—Narrado por Santiago Álvarez— Han pasado varios días desde que Pilar me dio la noticia sobre Lucía. No pude sacarme de la cabeza esas veinticuatro horas que el Capo le dio para hablar. Si sigue viva, es porque Javier todavía quiere algo de ella. Y eso, en este mundo, es como colgar de un hilo sobre un barranco. Aquí adentro, las paredes no solo son de cemento, son de silencio. Todo llega tarde, filtrado, distorsionado. No puedo esperar sentado. Si Lucía muere, se va con ella mi inocencia. Ella es la única que puede decir lo que realmente pasó… y sin su testimonio, el sistema me va a tragar entero. Esa mañana, después del desayuno, pedí hacer una llamada. Me la concedieron porque no era la primera vez que “negociaba” favores con los guardias. Marqué un número que no había usado en año

