aliviada como si ver a Leonardo Spinter fuera lo peor en este mundo. Después de caminar por un largo pasillo llegamos a una puerta, el señor Spinter se detuvo. -Por favor entre – dijo Leonardo dándose la vuelta para mirarme. Yo asentí con la cabeza y abrí la puerta, en mi mente lo único que divagaba era una disculpa por haberle dicho “Maldito presumido” Todas mis preocupaciones desaparecieron cuando vi en qué lugar estábamos. -Señor Spinter, ¿Qué lo trae por aquí? ¿Se siente enfermo? – dijo un doctor. Estaba tan distraída que ni siquiera vi que en la puerta de este cuarto decía enfermería. -Que la atiendan por su tobillo y por favor sea más cuidadosa cuando camina – dijo mirándome serio antes de salir de la enfermería.
Free reading for new users
Scan code to download app
Facebookexpand_more
  • author-avatar
    Writer
  • chap_listContents
  • likeADD