Sentado en la terraza de su lujoso departamento en Escocia frente a un hermoso lago, Alexander leía las noticias en internet. Sin mostrar en su rostro ninguna emoción al leer que la heredera de la corona, la princesa Isel seguía en un estado de coma, deslizaba la pantalla con su largo dedo.
—¡Alexander! ¿Revisaste la bolsa de valores internacional está mañana?
—Aun no lo hago, ¿hay algo interesante?
—Los negocios de la familia real están cayendo demasiado rápido.
—Son el resultados de malas decisiones y sobre todo derrochamiento de las riquezas.
—En verdad les urgía tu compromiso con Isel. Tu eras su salvavidas dentro de esta tormenta que los rodea.
—Yo no soy el salvavidas de extraños.
—Cambiando el tema y antes de que te molestes que quede claro que yo sólo paso los recados.
Levantando una ceja, Alexander dejó su teléfono en la pequeña mesa para café y cruzó las piernas apoyando los brazos en la silla, esperando escuchar a Jan.
—¡Mamá quiere que vayas a casa a comer! Quiere presentarte a una chica.
El rostro de Alexander se oscurecía y endureció en cuestión de segundos.
—¡Oye! No me veas así, yo sólo paso el recado y mejor agradece que vas advertido. Mamá no quería que supieras eso, sólo me pidió que te llevara a comer, pero soy un buen primo y te avisé para que vayas preparado.
—¡Vamos, pero no saldré con ella! Sólo voy porque le debo mucho a mi tía.
—¿Cuando te irás de regreso?
—Esperaré un poco más, aprovecharé para organizar el proyecto de mi madre.
—¿De que será?
—Mi mamá se embarazó de mí cuando estudiaba la universidad, dejó sus estudios porque debía estar en reposo, en ese lapso de tiempo de dió cuenta que varias mujeres dejaban los estudios por no contar con apoyo financiero ni personal. Entonces hare guarderías de tiempo completo para que esas mujeres pueden estudiar y trabajar en algunos casos sin preocupación de sus hijos.
—Un lugar seguro y con personal capacitado para hacerse cargo de los niños.
—¡Si!
—¡Excelente idea! Tu mamá siempre se preocupó por otras personas.
—Ella decía que si el dinero no servía para ayudar a otros, entonces no servía de nada.
—¿Cómo se llamará?
—Se llamará, Proyecto Lirio. Las flores preferidas de mi madre.
—Si necesitas ayuda solo dilo y te ayudaré.
Llegaron a casa de Jan, dos mujeres sentadas en la enorme sala de estar charlaban animosa mente.
—¡Alex, hijo!
—Tía Bianca, señorita.
—Que cortés eres hijo, ven te presentaré a la hija de una amiga muy querida.
Al verla de frente, Alexander levantó una ceja. La niña era hermosa, de piel tan blanca que podía notarse y su cabello oscuro como la noche. Pero eso no fue suficiente para impactarlo.
—Ella es Hilen Karav.
—Un gusto conocerlo su majestad.
—Solo dime Alexander.
Comieron en un ambiente cómodo y relajado, Alexander pensaba que la chica era bastante agradable, pero no bajaba la guardia, no quería mostrar tanto interés y evitar se confundiera.
—Jan, Alexander, vamos a dar un paseo.
—Tía, tengo varios pendientes por resolver.
—Lo haces después, no creo que tus subordinados no puedan ayudarte con eso.
Asintiendo de mala gana las siguió por detrás.
En el enorme jardín había gran variedad de flores llenas de mariposas, caminaron un poco y la tía se disculpo para dejarlos solos.
—¡Olvidé que debo tomar mis pastillas! Debo volver a la casa.
—Yo te las traigo mamá.
—Mejor acompáñame, que Alexander siga acompañando a nuestra visita.
—¡Señora Norvig! Será mejor que me retire.
—¡Oh, no! Alex te acompaña no tardo mucho.
Alexander extendió el brazo mostrando el camino para hacer continuar a la joven, Hilen se sentía algo ansiosa y comenzó a juguetear con sus dedos. Sus ojos se movían de lado a lado sin prestar atención al camino delante de ella, tropezó con un pequeño desnivel, estando a punto de caer Alexander la tomó de la cintura evitando la caída.
El rostro de Hilen se tornó tan rojo como un tomate, comenzó a temblar por la pena y se incorporó lo más rápido posible soltando el agarre del Duque.
—¡Lo siento, yo!
—Tenga más cuidado señorita Karav.
—¡Alexander!
Sin dedicarle una mirada se detuvo dos pasos delante de ella.
—Por favor no me malinterpretes, si me tropecé.
—¡Seguro!
—¡Créeme, es la verdad! No quiero nada contigo yo...
La voz de la chica sonaba bastante convincente, Alexander se giró y cruzó de brazos esperando escucharla.
—Grs las por evitarme la caída hubiera sido una pena perder mi bebé.
—¿Qué?
—Estoy embarazada.
—¿Y tú?...
—¡No...no! No confundas, mis padres me obligaron a venir y conocerte, yo tengo novio y lo amo pero mis padres no lo aceptan por no ser de nuestra misma clase social.
—Toma asiento, te escucho.
—Me enamoré de mi instructor de equitación, el es profesor en una secundaria y los fines de semana instructor, nos conocimos y fuimos amigos, con el tiempo nos dimos cuenta que la amistad pasó al amor y nos hicimos novios pero mi mamá lo corrió al enterarse de nuestra relación.
—No puedes ocultar un embarazo.
—Lo sé, es por eso que acepté venir a conocerte. Así mi mama me dejará en paz por algún tiempo y Carlo tendrá más tiempo para juntar dinero y escaparnos.
—No puedes hacer eso.
—¿Qué?
El miedo de apoderó de Hilen pensando que Alexander si se había interesado en ella. Se tocó el vientre y sus ojos se comenzaron a humedecer.
—Eres la heredera Karav, tu padre no dejará en paz a ¿Carlo?
—¡Si!
—Y si de verdad se aman, te ayudaré, o de lo contrario acabará con él.
—¿Cómo me ayudarás?
—Le daré un buen puesto a tu novio, tengo un proyecto que comenzará en cuestión de días y si el decide que si, puede colaborar conmigo.
—¡Gracias!
Hilen abrazó a su benefactor, Bianca los observaba desde la ventana de la cocina, y sonreía esas acciones eran buenas noticias.
—Desde hoy considerarme tu amiga Alexander.
—Dijiste que es profesor y eso me conviene bastante, dale mi tarjeta y que me llame.