Plan A y B

2316 Words

El taxi nos dejó como la primera vez, en la puerta de Rosi en veinte minutos. Me alegré de ver de nuevo aquella lujosa residencia. La brillante idea de Joshua me había llenado de esperanza, pero no las tenía toda conmigo. Siempre había sido de carácter negativo, nunca confiaba al cien por cien en nada y eso me impedía en muchos momentos disfrutar las cosas con plenitud. Así que antes de bajar del taxi respiré hondo y me dije a mí misma que las cosas iban a salir bien, que Rosi podía ser la clave, recordando aquellas palabras que dijo cuando nos sirvió aquel vino que estaba deseando abrir: «Tengo un vino que arremolina el alma». —¿Preparada? —preguntó Joshua, apretándome la mano. —Sí, entremos de una vez, es la hora exacta —dije, respirando hondo de nuevo y mirando el reloj. Rosi nos rec

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