Alexander

1064 Words
Alexander había llegado a la ciudad una noche anterior, sin avisar a nadie como ya era costumbre. Bajando del avión privado en el aeropuerto, su asistente Peter revisaba sus nuevas inversiones. —Señor, debe ir a firmar algunos documentos a la universidad, la sociedad está lista. —Bien. —Debo avisar a palacio que llegó. —¿Por qué hacerlo? —Su compromiso señor. —No habrá ningún compromiso. Con incomodidad Peter obedeció y guardo su teléfono, subieron al lujoso automóvil y se dirigieron a su destino, con los ojos cerrados sentado en el asiento trasero, Alexander sintió una sensación extraña, abrió los ojos y miró por la ventanilla. Una hermosa chica caminaba sola. *—¿Que hace esa chica a estas horas fuera de su habitación? Es muy hermosa eso no lo puedo negar. Frunciendo un poco el ceño volvió a cerrar sus ojos recostando se de nuevo en el respaldo del sillón. *—Debe ser que trabaja por aquí cerca. El bello rostro de la chica lo acompañó durante toda la noche, lo vió hasta en sus sueños, era demasiado extraño. El día siguiente volvió a la universidad y volvió a verla, pero en esta ocasión sus miradas se cruzaron de forma permanente tras el oscuro vidrio del automóvil. —Señor, la señorita Antón está aquí. —Debes evitarla, no quiero escucharla ni mucho menos verla. —¡Entendió! Alexander respondía mientras revisaba su teléfono, al levantar su mirada la volvió a ver, era esa misma chica de la noche anterior. Sus miradas se cruzaron por un segundo y eso bastó para provocar que el corazón del joven se acelerara como el motor de un automóvil. *—¡Es ella! ¿Quen eres? Tu rostro apareció en mis sueños toda la noche, es como si tú hermosura me hubiera hechizado. Movió la cabeza un poco, esperaba despejarse y sacar a la bella chica de su mente. Salió del campus universitario y fue directo a su oficina. No sólo era el Duque de Pearl, también era un exitoso empresario. —Señor, llegó a mi correo la invitación para la cena de mañana. Todos esperan que usted vuelva y asista para el compromiso. —¡Aún continúan con eso! —Sus padres dieron su palabra antes de morir. —Ellos, yo no. Peter suspiraba con resignación, si el joven Duque no aceptaba el compromiso lo culparían por no hacer bien su trabajo de orientarlo. En las oficinas de Kassandra, su asistente llegó corriendo sin llamar a la puerta. —¿,Por que no llamada? —Señorita, el duque volvió está en su oficina. —¿Que? avisaron que llegaría mañana ¿Cómo supiste que está aquí? —Mi cuñada trabaja en las oficinas y me avisó que ya está ahí. —¡Me voy para allá! Con una amplia sonrisa en su rostro, caminó casi corriendo haciendo resonar sus tacones. Al llegar al grupo Norvig, no la dejaban pasar sin una cita lo cual para ella era algo inadmisible. —Vengo a ver a Alexander. —Señorita ¿tiene una cita? —¿Cita? No necesito una para verlo. Soy la marquesa Antón. —Lo siento señorita pero no puedo dejarla pasar. —¡Que dices! ¿ No entendiste quién soy? Una mujer llegó corriendo, disculpándose con la marquesa. —¡Señorita Antón! Le pido disculpas, no se moleste. Soy la cuñada de su asistente, yo misma la guiaré a la oficina del señor. —Tu si conoces tu lugar. Levantando el rostro con bastante arrogancia y su sonrisa engreída, caminó junto a la mujer directo al elevador. —Gisel y tú recibirán una generosa recompensa por ayudarme hoy, eres una buena informante aquí. —Lo agradezco señorita. —Toma, eso debe ser suficiente por el momento, si sigues ayudando habrá más dinero para ti. La mujer tomó el efectivo haciéndola sonreír, era demasiado dinero y su ambición era enorme. —Es muy generosa señorita Antón. Kassandra salió del elevador, contoneando sus caderas en cada paso. —Vengo a ver a Alexander. —¿Tiene cita? —No necesito una. Caminó directo a la puerta y abrió sin antes llamar, la asustada secretaria corrió detrás de ella pero era demasiado tarde. —¡Querido, Alex! —¿Que haces aquí? ¿Acaso no te enseñaron a llamar la puerta? No sabía que en tu familia no te enseñaron modales. —Alex, no me trates así quería verte, estuviste muchos meses fuera. —Deja de llamarme Alex, sabes bien que me molesta demasiado. —Es con cariño. —Dije que no lo hagas. —¡Está bien, Alexander! —¿Podemos ir a cenar juntos? —Tengo trabajo. —Apenas volviste ¿cómo puedes tener trabajo? —Una cosas más Kassandra ¿cómo supiste que volví? —Sabes que estoy enamorada de ti desde hace mucho tiempo, siempre estoy pendiente de todo lo que tenga que ver contigo. —¿No tienes una vida propia? ¡Que patético! —¡Alexander! No me digas esas horribles cosas. —Kassandra estoy trabajando y no tengo tiempo para tus tonterías, sal de aquí por favor. El rostro duro y frío del hombre asustaron a la mujer, se acercó a él hombre levantando su mano para tocarlo. Alexander quitó la mano con rapidez fulminado con la mirada a la bella y sensual mujer frente a él. —No se te ocurra tocarme, sabes muy bien que lo odio. Largo de aquí. Levantando el teléfono llamó rápido a Peter. —Ven ahora mismo a la oficina, llévate a esta mujer de aquí. —Alexander ¿por qué me tratas así? —¡Estoy aquí señor! —No sé cómo llegó hasta aquí, pero que no vuelva a suceder. Asintiendo, Peter tomó a Kassandra del brazo y la llevó fuera de la oficina, entre súplicas y al borde del llanto por la vergüenza pedía la soltaran, pero Peter le tenía más a su jefe que a una marquesa malcriada. A Alexander no le gustaba que lo tocaran las mujeres debido a un trauma de pequeño por culpa de su padre. Su padre había engañado a su mamá con su secretaria, ella lo manipulaba y lo tomaba de la mano cada que asistía a la oficina de grupo Norvig. Cuando supo de la aventura no volvió a permitir que ninguna mujer que no fuera su madre lo tocara.
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