El Diablo

607 Words

Nunca pensé que una visita en la sala privada con Pilar Montenegro me dejaría tan agitado… y no por lo que hablamos. Esa mujer tiene algo que me enciende la sangre, algo que me distrae hasta del peligro que me respira en la nuca. Salió tarde hoy. Se quedó más de lo usual, hablando, mirándome con esos ojos que parecen querer leer mis pecados y mis deseos al mismo tiempo. Cuando la vi cruzar la reja de salida, me quedó un vacío raro. La noche cayó, y mi estómago me recordó que no había comido en todo el día. Caminé al comedor con esa calma de quien sabe que todos lo miran. Aquí, todos me saludan: —¡Qué hubo, Diablo! —me gritó uno. —A que sabe la doctora, ¿eh? —bromeó otro. Yo sonreía, porque aunque fueran chistes, todos sabían que algo había entre ella y yo. Ocho meses sin una mujer, y

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