Capítulo 1
Damián y Catalina, durante su matrimonio nunca más se vio afectada por algún mal entendido, sin embargo las cosas para sus hijos apenas comenzaban a escribirse, Amelia Katherine Alexandra Rhodes Bennett era una joven de escasos 18 años, era una de las jóvenes más bonitas de la sociedad de chicago ni que decir de lo adinerada que era, su casamiento debía ser unos de los más cuidados y memorables, ya que no se podía casar con cualquiera.
―En algún lugar de Europa―
―Bien hijo, me da gusto que regresaras de tus estudios, en verdad que ya eres un hombre muy pero muy guapo, parece que fue ayer que te vi por primera vez.―dijo la mujer, acariciando la mejilla de su hijo.
―Mamá, por favor no llores, sabes bien que me apure a estudiar para estar cerca de ti, además desde que papa murió solo me quedas tú.―dijo el joven sonriendo a su madre.
―Lo sé hijo, eres mi hijo hermoso lo más preciado que tengo, tu padre no me pudo haber dejado un mejor regalo que tú. ―comento la mujer devolviendo la sonrisa a su hijo.
―Mamá deja de adularme, que me la voy a creer ―dijo el joven, solo arreglando su ropa para que no se le arrugara.
―Bueno hijo, como no estar orgullosa, si eres abogado, administrador, economista digo el saber que eres mi hijo, es algo de lo cual debo sentirme muy pero muy orgullosa, aparte que eres muy guapo cualquier joven deberá amarte como loca, te pareces a tu padre eres igualito.―comento, la mujer mirando lo alto y guapo que era su hijo.
―Mamá, me sonrojas…
―Bien, entremos en materia, sabes que deje algunos negocios en el nuevo mundo unos que mi padre me heredo y quisiera que viajemos hasta allá para que revises lo que pasa, no he tenido buenas ganancias en los últimos años y quisiera ver ¿Por qué?―dijo el joven que se sentaba alado de su madre, revisando algunos libros.
―Claro mamá, cuando quieras podemos viajar, además que mi padre dejo algunas alianzas de las cuales me hablo ya cuando iba a partir, así que me las dejo en un sobre, él ya no se quiso hacerse cargo, así que me dejo todo con su abogado yo aún estaba en el colegio estudiando lo supe ahora que se abrió el testamento.
―Sí, de eso también, ahora que paso el tiempo creo que es hora de reclamar esos negocios, es dinero y hay que ver nuevas expectativas de negocios, sabes también hay algunas personas que quisiera ver, sabes viejos amigos de esos que nunca olvidas.
―Sí, madre arreglare todo para que viajemos de inmediato. ―dijo levantándose para ir hacer sus diligencias.
―Mansión Rhodes―
―Señor el capitán Oxford quiere hablar con usted ―dijo el mayordomo que entraba al despacho de Damián, que este estaba muy metido revisando sus libros de contabilidad.
―Sí, que pase a mi despacho, ¿Bruno y mi esposa? ―pregunto, ya que no las había visto desde que terminaron de comer.
―Salió con la señorita Katy de compras ―contesto, para dejar pasar a la visita.
Damián, sonrió al saber que tanto su esposa como su hija, estaban muy felices con sus vida, su hijo Alberto, lo habían mandado a estudiar a Inglaterra para su formación como todos los Rhodes a la edad de 14 años para que estudiaran diversas carreras, para que después se hicieran cargo de los negocios, al contrario de Katy, que solo fue mandada un par de años y solo habían pasado un par de años de su regreso.
Catalina, estaba muy feliz cuando fueron a recibir a Katy a Nueva York, en ese barco en el que viajo con sus doncellas así como sus cuidadores que siempre la acompañaban, pero al ser una joven demasiado hermosa tendía a llamar muchísimo la atención de los jóvenes o señores que la veían.
En cuanto Katy, bajaba del auto todas las miradas se posaban en ella, al igual que fue con su madre, que aunque seguía siendo así, no era nada comparado con Katy, que levantaba suspiro por todo el camino, un par de ojos se posaron en ella desde que la vio y eso era el capitán Oxford…
―Damián, ¿Cómo estás? ―Saludo el capitán con un fuerte apretón de manos.
―Bien, pase capitán siéntese le invito un trago y un abanó.―comento Damián, acercándose a su licorera.
―Gracias te lo acepto, solo quero platicar de algo que me ronda la cabeza desde hace tiempo, que ya no quisiera dejarlo pasar.―comento el capitán que este se sentó en uno de las sillas de aquel despacho.
―Damián, sirviendo el licor, para invitarle en cuanto lleno los vasos le dio uno, el tomo el otro para sentarse y escuchar lo que tenía que decir.―Bien dígame…
―Bueno Damián, creo que he pensado muy seriamente en casarme―dijo carraspeando un poco―. Ya estoy ansioso de hacerlo, puesto que he creado una fortuna considerable de la cual estoy orgulloso, quiero tener una esposa que me pueda dar hijos y pues he pensado que tu hija Katherine seria perfecta para mí.―comento sonriendo esperando recibir una respuesta de aceptación.
≥Digo es una muchacha hermosa, de nobles sentimientos y belleza espectacular, que no dudo que en mis manos pueda hacerla muy feliz, ella me encanta desde que la vi en su baile de presentación el año pasado, no he podido sacarla de mi cabeza.―dijo, el capitán levantándose de su asiento para beber todo el líquido de su copa de un solo trago.
≥Sé que soy mayor que ella, mucho mayor… Pero sé que la puedo hacer feliz, sé que es tu única hija, que quieres lo mejor para ella y no veo un mejor prospecto para ella, más que yo por supuesto.―comento yendo hasta la licorera para servir un poco más de licor.
Damián se le fue transformando el rostro, entre más escuchaba al capitán más ganas le daban de sacarlo a patadas de su casa, pero tenía que ser tolerante, aunque habían pasado los años, el aún era considerado un extranjero; aunque tenía muchísimas propiedades, eso no cambiaba su situación en América, para las autoridades solo era un inmigrante como cualquier otro.
―Damián, bebió todo su copa de un solo trago, para comenzar a hablar. ― Bien ya que te escuche, te seré honesto, yo para mi hija Katy, no solo quiero un matrimonio arreglado por conveniencia ya que no lo necesito, ella dispone de una herencia bastante considerable que como veras no se la daré a cualquiera, yo ya tengo un arreglo desde hace tiempo para ella, no había mencionado nada ya que nadie se ha acercado para pedir su mano.―dijo colocando su copa en su escritorio.
≥Su matrimonio fue concertado desde que nació, así que yo no puedo romper mi palabra, lo siento agradezco tus intensiones pero no puedo aceptarlas.―comento, pensando que con eso pudiera persuadir.
―Pero Damián, piénsalo yo soy un hombre fuerte que puede darle vida de reina, no creo que puedas conseguir a alguien mejor que yo.―dijo el capitán ya un poco molesto.
―Lo sé, capitán pero no romperé mi palabra ―comento Damián muy pacifico.
―¿Es tu última palabra? ―pregunto el capitán, mirando que Damián solo recargaba su cabeza en su asiento y colocaba sus manos en pirámide.
―Sí, así es, como le dije no puedo romper mi palabra, ya que soy un caballero y como caballero, debo cumplir con lo prometido.
―Bien siendo así, me retiro que pases muy buena tarde – un Oxford muy molesto.
Damián respiraba un tanto fuerte, en cuanto se fue sabía que debía comprometer a Katherine lo antes posible, los Buitres no tardaba en acercarse con muy malas intenciones, pero él jamás permitiría que su hija se casara por arreglo, sino que él quería que tuviera el poder de decisión a quien quería como esposo, aunque él no fuera adinerado, sino que la quisiera como Damián quería a su esposa.
Catalina llegaba de hacer sus compras junto con Katy, tal parecía que habían comprado todas las tiendas, de la cantidad de cajas que metían a la mansión, Damián salía al escuchar la algarabía, de su mujer y su hija…
―Bueno ¡¿Qué son estas horas de llegar?! Creí que ya no regresaban―comentaba Damián, al verlas que llegaban contrariadas de llegar de la calle.
―Papito – corriendo abrasar a su papá – creí que aun estabas en la oficina.
―No, tiene rato que llegue pero ninguna de mis dos mujeres estaba para esperarme – dejando a Katy, para darle un beso a Catalina.
―Amor, no te enfades es que ya era tiempo de renovar el guarda ropa de Katy, así que nos tardamos solo un poquito.―dijo Catalina, posando su cara en su pecho.
―Bueno ya que están aquí, que les parece si me dan de cenar que no lo he hecho esperándolas.―dijo Damián, tratando de disimular su molestia por la visita del Capitán.
―Ay amor claro que sí, pediré que ya sirvan se nos fue el tiempo, perdón – Catalina, abrasando a Damián y recostando su cabeza en su pecho.
―Bueno no me enojare, ya que si me reciben así, solo me sacan una sonrisa, anda vamos que tengo hambre. ―dijo llevando abrazada a su hija, hasta llegar al comedor.
Los tres cenaron muy contentos, para después subir a sus habitaciones…
Catalina se cepillaba el cabello, antes de ir al regazo de Damián como todas las noches, que desde su secuestro el jamás volvió a salir de viaje, al menos que llevara a su familia con él.
―No sabe cómo extraño a mi niño, ya hace un año que se fue que ya deseo que sean vacaciones para poder visitarlo.―comento, mirando desde el espejo a Damián.
―Lo sé amor, pero no podremos viajar hasta esa fecha, después si quieres pasaremos una temporada en Inglaterra para que estemos cerca.―contesto Damián que sabía que no permitían visitas antes de las vacaciones en el colegio en el que estaba su hijo.
―Lo sé, no me hagas caso, ando un poco sensible eso es todo ―comento Catalina, trenzando su cabello.
―Hmm puedo quitarte esa sensibilidad con besos ¿Como ves? ―pregunto, acercándose sigilosamente a ella, para repartir besos por su cuello, apartando uno de los tirantes de su bata.
―Bueno me dejare querer – Catalina aceptando las caricias de su marido.
―Amor, hay algo de lo que debemos hablar y es serio ―dijo Damián, deteniendo todo lo que estaba haciendo.
―Sí dime, no me espantes por favor ―comento Catalina mirándole a los ojos y viendo que su esposo tenía ojos de preocupación.
―Bueno, hoy me pidieron la mano de Katy en matrimonio ―dijo haciendo una mueca.
―¡Damián, no habrás concertado un matrimonio en conveniencia! ¿O sí? ―pregunto Catalina levantándose de inmediato.
―No, claro que no, pero si dije que el matrimonio de Katy ya estaba arreglado, para darme tiempo para hacer algo, sabes bien que no podre aplazarlo mucho, nuestra hija es hermosa no pasa desapercibida para nadie, este no será el primero, debemos ver lo de su matrimonio.―comento Damián, tratando de que Catalina entendiera el problema.
―Ay amor, ya lo hablamos, que dejaremos que ellos decidan encontrar a su pareja por amor, no quiero que pasen lo que nosotros pasamos, tantos malos entendidos, solo por concertar algo sin estar listos y más enamorados.―comento Catalina molesta pensando que Damián pudiera dar a su hija en matrimonio sin su consentimiento.
―Sí, lo sé, pero en este país eso es importante, yo aunque soy una persona conocida aun soy un extranjero, hay poderes que se escapan de mis manos, que solo no podre en caso que se me quieran imponer. La persona que la pidió en matrimonio, tiene mucho poder en este país, que me puede hacer la vida pesada, así que por el bien de Katy, espero y el joven que vaya a desposarla aparezca porque si no, no habrá de otra que llevarla fuera del país.
―No, me niego a estar lejos de mi hija, eso no, Katherine se casara por amor y nadie va a impedir eso, como que me llamo Catalina Rhodes, mucho menos el capitán Oxford.
―Pero ni siquiera te he dicho, ¡¿Quién fue el quien pidió su mano?! ―exclamo Damián, sorprendido ya que aún no le decía nada.
―¿Quién más? Si ese hombre, desde que la conoció se la come con la mirada, cada vez que la ve tal parece que la desnuda y ni que decir cómo se quiere apropiar de ella, cada que está cerca, ya ella se siente mal de tenerlo cerca, me lo confeso hoy en las compras.
―RETROSPECTIVA―
―Hija, vámonos que sé que nos tardaremos en las compras ¡Dios necesitas de todo! Así que sé que se nos va ir la tarde en las tiendas.
―Sí mamá, solo me pongo los guantes ―dijo Katherine, colocándose los guantes.
Al subir al auto, se percataron que el capitán Oxford llegaba a la mansión solo cruzándose los autos, Katy en cuanto vio el carro se agacho para no ser vista.
―¿Te pasa algo cariño? Te veo un poco pálida ―pregunto Catalina al ver a su hija en ese estado.
Continuarà…