Capítulo II

1463 Words
Todas las pasiones son buenas mientras uno es dueño de ellas, y todas son malas cuando nos esclavizan. —Jean Jacques Rousseau. Estaba demasiado aturdida como para entender nada de lo que le estaba sucediendo en esos momentos. Primero, la habían intercedido en la escuela de su Alex, segundo la habían secuestrado y tercero estaba allí, justo frente a ese hombre que le había quitado el aliento la noche anterior. ¿Qué está pasando? Gimió en su interior. — ¿Quién eres? —preguntó una vez que estuvieron solos en el pasillo. Los ojos de él no dejaron de detallarla con interés, cosa que hacía que su vello se pusiera en punta. Ese hombre resultaba peligrosamente atractivo, él había sabido donde encontrarla algo que la hizo despabilar de su mundo de fantasías eróticas donde ese extraño frente a ella hacia cosas no propias de decir para mujeres reservadas como ella. Avergonzada de sus atrevidos pensamientos apartó la mirada tratando de encontrar algo más interesante a su alrededor, cosa realmente imposible ya que el hombre frente a ella no era un simple hombre. Era tan alto que tenía que alzar su cabeza para poder ver sus preciosos ojos color ámbares tan parecidos a los de un tigre aunque tan extrañamente familiares, un aura misteriosa que lo envolvía haciéndolo parecer más aterrador y su belleza oscura puramente masculina lo hacía resaltar como ningún otro. Bella casi se sintió tentada a alargar la mano y tocar ese abdomen debajo de esa elegante ropa que llevaba puesta y que juraba que era tan trabajado como debía ser. —Será mejor que pases —dijo el desconocido haciéndose a un lado de la puerta detrás de él. Bella frunció el ceño ante la propuesta. —No —contestó con terquedad. Ella verdaderamente no estaba dispuesta a obedecerlo. No obstante su negativa pareció divertirlo porque terminó sonriendo ladino y curiosamente aquella sonrisa le encantó pero hizo todo lo que estaba en sus manos para que pareciera lo contrario. — ¿No? —preguntó él con sorna. —No —insistió Bella—, no voy a entrar hasta que me digas ¿Quién eres? Y ¿Qué hago aquí? —Y yo no voy a decir ni una palabra hasta que entres. Ambos se lanzaron retadoras miradas pero Bella terminó suspirando dándose por vencida y entró en aquel lugar que parecía ser una pequeña oficina dentro de tan grande casa. Ella no podía permanecer por más tiempo observándolo pues ya sentía sus rodillas débiles. No sabía qué era lo que le pasaba con aquel hombre pero era intenso y muy inapropiado. —Muy bien, aquí estoy ¿Ahora podrías responderme? —gruñó molesta. Podía sentir su pesada mirada en su piel y un extraño cosquilleo se apoderó de su vientre. No seas débil Bella, tu no lo eres. —Avery...—Saboreó su nombre haciéndola estremecer sin embargo la mención de su primer nombre la puso en alerta. Casi nadie lo sabía además de que lo odiaba por ello utilizaba el segundo. O más bien su apodo. ¿Cómo es que ese hombre la conocía tanto? Aquello era aterrador. —Al parecer tu último trabajo pasó desapercibido por mi maldito investigador omorfiá pero yo nunca olvidaría tus preciosos ojos ni mucho menos tus dulces fracciones de ángel. Ella se tensó visiblemente ante la mención de su trabajo pero aún más cuando lo sintió tan cerca de ella en sus espaldas. Su voz sonaba tan masculina y oscura que por poco se echó a temblar embelesada como abeja a la miel. —Realmente eres hermosa —susurró. Su aliento chocó peligrosamente contra su cuello mientras que su vientre se contraía, respiró profundo y se apartó tan rápido de él como pudo girándose para quedar frente a frente. Debería estar aterrada porque ese hombre conocía su primer nombre y muchas cosas más como para alertarla no obstante no podía tener miedo de él por una extraña razón. No te fíes de él Bella, te ha secuestrado. Debes huir de aquí y llevarte a Alex lo más lejos posible, él sabe dónde encontrarlo. El terror ante aquello la hizo dar un paso atrás. Nada le importaba más en su vida que su Alex. Que le hicieran daño a ella era casi irrelevante sin embargo las cosas cambiaban tremendamente cuando se trataban de su pequeño niño. — ¡No me toques! Déjame ir, ya no me importa quién eres, no voy a denunciar que me has secuestrado pero déjame en paz... ¡No des un paso más! —Chilló cuando lo vio caminar hacia ella haciéndole caso omiso.—Siento haberme desviado —habló sonriendo como si sus palabras no fueran peligrosas en absoluto—, lo cierto es que realmente tenemos en común muchísimo más de lo que crees Avery. — ¡No soy Avery! Me llamo Bella y no tengo porque escuchar estas tonterías, ¡Usted me ha visto en el bar y me ha secuestrado! ¡Pues déjeme decirle que yo no soy ninguna prostituta! —bramó rabiosa. Sin embargo su furia no hacía más que avivar el férreo deseo que él sentía por ella. Se veía arrebatadoramente preciosa ante sus ojos con aspecto enfadado, su boca fruncida y sus brazos cruzados. Quería tomarla y besarla hasta hacerla sonreír. Esa mujer era una completa tentación de los dioses. —Yo no he dicho que lo seas omorfiá, me arrancaría la lengua antes de ofenderte de tal forma. Ni siquiera tenía idea que iban a traerte ante mí, debes sentarte para escuchar lo que estoy a punto de decir. * Ni siquiera supo cómo llegó a casa después de lo que él le había dicho. Bella estaba tan pálida que Blanca tuvo miedo de que se desmayara de un momento a otro. Se hizo a un lado dejándola pasar pero Bella ni siquiera la miró en su lugar observaba a un lindo niño que miraba en el sofá los dibujos animados, el mismo que se levantó de un salto al verla llegar entonces sonriendo corrió hacia sus piernas abrazándose a ellas. Los ojos de Bella se llenaron de lágrimas y pareció despertar del letargo en el que había estado sumergida. Bajó la cabeza encontrándose con la mirada iluminada de Alex y su sonrisa preciosa dedicada solo a ella. Su corazón dolió y Blanca observó como Bella miraba a Alex como si fuera primera vez en su vida. —Te ha extrañado, has llegado demasiado temprano hoy. Pero Bella pareció no escucharla, en su lugar tomó en brazos al pequeño rubio alzándolo hasta que estuvieran cara a cara, Blanca los miró confundida por la forma tan sospechosa que estaba actuando su hermana. —Oh Dios —La escuchó susurrar antes de dejar caer sus lágrimas. Y aquello horrorizó aún más a la pequeña hermana, ¡Alguien había lastimado a Bella, y fuese quien fuese ella misma lo mataría!— ¿Qué sucede Bells? —preguntó preocupada. — ¿Por qué lloras mami? —Mi amor... —Murmuró abrazándolo con más fuerza cerrando los ojos. Su Alex, solo suyo.Alex aferró sus pequeñas manos a su cuello, haciéndola sentir muy importante y fue allí donde recordó todo lo que le había dicho aquel hombre. — ¡No puede ser! ¡Estás loco! Estás inventando todo eso... —No estoy inventando nada belleza —soltó con una calma que no poseía—. ¿Por qué lo haría? Te digo la verdad, Elena me engañó justo con Jeff el investigador privado que tenía antes, le di dinero a Elena para la gestación subrogada yo quería un hijo y después de investigarla con Jeff supe que ella era perfecta. Lo que yo no sabía era que ambos estaban juntos, Elena te usó para que llevaras a mi hijo en tu vientre ya que ella no podía tener hijos propios... — ¡Elena es mi amiga, no puedes hablar así de ella! —Es la verdad belleza. —No...No, ella me dijo que su hijo crecería en mi interior, Alex no es mi hijo —dijo casi sin aliento. Incrédula, devastada pero a la vez algo dulce la recorrió. —Lo es, tú lo sabes, las madres siempre lo saben. Él tenía razón, ella lo sabía realmente. —Dios, ¿Cómo no me había dado cuenta? — ¿De qué mami? —preguntó el niño trayéndola a la realidad. Amaba tanto a ese niño que dolía, cuanto más ahora que sabía que era carne de su carne. —De que me extrañas tanto como yo a ti. Cambió el tema abrazándolo con fuerza y la mirada entre las hermanas se encontró finalmente. Blanca se apresuró a hablar. —Tenemos mucho que conversar. Ella asintió, realmente necesitaba hablar con su hermana. De no ser así se volvería loca.
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