Quizá. Todo había sido tan complicado durante tanto tiempo que no podía imaginarse que fuese sencillo en algún momento. La vida de Alik no había sido sencilla, ni siquiera había sido feliz, pero él parecía contento con ella. –Aparte de eso, siempre podría intentar que te sintieras más casada conmigo –siguió él. Se acercó un poco y ella supo lo que iba a pasar. También supo que tenía que impedirlo, que no debería hacer caso al pulso acelerado, que debería ser sensata y racional. Sin embargo, lo observó con la garganta seca y la respiración entrecortada. ¿Por qué no se marchaba? Porque no quería. Le rodeó la cintura con el brazo y la estrechó contra sí. Se le empapó la camiseta de algodón y se le endurecieron los pezones. No llevaba sujetador porque iba a acostarse y se alegr

