LIA
Me llevan en un ascensor de carga a una habitación en el quinto piso de un hotel. Solo yo y tres agentes del FBI super llamativos con sus trajes negros y auriculares.
En el momento en que me llevan a una sala de conferencias, me giro hacia el agente George.
—¿Estás loco? — pregunto. ¿Y si Nero o incluso uno de sus hombres te hubieran visto llevarme? Si descubre que he hablado con el FBI, pensará que lo estoy traicionado y terminaré muerta. ¿A caso pensaste en eso? —
—Siéntate, Lia— intenta calmarme.
—¡No me sentaré, mierda! — grito. obedecí en la primera reunión, pero ahora no voy a seguirle la corriente. Estoy demasiado enojada. —¡Es mi vida la que está en juego! —
El agente George parece inquieto. —Lo sabemos. Por eso organizamos el secuestro. Si alguien te vió, está claro que te secuestraron contra tu voluntad—
—Como si eso fuera ayudar— le espeto.
Empiezo a caminar de un lado a otro, con los nervios de punta. Una reunión ilícita ya es bastante mala, ¿pero esto? Si Nero se entera, estoy muerta, eso es seguro. Y mi hermano…
Tiemblo de miedo. —¿Qué quieres? Te lo dije, no tengo nada que decirte—
—Y ambos sabemos que eso es mentira— responde el agente George. —Sabes exactamente con quién vives. Nero Morelli no es inocente, y tú tampoco. Pero sea cual sea el poder que tenga sobre ti, podemos ayudarte— insta. — Déjanos protegerte—
Protección.
—¿Por la bondad de tu corazón? — respondo, con la voz cargada de desprecio. Puedo que no confié en Nero, pero tampoco confío en los federales.
—No— admite el agente George. —A cambio de testimonio. Información que puede poner a Nero tras las rejas, donde pertenece. De tal palo, tal astilla—
—Quieres decir, te tal astilla, tal astilla— lo corrijo, recordando la decisión de mi propio padre de traicionar a los Morelli. Puede que pensara que estaba haciendo lo necesario para proteger a su familia en aquel entonces, pero no salió exactamente como lo había planeado.
—Vamos, Lia— me dice George, poniendo las manos sobre la mesa de conferencias. —Trabaja conmigo en esto. Lo que quieras, podemos hacerlo realidad—
Respiro hondo e intento controlar mis emociones. Estoy atrapada aquí, en medio, atrapada entre Nero y los federales. Necesito jugar con la inteligencia si quiero salir ilesa. Hacer que George piense al menos existe la posibilidad de que yo colabore.
Me obligo a recostarme en la silla, como si me estuviera relajando. —¿Quieres saber que necesito? Me gustaría un poco de agua— digo finalmente.
—Por supuesto— George mira a uno de los otros trajeados, que rápidamente toma una del mini refrigerador.
—Gracias— tomo un sorbo lento, con la mente acelerada. Si el agente George se ha tomado la molestia de montar toda esa escena del secuestro solo para hablar conmigo de nuevo, debe necesitarme de verdad, y cualquier información que cree que puedo proporcionar.
Eso significa que tengo valor para él. Al igual que encontré una manera de tener valor para Nero.
—¿Querías hablar? — pregunto, mirándolo expectante. Hablar.
El agente George parece aliviado, como si la mitad de la batalla estuviera ganada. —Queremos que recopiles información sobre Nero Morelli. Estás dentro de su apartamento, tienes acceso a su agenda y dispositivos. Puedes pasarnos información importante y ayudarnos a construir nuestro caso en su contra—
—¿Quieres que delate? — digo rotundamente.
—Informar— me corrige George, como si la elección de palabras importara. Es todo lo mismo. Traición.
Tu padre trabajo para nosotros, igual que ahora— añade George. —Dió un paso al frente, hizo lo correcto, y sé que querría que tu hicieras lo mismo—
—¿Lo haría? — suelto una risa amarga. —No estoy tan segura de eso. ¿Sabes lo que es recurrir a la protección de testigos? ¿Perder todo lo que tienes en la vida, todo por lo que has trabajado, en un instante? Me desperté una mañana y descubrí que me estaban arrancando todo lo que conocía. ¿Y para qué? — pregunto. —¿Para encerrar a un hombre? —
—Aquí luchamos contra criminales violentos— dice George, y puedo ver que su paciencia se está agotando. —Tu padre se convirtió en nuestro informante porque sabía que Román era un hombre peligroso que hacía cosas terribles. La organización Morelli tiene su alcance en lo peor que esta ciudad tiene para ofrecer: drogas, juegos de azar, armas— los enumera George. —Y Nero es el que está a cargo ahora. Esta sobre su cabeza, hasta el último crimen—
No respondo.
Uno de los otros agentes entrega una carpeta marrón. George la tira sobre la mesa frente a mí. No quiero mirar lo que hay dentro. Estoy segura de eso. No va a ser bueno. Pero tengo que hacerlo. necesito saber todo lo que pueda para poder decidir qué hacer.
Finalmente abro la carpeta, solo para dejar escapar un grito ahogado al ver la imagen que veo. Retrocedo, así que George extiende la mano por encima de la mesa y extiende las cinco fotos sobre ella, así que no tengo más remedio que mirarlas.
El cuerpo destrozado de un hombre, muerto en un montón de basura. Siento que la bilis me sube a la garganta y tengo que apartar la mirada.
—¿Q-que es esto? — grazno. Me tiemblan las manos.
—Un pobre bastardo que se metió en lado equivocado de los Morelli— responde George. —Lo encontramos junto al río. Así es como se veía antes de que lo atraparan—
Saca otra foto de la carpeta. Esta vez es un retrato, y al observar su rostro, se me hiela la sangre. Dios mío. Es el hombre, el que vi a Nero golpear hasta casi matarlo en su oficina.
“Termina el trabajo” la tranquila instrucción de Nero resuena en mi cabeza. creo que voy a vomitar.
—Mira estas fotos. Este es a quién estás protegiendo—
pregunto, tratando de no mostrar emoción.
—¿Por qué no lo arrestas? —
George hace una pausa. —No tenemos ninguna evidencia de que fuera él, directamente. Pero solo porque no fue su dedo en el gatillo, no significa que no ordenara el golpe. Un hombre inocente está muerto. ¿Es él a quién quieres proteger? —
La pregunta persiste. Pero George no sabe que no es a Nero a quién estoy protegiendo con mi silencio, somos mi hermano y yo. Me pongo de pie. —Quiero irme—
—Todavía no hemos terminado—
—Lo siento, no fui clara— me dirijo a la puerta.
—Me voy a hora mismo—
Los dos agentes del FBI están de pie frente a mí, bloqueándome el paso. Mi corazón late más rápido por el miedo, pero me niego a mostrar debilidad. —¿Así es como planeas convencerme de que te ayude? ¿Manteniéndome como rehén hasta que acepte? —
Después de un momento, los agentes se hacen a un lado.
Pero George va tras de mí, siguiéndome por el pasillo. —Piénsalo, Lia— dice, mientras camino hacia el ascensor. —¿Quieres que el próximo cuerpo sea el tuyo? ¿O el de Jack? —
Su pregunta me sigue mientras subo al ascensor con piernas temblorosas. Bajo al vestíbulo y salgo corriendo del hotel, caminando a ciegas cuadra tras cuadra, intentando poner distancia entre mí y lo que acaba de pasar. Esas fotos terribles. Pero ya sé que, por muy lejos que llegue, no podré borrar las horribles imágenes grabadas en mi cerebro. Si el agente George quería sorprenderme, funcionó.
Pero eso no significa que confíe en él. En todo caso, es un sombrío recordatorio de lo mucho que está en el juego para mi familia. Veo una tienda de conveniencia y entro. Hay teléfonos celulares prepagados en el estante y elijo uno al azar. Es arriesgado usar la tarjeta de crédito de Nero para comprobarlo, pero no tengo dinero propio en este momento. todo lo que puedo esperar es que no le preste demasiada atención a un solo cargo de tienda de conveniencia cuando he gastado miles en ropa y accesorios de diseñador.
Necesito hablar con mi hermano ahora mismo y no puedo llamarlo del celular que me dió Nero, así que tomo el teléfono desechable y camino un par de cuadras hasta un pequeño parque, buscando un lugar privado en un banco para hacer la llamada.
El teléfono suena tres veces antes de que mi hermano conteste.
—¿Hola? — su voz es cautelosa, y me doy cuenta de que es porque él no reconoce el número de teléfono. Probablemente piensa que es un teleoperador.
—Hey, chico, so yo—
—¿Lia? — su voz se relaja. —Hey, ¿Dónde has estado? No has respondido a mis mensajes—
—Si, lo siento mi telefono se cayó en el inodoro—
—Entonces ¿este es tu nuevo número?—
—No. Le pedi a un amigo que me dejara usar el suyo. Proto conseguiré uno nuevo—
Las mentiras siguen saliendo y odio no poder ser honesta con él. pero así es como tiene que ser.
—¿Qué estás tramando? — pregunta Jack.
—Suenas rara—
—¿Sí? — Intento que mi voz vuelva a la normalidad. —Es solo porque estoy cansada. Ya sabes cómo es el día después de un turno de noche en el club—
—No me gusta que trabajes ahí—
—No te preocupes por mi— le digo, logrando de alguna manera mantener la voz ligera. —Un trabajo de mierda no es el fin del mundo. Ahora, háblame de ti. ¿Cómo van tus clases? —
Se lanza a una respuesta detallada sobre cada clase que está tomando, los compañeros de estudio y profesores, y los planes de su dormitorio para la semana de las bromas. Lo escucho todo con una sonrisa en la cara, contenta por la inocente distracción de todo lo que he estado pasando. Es tan lleno de vida y esperanza. Nada de la fealdad con la que estoy lidiando debería tocarlo a él alguna vez.
—Solo recuerda mantener tus calificaciones altas con toda esta diversión que estás teniendo— bromeo ligeramente.
—¡Lo haré! Además…— Jack hace una pausa.
—Bueno, hay una chica—
—¿Una chica? Vaya. Mírate— aplaudo. —Mi hermano, el semental—
—Cállate, no es así. Ella es realmente genial—
Jack siempre ha sido un poco tímido, pero mientras me habla de ella, puedo escuchar la emoción en su voz. Está enamorado.
Por alguna razón, esto me hace sentir aún más miedo. Está al borde de la grandeza, en un punto en el que puede hacer cualquier cosa con su vida. podría casarse con esta chica, tener una familia. Podría tener una carrera increíble. Podría ser feliz.
Siento un nudo en la garganta. Eso es lo que está en juego aquí. La vida de Jack. Mi vida. Todo.
—Escucha, tengo que ir rápido a clase— dice finalmente. —¿Me llamas la próxima semana que viene? Y recuerda dame tu número. Te estás perdiendo algunos videos virales realmente geniales, estando fuera del radar—
—Lo prometo— le digo, tratando de contener las lágrimas. —¡Cuídate! —
Cuelgo y me quedo sentada allí un largo rato, viendo pasar la ciudad.
Extraño tanto a Jack que duele, pero sé lo que tengo que hacer para protegernos a ambos. El FBI quiere que sea una informante, pero sé por experiencia que no hay seguridad en eso. Mas protección de testigos, siempre mirando por encima de nuestros hombros, siempre esperando el día en que Nero entre por la puerta.
Es una fuerza de la naturaleza. Un huracán. Y siempre consigue lo que quiere. Así que no apostaré en su contra. No hay nadie más inteligente ni más despiadado. Y si los federales tuvieran alguna posibilidad real de atraparlo, no me necesitarían. Me ha dado su palabra de que si le consigo este trato. Jack y yo seremos libres. A salvo. Para siempre. Nadie más puede darme ese tipo de seguridad.
Pero si descubre que he estado hablando con los federales…Si no cumplo, o si el FBI lo arresta por algo y me hundo con el…
Hay peligro dondequiera que mire. Todo lo que puedo hacer es esperar estar tomando la decisión correcta. Y rezar a Dios para que Nero cumpla su palabra.
Mi teléfono vibra con una llamada: el teléfono de Nero. Y es el llamando. Siento una oleada de pánico. ¿Se ha enterado del encuentro?
Imágenes del hombre muerto pasan por mi mente mientras contesto, cautelosa.
—¿Hola? —
—¿Dónde estás? — pregunta. Trago saliva.
—Solo…Salí a caminar después del almuerzo, para tomar un poco de aire—
—Vuelve pronto— me ordena, —Hay otra gala elegante esta noche, se supone que McComark hará una aparición, así que tenemos que hacer el espectáculo—
Dejo escapar un suspiro de alivio. No lo sabe.
—Bien. Voy para allá—
Cuelgo e intento prepararme para la noche que me espera del brazo de Nero. Porque por muy dura que haya sido esta fachada hasta ahora, cada vez es más difícil. Y necesito dar la actuación de mi vida.