6. Debería ir a casa

2677 Words
JESS Siento que mi cuerpo comienza a calentarse. La sensación comienza en mi cara y luego lentamente se extiende por el resto de mi cuerpo. Es como un c*****o reconfortante que me deleita con su calidez y comodidad. Pero la sensación es fugaz y rápidamente reemplazada por un calor que quema mi piel. Mis ojos se abren de golpe e inmediatamente los entrecierro, el sol brillante esta sobre mi dificultando que mis ojos se adapten o que mi mente procese donde exactamente estoy. Me hago a un lado, tratando de evitar los fuertes rayos, y mis ojos instantáneamente se cruzan con los de Lionel. Está acostado en la misma posición que anoche, acurrucado de lado frente a mí, sus ojos color avellana inyectados en sangre y pesados. Una lenta sonrisa aparece en las comisuras de su boca mientras evalúa mi reacción: la conmoción y la incredulidad que probablemente está escrita claramente como el día en mi cara. —¿Tienes idea de lo hermosa que eres? — Mi corazón inmediatamente se acelera, golpeando frenéticamente contra mis costillas. Abro la boca, pero no sale nada. Tengo la garganta seca que dudo que pueda hablar con claridad incluso si mi mente cooperara. ¿sigo soñando? Me toma varios momentos para ordenar mis pensamientos lo suficiente como para parpadear, rompiendo la conexión que parece estar creciendo entre nosotros. Rodando sobre mi espalda, trago el espeso nudo en mi garganta y me siento, contemplando la hermosa agua que brilla bajo el brillante sol de la mañana. —¿Qué hora es? — Finalmente logro hablar, mi voz suena ronca. —No estoy seguro— siento a Lionel moverse en la silla a mi lado. —Ni siquiera recuerdo haberme quedado dormida— admito, apoyando mi barbilla contra mi hombro mientras miro hacia donde ahora esta acostado boca arriba, con las manos detrás de la cabeza. la mirada en sus ojos hace que mi piel se sonroje e inmediatamente aparto la mirada. —Debería llamar a Caroline— Busqué mi teléfono en el bolsillo trasero de mis jeans, sin sorprenderme cuando el reloj de la pantalla marca poco más de las seis y media de la mañana. Puedo decir por la posición del sol que no ha estado mucho tiempo fuera. Normalmente sería un zombi ambulante, dado que no podría haber dormido más de un par de horas, pero me siento completamente despierta. El segundo en que abrí los ojos para ver a Lionel mirándome fue como si hubiera cogido un cable con corriente y mi cuerpo todavía sintiera los efectos del shock. Deslizo la pantalla y veo un par de llamadas perdidas y algunos mensaje de texto de Caroline. No sé cómo, pero supongo que debí haber apagado el timbre sin querer. —Mierda— murmuro en voz baja, leyendo sus mensajes. Caroline: Cuando regreses a casa, llámame. Caroline: ¿Puedes enviarme un mensaje para saber que estas bien? Luego aproximadamente una hora después… Caroline: Te juro por Dios que será mejor que tengas una buena razón para no llamarme. Caroline: puedes agradecerle a Rich que no haya ido por ti. Él me asegura que Lionel no te lastimara, pero recuerda mis palabras, si lo hace, le cortare la polla. Y sus pelotas también. Reprimo una risa, la visión de Caroline persiguiendo a Lionel no puedo evitar imaginarlo. Es algo que ella haría totalmente. El último mensaje llegó esta mañana alrededor de las cuatro. Caroline: Rich y yo nos quedamos en las habitaciones libres. Ven a buscarme cuando hayas terminado de hacer lo que sea que estén haciendo ustedes dos. —¿Todo bien? — Me vuelvo para ver a Lionel ahora sentado erguido, el color de sus ojos es tan prominente bajo el sol de la mañana que por un momento pierdo completamente el hilo de mis pensamientos. —Debería ir a casa— espeto finalmente. —Caroline me ha estado enviando mensajes toda la noche. Probablemente esté lista para asesinarme— Le lanzo una sonrisa nerviosa, sin estar segura del porqué, de repente, mi estómago siento como si hubiera volado. —Te acompañaré — No duda, se pone de pie tan rápido que se acerca para ayudarme a levantarme antes de que me haya movido. —Gracias— le digo, permitiéndome ponerme de pie. Me muevo para dar un paso y tropiezo, casi cayendo de cara contra su duro pecho. —Vaya, ¿estas bien? — Pone sus manos sobre mis hombros para estabilizarme. —Creo que todavía puedo sentir el whisky— miento, solo necesito una excusa para cubrir mi error. —Bueno, considerando de que bebiste un tercio de la botella anoche, eso no me sorprende— bromea, pasando un brazo sobre mi hombro y acercándome a su costado. —Creo que ahora puedo caminar— respondo secamente, sin intentar salir de su abrazo. —Bueno, creo que te mantendré cerca por si acaso— Me guiñe un ojo y esa acción hace que el calor se extienda desde mi cara hasta los dedos de mis pies. Rápidamente estoy aprendiendo porque Lionel Baxter tiene la reputación que tiene. Hay que tener la piel de acero para no sentir sus efectos por todas partes. Hay algo tan consumidor en él, tan crudo y sexy. En solo una noche ha hecho que mi cuerpo sienta cosas que nunca antes había sentido, y apenas me ha tocado. Permanezco acurrucada contra él mientras caminamos por el bosque y regresamos a la casa. La prueba que hubo una fiesta aquí en la noche está en todas partes. Solo en el área de la piscina hay suficientes botellas, vasos y basura para dar cabida a la mayor parte del cuerpo estudiantil, y eso es incluso antes de que entremos. Lionel me suelta unos metros antes de que lleguemos a la puerta trasera. Siento su perdida al instante, pero al mismo tiempo, agradezco la oportunidad de ordenar mis pensamientos. Es difícil respirar, y mucho menos pensar, con su cuerpo duro al lado del mío y su débil colonia intoxicando mis sentidos. Justo cuando llego a la puerta, siento la mano de Lionel en mi trasero, y mi teléfono emerge entres sus dedos segundos después. —¿Qué estás haciendo? — giro en su dirección, alcanzando mi teléfono. —Permíteme— Él sonríe, sosteniendo el dispositivo fuera de mí alcance mientras sus dedos se mueven rápidamente por la pantalla. —Ya está— añade unos segundos después, rodeándome para deslizar mi teléfono en mi bolsillo. No extraño la forma en que sus dedos permanecen allí por un momento o el nudo apretado que se forma en mi bajo vientre cuando lo hacen. Por un momento, casi juro que me va a besar, con sus ojos fijos en los míos, sus labios en una línea firme y dura como si estuviera tratando de luchar contra sí mismo, pero entonces un sonido en la distancia interrumpe el momento, y ambos volvemos hacia la distracción. —Davis, ¿Qué carajo hombre? — Lionel comienza apenas unos segundos antes de que el tipo alto y musculoso se incline entre los arbustos y pierda el estómago. —En ese sentido— agrega rápidamente, abriendo la puerta y haciéndome entrar. El incidente con mi teléfono es tiempo olvidado. Si pensaba que el exterior era malo, no es nada comparado con el desorden que ensucia el hermoso interior de la casa. Al igual que el área de la piscina, hay botellas, vasos y basura en todas las superficies. Gran parte de la decoración parece fuera de lugar y la mayoría de las almohadas y cojines del sofá están esparcidos por el suelo. Dos chicas están profundamente dormidas en el sofá, un chico que no reconozco en el de enfrente, y luego un puñado de personas esparcidas por el suelo, todas desmayadas. Lionel no presta atención al desorden, como si fuera algo cotidiano, y casualmente me lleva alrededor del caos hasta la cocina. No dice una palabra mientras se dirige al refrigerador y saca dos botellas de agua antes de aparecer detrás de la enorme puerta de acero inoxidable. —Tu casa. Um, ¿quieres que me quede y te ayude a limpiar? — pregunto tomando la botella de agua que me extiende. —No. Susan estará aquí en un momento— Se encoge de hombros, bebiendo más de la mitad del contenido de su botella de agua en un solo trago. —¿Susan? — cuestiono, girando la tapa de mi propia botella y tomando un sorbo, el líquido frio alivia instantáneamente mi garganta seca. —Ama de llaves— responde terminando rápidamente el resto del agua. —Por supuesto— sacudo la cabeza recordando de repente lo muy separadas que están nuestras vidas. Es divertido pretender que Lionel alguna vez sería el tipo de hombre que sentaría cabeza con una chica como yo, pero si soy sincera, eso es todo lo que he estado haciendo toda la noche: fingir. Él es mariscal de campo estrella: rico, guapo, y bueno, un poco prostituto. Soy solo yo. La vieja y sencilla Jessica Williams. No tengo nada que ofrecerle a un tipo como Lionel. —¿Estas bien? — Debe sentir el cambio en el aire entre nosotros, pero hago lo mejor que puedo para ignorarlo. —Si, estoy bien. Aunque probablemente debería encontrar a Caroline. Sus padres creen que está en mi casa, y mi mama llegara pronto del trabajo— miento, sabiendo que mi mama salió del trabajo hace dos horas y probablemente este en casa profundamente dormida. Ella piensa que estoy en casa de Caroline y como normalmente no miento, nunca esperaría que estuviera en otro lugar que no fuera exactamente donde dije que estaría. Y en mi defensa, la casa de Caroline es donde planee estar ahora mismo; Claramente la noche resultó diferente de lo que esperaba. —Rich suele dormir en una de las habitaciones de huéspedes— tira su botella de agua vacia a la isla y me agarra la mano. —Te llevaré allí. Con suerte, esta decente. He visto su culo desnudo más veces de las que me gustaría admitir— Esta bromeando, estoy segura, pero no puedo evitar preguntarme cuantas de esas veces estuvo con una chica que no era Caroline. Simplemente se solidifica que estoy fuera de mi alcance con tipos como este. Intento permitirme disfrutar la sensación de la cálida mano de Lionel alrededor de la mía. No podríamos ser mas diferentes. Demonios, prácticamente existimos en planetas completamente diferentes. Cuando llegamos al segundo piso, Lionel entra directamente al primer dormitorio sin siquiera llamar. Lo sigo adentro, no me sorprendió ver a Caroline dormida sobre Richard. Ambos parecen estar desnudos, pero afortunadamente tienen una sábana que cubre todas las cosas importantes. Cuando Lionel suelta mi mano, elijo quedarme atrás hacia la puerta en lugar de seguirlo dentro de la habitación. Puede que estén cubiertos, pero eso no significa que quiera meterme en sus asuntos. —Rich— Lionel empuja el costado de la cama con su pierna en el momento en que la alcanza. —Rich— repite, empujándola con más fuerza. La cabeza de Richard se levanta instantáneamente y mira a su alrededor, aturdido y desorientado. —¿Qué demonios, hombre? — pregunta frotándose los ojos con el dorso de las manos mientras se sienta, con la sábana cayendo peligrosamente sobre su tonificado cuerpo. Mantengo mis ojos desviados, deliberadamente sin mirarlo directamente. —Jess tiene que irse— Lionel hace un gesto hacia mí y luego señala a Caroline, que se mueve en la cama junto a Rich. —Caro— Rich la empuja con el brazo, lo que parece despertarla por completo. Ella se apoya en los codos, con una amplia sonrisa en su rostro cuando me encuentra de pie junto a la puerta. —Hola, sol— dice antes de dar un gran bostezo. —Es bueno que no tengo que cortar ninguna polla hoy— Sus ojos se dirigen a Lionel, quien parece un poco confundido por su declaración. —¿O sí? — ella levanta una ceja. —Oh Dios mío, eres ridícula— Sacudo la cabeza, sinceramente, un poco avergonzada por mi ruidosa amiga. —Tenemos que irnos mamá debería llegar pronto a casa— le doy una mirada, que solo ella entenderá. Afortunadamente Caroline y yo hemos establecido nuestro propio lenguaje a lo largo de los años y ella me entiende al instante. —Está bien, dame un segundo para vestirme— Bosteza de nuevo, apretando la sábana contra su pecho mientras se sienta. Le doy una sonrisa de agradecimiento y salgo de la habitación. —Esperaremos abajo— escucho a Lionel decir momentos antes de unirse a mí en el pasillo, cerrando la puerta detrás de él. El silencio se extiende entre nosotros mientras Lionel me lleva al porche delantero. El aire de la mañana es muy cálido y acogedor, pero hace poco para calmar el nerviosismo de mi corazón. Inspiro profundamente, tratando de estabilizarme. Solo necesito salir de aquí. Lejos de esta casa y de este chico embriagador que sigue mirándome de una manera que me hace sentir cosas que no debería sentir. No con él. No me malinterpretes, la noche de anoche será recordada como uno de los momentos más destacados de mi vida en la escuela secundaria, pero no significa que será más que eso. Brian hizo lo suficiente para demostrarme que no estoy preparada para lo que conlleva tener citas a esta edad. Especialmente con alguien con tanta experiencia como Lionel. Pero mentiría si dijera que no quiero estar con él. Tendría que estar ciega para no quedar físicamente aturdida por él. Pero no puedo permitirme la distracción o la angustia que sé que seguirá sin me permito siquiera considerar la idea de que podría haber un nosotros. ¿Y qué quiere decir que quiera eso para empezar? Pase toda la noche con él y ni siquiera hizo un movimiento. Ni uno. Dada su reputación, creo que es seguro decir que no le gusto de esa manera. De lo contrario, dudo que hubiéramos pasado toda la noche hablando. Pero ¿Qué pasa entonces con esta mañana? ¿Qué tal si despiertas y lo encuentras mirándome de la misma manera que lo está haciendo? Y luego estaba el hermoso comentario, el que he estado tratando de descartar desde el momento en que salió de sus labios. No estoy segura de que sería peor: luchar para evitar ahogarme en el océano que es Lionel Baxter, o simplemente dejarme arrastrar y ver a donde me llevan las olas. —¿Puedo verte más tarde? — la voz de Lionel me lleva de regreso a donde está parado a mi lado en el porche, con sus grandes manos alrededor de la barandilla mientras se inclina hacia adelante, con su mirada fija en un lado de mi cara. —¿Qué? — La palabra simplemente sale de mis labios sin que yo quiera hacerlo. —Mas tarde— Su boca se levanta en una sonrisa. —¿Estas ocupada? — —Um, no estoy segura todavía— tartamudeo, mis palabras se apagan cuando Caroline sale, interrumpiendo el momento. —Supongo que debería irme. Anche, fue divertido— le doy la mejor sonrisa que puedo esbozar antes de agarrar a Caroline del brazo y prácticamente arrastrarla fuera del porche. Tengo miedo de que, si me quedo, aunque sea un momento más, cederé a la fuerza de la marea y dejaré que me arrastre hacia abajo. —Te llamaré más tarde, Jessica Williams— me grita Lionel, con risa en su voz como si pudiera sentir mi necesidad de escapar de él. Por mucho que quiera ignorar su declaración y llegar ilesa al auto de Caroline, no puedo evitar darme la vuelta. Tampoco puedo ocultar la amplia sonrisa que se extiende por mi rostro cuando levanto la vista y veo esa mirada sexy como el pecado en sus ojos. —Yo no contendría la respiración— le respondo, echando un último vistazo a la impresionante sonrisa en su rostro antes de girar y desaparecer por el camino de entrada.
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