El hilo rojo

Hace millones de años, en la tierra existía un grupo de seres llamados los iluminados, quienes habían venido a la tierra a llevar paz y armonía. Ellos tenían la tarea de mantener el equilibrio de la tierra, y para salvaguardar el bienestar por la eternidad cada uno debía tener un heredero, pues su vida no era eterna; cada uno fue bendecido con una niña. No obstante, Filiberto, el más fuerte y poderoso de los cinco grandes regentes del mundo mágico en donde habitaban, fue el único al que se negó la dicha. Desesperado, Filiberto fue a buscar ayuda de los dioses, quienes lo bendijeron a él y a su esposa con una hermosa bebé de ojos verdes iguales a los de su padre y cabello color rojo fuego igual al de su madre, una heredera digna que continuaría con su legado. Todo el mundo mágico festejo la gran noticia y la llegada de una de sus regentes, la armonía reinaba el mundo mágico y el mundano hasta que los mismos dioses amenazaron esa paz. Los iluminados se vieron en la necesidad de encerrar en una prisión a sus dioses para evitar nuevamente una guerra entre seres sobrenaturales y gente común, puesto que, los iluminados habían sido creados por los dioses con el fin de proteger el equilibrio del mundo y salvaguardar la existencia de todas las razas sin importar el precio o las consecuencias. Afligidos y apenados hicieron lo que su razon y su deber ordenaba sin preocuparse de las consecuencias, asi los días pasaron, las niñas de los cinco grandes magos crecieron sanas y fuertes, dentro de un mundo lleno de paz y tranquilidad; mas, Emily, la hija de Filiberto, se destacaba sobre los demás, teniendo mayores dotes en la magia que su padre e incluso cualquiera de los otros de su misma estirpe. El gran poder de Emily asustaba a los cinco, porque cada día ella se notaba más aburrida y desinteresada por su mundo y cada vez más atraída por el mundo mortal. La fascinación y la curiosidad que ella sentía por los mundanos hizo que comenzara a tener una relación en secreto con uno; comenzó a escaparse todos los días con el fin de platicar, pasear y divertirse junto a él. Los meses transcurrieron y sucedió lo inevitable, ella se enamoró; aquel sentimiento no podía ser pues estaba prohibida la relación entre mundanos y sobrenaturales, reglas impuestas por su propio padre. Emily decidió ignorar las imposiciones de su mundo y desafío las leyes impuestas por sus superiores; revelo su identidad ante aquel muchacho. Cuando los cinco grandes descubrieron su falta tuvieron que escoger el castigo adecuado para una de las herederas, sin importar que fuera la hija de Filiberto. Sin embargo, antes de que pudiera recibir su condena el mundo mágico fue atacado por ordinarios, quienes invadieron las calles mágicas, sin aviso comenzaron a disparar, bombardear y atacar a los distintos seres que vivían pacíficamente allí. Los cinco grandes se vieron en la necesidad de defenderse y contener el ataque sin derramar sangre, lo que no ayudaba, pues su gente comenzaba a descender drásticamente. Entre todo el caos, Emily se encontró con aquellos ojos grises los cuales eran su delirio, miro a su enamorado atacar a su gente, no podía creer lo que sus ojos observaban, había sido traicionada por quien creyó conocer y amar. Él la miro y la apunto con su arma dispuesto a matarla, justo cuando estaba más decidido que nunca, su padre la protegió con un hechizo que lastimo al chico frente a ella. —¡No! —grito Emily y corrió a lado del muchacho, su padre se distrajo y fue atacado por otros ordinarios. Ella se agacho en el suelo y contemplo la herida del chico, moriría inevitablemente. —Lo lamento, en serio, lo siento... — habló el chico utilizando el poco tiempo que le quedaba de vida, ella sostuvo su mano con afecto —. Debí escogerte a ti sobre mi familia… —No hables, yo hare que todo esté bien… —interrumpió Emily. Antes que pudiera hacer algo, ella y su padre se vieron rodeados; Filiberto ataco, pero sus ataques no surgían el efecto que esperaba, sin poder predecirlo Filiberto murió ante los ojos de su hija en un desesperado intento porque las balas no pudieran llegar a ella. —Emily, el equilibrio del mundo ahora está en tus manos, protege a los tuyos y no… —La chica no pudo escuchar el último mandato de su padre. Filiberto se desplomo frente a sus ojos y ella observó como las dos personas que quería perdían la luz de sus ojos poco a poco y ella no podía hacer nada para evitarlo. —Perdóname —dijo el chico sin fuerzas, su voz se acababa al igual que la de Filiberto —. Si pudiera retroceder el tiempo, haría las cosas diferentes. Emily, yo... —El chico murió en sus brazos sin terminar su oración. Los ordinarios dispararon sin contemplación y Emily se desvaneció desapareciendo de aquel sitio, dejando atrás a las dos personas que amaba. Todas las barreras y ataduras que prohibían que las tinieblas atacaran a los mundanos se rompieron. Emily invoco a cada jefe de cada r**a y les otorgo un deseo el cual aseguraba la eternidad para cada una de las estirpes. Lanzo un hechizo que ocultaba y protegía a los iluminados con el fin de salvaguardar su especie, todo esto la llevo al límite y tuvo que pagar un precio muy alto por cada hechizo. Esto tendría consecuencias en un futuro y Emily pagaría cada uno de sus errores y equivocaciones de ese día fatídico. A pesar de que ya no le quedaban fuerzas y perdería la vida en cualquier momento, tuvo el poder para lanzar su última voluntad; creo un hilo rojo, el cual ato a su meñique y al meñique de su amor perdido, este haría la función de unirlos a través del tiempo encontrándose en su siguiente vida para amarse una vez más. Sin saberlo, Emily Kedward había creado su propio destino desafiando a la propia vida. —"Ni el tiempo, ni la distancia, ni la muerte, ni siquiera la desaparición de la magia podrá destruir nuestro amor eterno" —Sentencio en un conjuro, creo el hechizo y lo libero, pero antes de partir, dejó una tarea que cumplir. Ella volvería a nacer en otra época y el deber de las diferentes razas era buscarla, protegerla para poder levantar una vez más la paz y el bienestar de ambos mundos. Ella gobernaría como lo hizo su padre y cómo debía haber sido desde un principio, burlaría la muerte, encontraría de nuevo a su ser amado y esta vez nadie podría arrebatárselo...