—Está bien, tráelas —refunfuñé, y se levantó para ir a buscarlas al cuarto de baño. En cuanto me puse las gafas se hizo la nitidez y, aunque la situación me seguía pareciendo desquiciante, al menos sentí cierto alivio. —Deberíamos ir al médico —afirmó abriendo el armario. Sacó un vestido y se lo puso por encima. Empezó a abotonárselo con torpeza. —¿Se puede saber qué haces? —Vestirme, ¿no querrás que me presente en emergencia desnuda? —Desnudo —le recordé—. No creo que ir al médico nos dé una solución. Nadie nos va a creer y menos si vas con ese vestido. —Era un vestido n***o de esos sin forma, que en una mujer quedaría suelto, pero sobre mi cuerpo el efecto era grotesco. Pese a la situación, me hizo gracia verme de esa manera—. Pareces un travesti trasnochado — añadí, señalándole s

