La princesa de hielo que quiso domar al Dragón

1722 Words
Día 8 después de la subasta – Palacio Celestial Holdings, justo antes del amanecer Alejandro abrió los ojos con el primer rayo de sol colándose por la terraza. June dormía acurrucada contra su pecho, el cabello plateado derramado como luna líquida sobre su piel. Su respiración era tranquila, su mano descansaba sobre la cicatriz más grande de su torso, como si incluso dormida quisiera protegerlo. Por primera vez en toda su vida sintió paz absoluta. Entonces la puerta doble de la habitación se abrió de golpe, sin ceremonias. Elara Thorne entró con pasos rápidos y una expresión que Alejandro nunca le había visto: seria, casi preocupada, sin rastro de su habitual sonrisa de tiburón. «Levántate. Vístete de n***o completo. Y trae a June. Tenemos visita real… y no es de las que se pueden ignorar.» Alejandro se incorporó de golpe, la sábana cayendo hasta la cintura. «¿Real?» Elara asintió, los ojos dorados brillando con urgencia. «La tercera princesa imperial, Lyria de la Casa Frostblade, acaba de aterrizar en el patio principal con su dragón de nieve y toda su guardia de élite. Y viene directamente a por ti.» June se despertó sobresaltada, abrazando la sábana contra su pecho. «¿A por él? ¿Qué quiere?» Elara soltó una risa seca, sin humor. «Quiere casarse con él. O matarlo. O las dos cosas. Depende de cómo salga el duelo que acaba de exigir.» 07:15 – El patio de armas El cielo todavía estaba teñido de violeta cuando salieron al patio. En el centro, ocupando todo el espacio, un dragón de nieve blanca de treinta metros de largo, escamas que brillaban como diamantes bajo el sol naciente. Sus ojos eran dos lagos congelados. Encima del dragón, de pie como si estuviera en un trono, una mujer que parecía tallada en hielo y acero. Cabello blanco platino cayendo hasta la cintura. Ojos azul glacial que parecían atravesar el alma. Armadura completa de escamas de wyrm polar, runas imperiales nivel 9 grabadas en cada placa. En la mano derecha, una lanza de hielo eterno de tres metros que despedía un frío que hacía crujir el suelo de mármol. Lyria Frostblade. La princesa conocida en todo el continente como “la que nunca pierde”. Bajó del dragón con un salto perfecto, aterrizando sin hacer ruido. Y habló con voz que literalmente congelaba el aire a su alrededor: «Alejandro, último heredero del Dragón de Jade. Te desafío a un duelo oficial, bajo las leyes antiguas del Imperio. Aquí y ahora. Si gano… te vienes conmigo al Palacio de Hielo Eterno como mi esposo legítimo y general supremo del norte. Si pierdes… tu cadáver será mío para exhibirlo en la gran sala.» June, que acababa de llegar corriendo envuelta en una bata, se quedó blanca como la nieve. Elara soltó una carcajada seca. «¿Y si él simplemente dice que no?» Lyria sonrió por primera vez. Una sonrisa que helaba la sangre en las venas. «Entonces declaro guerra total a Lirion entero hasta que diga que sí… o hasta que no quede nadie vivo para decir que no.» Alejandro dio un paso al frente, descalzo y solo con pantalones negros. «Acepto.» June gritó, voz quebrada: «¡Estás loco! ¡Es nivel 9 imperial completo! ¡Tú apenas llegaste al 12% del meridiano! ¡Te va a matar!» Él la miró con calma absoluta. «Confía en mí, mi amor.» Y le dio un beso rápido en la frente antes de caminar hacia el centro del patio. 08:00 – El duelo que paralizó el reino entero Un círculo de combate de cien metros de radio fue marcado con runas de contención por los propios guardias imperiales. Cien mil personas viendo en directo por cristales de visión. Apuestas en todo el continente. Lyria atacó primero. Un solo golpe de lanza que congeló el suelo en un radio de cincuenta metros y creó una tormenta de nieve localizada. Alejandro esquivó por milímetros usando el Paso de la Serpiente mejorado que Zoltar le había enseñado. El hielo le rozó el brazo izquierdo y le dejó una quemadura helada que llegó hasta el hueso. Lyria sonrió, divertida. «Interesante. Pensé que morirías en el primer segundo.» Segundo ataque: una ráfaga de mil lanzas de hielo que cubrieron todo el círculo. Tercer ataque: un golpe directo al corazón con la lanza completa. Décimo ataque: un torbellino de nieve que cortaba como cuchillas. Alejandro solo esquivaba. No contraatacaba. Ni una sola vez. June lloraba en el palco, agarrada al brazo de Elara. Elara observaba en silencio, los ojos dorados entrecerrados, calculando. En el ataque número veintitrés… Alejandro habló por primera vez, voz tranquila que retumbó en todo el patio: «¿Ya terminaste de jugar, princesa?» Y activó el Meridiano del Dragón de Jade al 18% de golpe. El aire se volvió verde esmeralda puro. Sus ojos brillaron como jade líquido. El colgante y el anillo ardieron con luz viva. Un solo puño. Directo al centro del pecho de Lyria. La princesa voló diez metros hacia atrás y se estrelló contra el lomo de su propio dragón de nieve, dejando una grieta en las escamas heladas. Silencio absoluto en todo Lirion. Lyria se levantó lentamente, sangre en la comisura de la boca… y una sonrisa salvaje, casi enamorada. «Por fin… un hombre digno de mí.» Se arrodilló en el suelo helado. «Me rindo. Eres más fuerte. Más rápido. Y mucho más guapo de lo que decían los rumores.» La multitud estalló en gritos que hicieron temblar los cristales de visión. 12:00 – El precio de la victoria Sala del trono improvisada, llena de guardias imperiales y nobles curiosos. Lyria, ya sin armadura y con un vestido blanco que dejaba poco a la imaginación, sentada frente a Alejandro, June y Elara. «Explicación rápida y sin rodeos: el Clan de las Tinieblas Supremas ha despertado por completo. Vorath, el rey demonio, viene en persona dentro de tres meses con un ejército de un millón de soldados y cien mil bestias de éter n***o. El Imperio necesita al Dragón de Jade vivo, despierto y casado con sangre imperial para legitimar la guerra total y unir a todos los reinos.» June palideció hasta los labios. Lyria miró directamente a Alejandro, sin parpadear. «Te quiero a ti. No como esclavo. Como igual. Como esposo principal. Como padre de los herederos que liderarán la próxima era.» June se levantó furiosa, el éter verde brillando en sus manos. «¡Él ya tiene pareja! ¡Yo lo saqué del infierno! ¡Yo lo curé! ¡Yo lo amo!» Lyria sonrió con calma glacial, sin inmutarse. «En el norte tenemos hasta cuatro esposas principales y concubinas ilimitadas. Tú serías la primera esposa, la sanadora oficial, la que lleva mi respeto eterno. Yo sería la segunda, la general en el campo de batalla. Y Elara… bueno, ella puede ser la tercera o la cuarta si quiere entrar en el juego.» Elara soltó una carcajada real, echando la cabeza hacia atrás. «Me gusta esta chica. Tiene estilo.» June temblaba de rabia y lágrimas. Alejandro se levantó y tomó la mano de June. «Nadie va a obligarme a nada. Pero… si rechazamos la alianza, Lirion cae. Millones mueren. Incluida tú.» June lo miró con ojos rotos. «Entonces… ¿me compartirás?» Él negó con la cabeza. «Nunca te compartiré. Pero tal vez… tal vez podamos compartir nosotras.» June parpadeó, sin entender. Lyria se levantó y caminó hacia ella con pasos lentos, felinos. «June de los Bosques de Plata… tu fama de sanadora legendaria llega hasta el Palacio de Hielo Eterno. Y tu belleza… es aún mayor de lo que decían.» Se arrodilló frente a ella, literalmente. «Te ofrezco mi respeto eterno. Mi lealtad absoluta. Y mi corazón… si me aceptas como segunda esposa.» June miró a Alejandro, buscando respuestas. Él asintió lentamente, con una sonrisa pequeña. Y June… bajó la cabeza y besó a Lyria. Primero suave, casi tímido. Luego con hambre, con desesperación, con todo el miedo y el amor que llevaba dentro. Lyria respondió con la misma intensidad. Cuando se separaron, ambas respiraban agitadas, mejillas sonrojadas. Lyria sonrió. «Esto… esto va a funcionar.» 22:00 – La noche que todo cambió Habitación principal, la más grande de la mansión. Las luces de éter apagadas. Solo velas de luna y el resplandor verde del meridiano de Alejandro. June lloraba en la cama, sentada con las rodillas abrazadas. «Tengo miedo… miedo de perderte.» Alejandro se sentó a su lado, desnudo hasta la cintura. «Nunca me perderás. Eres mi primera. Mi sanadora. Mi hogar.» Ella lo miró con ojos brillantes. «¿De verdad puedes querer a dos mujeres?» Él sonrió. «Puedo querer a las que el destino ponga en mi camino… si ellas también se quieren entre sí.» La puerta se abrió despacio. Lyria entró… en camisón de seda blanca casi transparente, el cabello suelto, descalza. «¿Interrumpo?» June se puso roja hasta las orejas. Lyria se acercó con pasos lentos, como una depredadora que ya sabe que ganó. «June… no vine a robarte nada. Vine a sumar.» Se arrodilló frente a ella otra vez. «Déjame mostrarte.» Y besó a June de nuevo. Esta vez sin público. Sin prisa. Con hambre real. June gimió contra su boca. Alejandro sintió el meridiano subir al 25% solo con verlas. Ropa volando. Seda blanca y verde esmeralda cayendo al suelo. Tres cuerpos encontrándose como si siempre hubieran estado destinados a estar juntos. Manos. Bocas. Éter verde, azul y plata mezclándose en el aire como auroras. June entre las dos, temblando de placer y de amor. Lyria guiando, dominante pero tierna. Alejandro en el centro, el Dragón de Jade despertando niveles que ni Zoltar soñó. Cuando terminaron, horas después, los tres estaban exhaustos, sudorosos, abrazados. June habló con voz ronca: «Nunca pensé… que podría amar a dos personas así.» Lyria rio bajito, besando su hombro. «Bienvenida al norte, primera esposa.» Alejandro sintió el mensaje del meridiano en su mente: «Meridiano del Dragón de Jade: 31% abierto. Nuevo título desbloqueado: Emperador de Tres Corazones.» Y en la oscuridad, desde una ventana lejana… Elara Thorne los observó con una sonrisa que era mitad triunfo, mitad envidia. «El Dragón ya tiene tres reinas… y yo acabo de perder la apuesta más grande de mi vida.» Pero sus ojos dorados brillaban con algo nuevo. Algo que pronto iba a cambiarlo todo.
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