Prólogo

442 Words
Bella tomó aire tratando de contener las lágrimas que amenazaban por salir. Otra noche. Otra maldita noche en la que debía enfrentarse a esos bastardos de miradas libidinosas, de comentarios sucios, de osadas manos asquerosas tratando de tocarla… De solo pensarlo su estómago se revolvía y con ello las ganas de matar a todos los degenerados que trataban obtener algo más íntimo que su baile, algo ruin y salvaje que no estaba dispuesta a hacer. Hazlo por Alex, todo es por él, recuérdalo Bella. Entonces la imagen del niño sonriente le llegó a la cabeza encogiéndole el corazón y dándole fuerzas para seguir con lo que hacía. Alex, su precioso Alex. Así fue como salió al escenario con los hombros erguidos y la espalda recta, había llegado el momento de fingir. Todo estaba oscuro hasta que de pronto la luz chocó contra su rostro y cuerpo ocasionado que todos los hombres del lugar comenzaran a gritar palabras soeces de lo que querían hacer con Bella si lograban el inmenso placer de yacer con ella. Ella esbozó una sonrisa pícara, como si los acepara, como si ellos no fueran ante sus ojos unos asquerosos cerdos, guardó las ganas que tenía de escupirlos y se limitó a iniciar su baile sensual. Lentamente como le habían dictado se deshacía una a una de las escasas prendas que cubrían su melodioso cuerpo, hasta que por fin solo quedó en ropa interior. Sin embargo, se sentía completamente desnuda, además de humillada. Llevó su vista al frente a la vez que se movía incitadoramente tal y como Aminah la había enseñado, tan perdida en sus pensamientos y en el erótico baile no pudo captar aquella mirada misteriosa que seguía cada uno de sus seductores movimientos, pero después su mirada al fin se encontró con una posesiva y apasionada que la hizo tambalear levemente, presa del súbito desconcierto. Jamás nadie la había mirado de ese modo, con esa fuerza arrebatadora que por alguna razón la hacía sentir cercana, hermosa y deseada. Ni siquiera supo el motivo de su extraño estremecimiento. Tuvo que obligarse a apartar la mirada para continuar con el baile, luego se dio la vuelta contoneando sus caderas y junto con ellas su trasero respingón. Bella no entendía cómo pero ahora sí que estaba disfrutando el baile, anhelando aquella intensa mirada. ¿Por qué de repente se estaba sintiendo así, tan atrevida? Se movió con más proeza volviendo loco una vez más al público masculino y nuevamente giró su cabeza ocasionado que sus rizos volaran y chocaran contra sus mejillas pálidas. Automáticamente su vista volvió al hombre y por fin pudo deleitarse en sus marcadas fracciones.
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