―¿Cómo estás? ―Quiere saber la joven.
―Bien ―contesta él.
―¿Cómo se portaron los niños? ¿No dieron muchos problemas?
―No, para nada, están durmiendo juntos, Venían cansados.
―Me imagino.
Ema se va a la cocina a preparar el café junto a Scott y dejan a la pareja sola.
―Creí que te irías con Esteban hoy.
―No. No tenía sentido, Lucas no está en la casa y yo tengo todas mis cosas en mi departamento.
El hombre asiente con la cabeza.
―Sabíamos que esto iba directo al fracaso desde un principio ―se justifica ella sentándose a su lado.
―Lo sé, pero no por eso deja de doler.
―Es cierto.
El hombre toma la mano de Nicole y la aprieta con dulce firmeza.
―¿Por qué no nos merecemos un poco de felicidad? Yo sé que hice mucho daño en el pasado... pero lo he pagado con creces, incluso, antes de cometer todas las atrocidades.
―No es tu culpa, Cristóbal, las cosas son como son y esto es lo que nos tocó vivir.
―Tú no mereces nada de lo que te ha tocado. Nada.
―Tal vez sí, ya ves que ni siquiera he sido capaz de ver a mi mamá, le guardo rencor y no quiero nada con ella.
―Ella te hizo mucho daño, tú no estás obligada ahora a perdonarla, ya llegará el momento.
―¿Qué voy a hacer con esto que siento, Cristóbal?
―Nada, dejarlo guardado, como lo pensabas hacer antes que sucediera lo que sucedió.
―Pero es que ahora es tarde ―replica ansiosa―. Yo no quiero ser solo tu amiga.
Cristóbal se gira un poco y observa a su amiga, recorre con su vista todo su rostro.
―¿Y tú crees que yo sí? ―Alza la mano y acaricia la mejilla de la mujer que cierra los ojos al contacto―. Yo ni siquiera quería verte, ¿no lo recuerdas?
―Sí, si yo no hubiera insistido...
―Yo me alegro, tal vez no pueda estar junto a ti, pero al menos sé que me amas... y pude besarte.
Nicole abre los ojos y sostiene su mirada. No dicen nada, hace mucho que no necesitan decir nada. Sus miradas lo dicen todo y son más sinceras que las palabras que no se animan a salir.
•••
Esteban se da vueltas en la cama sin poder dormir. Nicole prometió volver a su casa y eso lo alegra, significa que todavía pueden tener una oportunidad de volver... Aunque le prometió a su madre no hacer nada que ella no quisiera. Pero si decidió volver es porque todavía queda algo de ambos, piensa el hombre intentando contener la emoción. Si su madre estuviera viva, le preguntaría a ella qué hacer, aunque si esto está pasando es precisamente porque ella ya no está. De otro modo las cosas seguirían igual. Ella lejos de él y él intentando controlar sus ansias de buscarla. Se lo había prometido a su mamá.
Y recuerda...
Luego de haberle confesado lo que había sucedido con su esposo y Esteban se había ido a su cuarto, Eloísa se sintió mal, su corazón no estaba del todo bien, aun así, decidió acostarse, creyó que solo era un malestar pasajero. Al día siguiente hubo que llevarla a la clínica. Su doctor de cabecera la derivó a un cardiólogo, aduciendo que sus problemas eran coronarios. El especialista confirmó lo que su colega había diagnosticado, el corazón de Eloísa venía fallando hacía tiempo, pero algo había hecho que se resintiera todavía más y ya no había nada más que hacer.
―¿Y un marcapasos, doctor? ―consultó Esteban al oír la noticia.
―No, hace mucho que tu madre sufre del corazón, lo sabes, si esa hubiese sido una opción, créeme que ya la hubiésemos tomado. No hay nada qué hacer, Esteban, lo siento.
―Pero eso ¿qué significa?
―Mira, tu madre tiene el corazón cansado. Puede durar un mes, máximo dos, no creo que sea más que eso. Cualquier emoción fuerte, también puede gatillar un ataque y su corazón dejará de funcionar. ¿Pasó algún mal momento, tuvo alguna rabia que desencadenara esto?
Esteban bajó la cabeza, sabía que la culpa era de él, por lo que, aquella misma tarde, fue a casa de Nicole a pedirle perdón de rodillas, tal como su madre le había ordenado, como una manda para que lo dicho por el doctor no se cumpliera. Y no la volvió a buscar, ni a llamar, mucho menos a molestar. Solo aquel día en casa de Bernardo se encontraron. La única vez. Luego de eso, la evitó por todos los medios. Hasta ahora.
Su madre duró más de lo esperado, bastante más. Pero ya no está. Se fue. Y aunque prometió no molestar a Nicole, la decisión de volver fue de ella. Él no dijo nada. Ni siquiera lo sugirió. Al contrario, él se iba a hacer cargo de todo con su hijo. A ella no la iba a inmiscuir. Ella lo hizo sola. Claro que en nombre a las promesas hechas a su mamá, no la iba a obligar a nada, simplemente la conquistaría día a día para ser la pareja que fueron antes. Ellos volverían a ser la familia que fueron, se casarían y todo tomaría el curso que nunca debió desviarse. Su camino y el de Nicole estaban unidos por la eternidad y no dejaría pasar esta oportunidad de volver sus vidas a la unión que jamás debió perderse.
Se levanta de la cama y se desliza sigiloso hasta su estudio donde, en un cajón con llave, guarda el anillo de compromiso que le regaló a Nicole hacía ya siete meses. Lo toma entre sus dedos y lo introduce en su meñique, apenas le cabe, queda atascado en la primera falange. Sonríe pensando en las delgadas y pequeñas manos de Nicole. Su mano casi se perdía ente las suyas cuando se las tomaba. Quiere volver a sentirla. Se soba la palma recordando la sensación de tenerla. Pero no se queda ahí. Recuerda su cuerpo, su cintura, sus nalgas y sus pechos. Rememora en su mente todas y cada una de las veces que hicieron el amor. Cada beso, cada caricia, cada gemido.
Se recuerda mordisqueando los dulces pezones, casi los puede sentir en su boca.
Asimismo, parece tener el sabor de su cuerpo en sus labios. Su lengua recorría cada centímetro de piel hasta la parte más recóndita. Su sexo explorado por completo. Sin pensarlo y completamente ido en sus recuerdos, coge su m*****o y comienza una masturbación lenta, trayendo a su mente la sensación de la boca femenina dándole placer y agonía. Aumenta la intensidad de su movimiento cuando se piensa entrando en ella. Lento, suave y vigoroso. Con fuerza y delicadeza, mirando sus ojos en blanco, sus manos empuñadas aferrándose a la almohada. Llegando al fin. A su fin. Suelta un gemido en su orgasmo provocado.
Solo en ese momento recobra el sentido, aún la sigue necesitando, desea su cuerpo, sus besos, su sexo.
Se dirige al baño del despacho y se da una ducha para quitarse la imagen de Nicole desnuda. Acaba de morir su madre y él...
Sale de allí para irse a su cuarto con una toalla enrollada a la cintura, no obstante, a mitad del pasillo, Miguel le corta el camino.
―¿puedo hablar contigo? ―le dice el hombre.
―Claro, Miguel, dime.
―Supe que Nicole va a volver a esta casa y tú se lo vas a permitir.
―Ella se lo ofreció a Lucas, no soy quién para decirle que no o negarle las puertas de esta casa.
―¿Por qué le ofrecería algo así a Lucas?
―Se lo dijo cuando él preguntó quién lo iba a hacer dormir de ahora en adelante.
―Claro, hace meses que no te ocupas de él y con la muerte de Eloísa, el niño se debe sentir perdido y solo.
―Yo no lo he descuidado.
―¿No? Te la pasas encerrado en tu despacho o en la oficina. Ya ni tiempo tenías para tu madre.
―No puedes decir eso.
―Así es.
―Mira, Miguel, mi madre acaba de morir, pienso en que ella está sola en ese lugar esta noche, que todo va mal y todo va a empeorar.
―Mira, Esteban, yo también soy hombre, con las mismas necesidades físicas que tú y no me digas que te bañaste porque tenías calor, mucho menos me digas que estabas pensando en tu mamá.
―No tienes ningún derecho...
―No nos veamos las cartas entre gitanos, Esteban, yo puedo quererte mucho, pero no me ciego a lo que tú eres ni a lo que haces, y lo que piensas hacer no está bien.
―¿Y qué se supone que voy a hacer?
―Aprovecharte de la venida de Nicole a esta casa.
―no sé qué dices, yo no pienso lastimarla de nuevo.
―No me refiero a eso, pero estoy seguro que tú vas a querer manipularla para que vuelva contigo.
―Como siempre debió ser.
―Si dejó de serlo, fue por tu culpa.
―No tienes que refregármelo en la cara.
―Te lo refriego porque tú ahora esperarás que ella te perdone, olvide todo y vuelva contigo como si nada hubiese pasado.
―Ella quiso volver, yo no la obligué ni la obligaré a nada, Miguel, no puedes pedirme que no aproveche esta oportunidad para arreglar las cosas.
―Eloísa no querría que le siguieras haciendo daño a esa muchacha.
―No lo haré.
―Esteban, ¿viste la cara que puso Nicole cuando le preguntaste si se vendría contigo ahora?
―No sé a qué te refieres.
―¡Su expresión era de absoluto terror! Y te puedo asegurar que en este momento está arrepentida, tal vez tomó una decisión apresurada, sin pensar. No la obligues a cumplir su palabra.
―¿Y qué le digo a Lucas? Él está ilusionado.
―Lo sé, pero hazte cargo, hazle entender que Nicole no puede quedarse aquí, que no le hará bien a ninguno de los tres. Y por otro lado, compórtate como un padre responsable, como el hombre que eras hace un tiempo atrás, que amaba a su pequeño y le dedicaba de su tiempo y su atención. Poco te duró el amor por el niño.
―Yo amo a mi hijo ―protesta Esteban.
―Pero no lo demuestras ―rebate Miguel.
―Él sabe perfectamente que lo amo.
―Lo sabe ¿por qué? ¿Se lo has dicho o se lo has hecho saber?
―Mira, Miguel, yo amo a mi hijo y siempre me he ocupado de él.
―No, Esteban, ahora que Eloísa no está, sabrás lo que es hacerse cargo de él. Hasta ahora, todo el peso recaía en mi mujer o, en el tiempo que estuviste con Nicole, en ella. Nunca en ti.
―Cuando quedé solo, me encargué yo de mi hijo.
―¿Cuánto tiempo, Esteban? ―pregunta con frustrada tristeza―. Uno días, un par de semanas a lo más.
―Bueno, basta, ¿sabes qué, Miguel? No creo que esto sea asunto tuyo, tú no tienes ningún derecho y, por último, esta es mi casa y aquí hago lo que quiero, así que no me molestes.
―Está bien, lo único que te pido, ya que no puedo meterme en tu vida, es que no deshonres la memoria de tu madre, no la decepciones más después de muerta, ya con bastante dolor se fue a la tumba.
―No lo haré.
―Lo harás si no sigues mis consejos.
―Buenas noches, Miguel ―se despide Esteban sin contestar y avanza por el pasillo rumbo a su cuarto.
Miguel menea la cabeza molesto por la situación y la actitud de Esteban.
Antes que este último entre en su cuarto, se detiene y se vuelve a Miguel, que sigue estático en el pasillo.
―Supongo que sabes que de mi mamá no tocarás un solo peso, Miguel.
El otro lo mira desconcertado. Jamás le importó el dinero de Eloísa, al contrario, él tenía su propio dinero, no tanto como ellos, obviamente, pero lo suficiente para vivir con comodidad los años que le quedaran.
―Nunca me importó su dinero, nos casamos con separación de bienes, por insistencia mía. Y si me casé con ella fue por sus principios, ella no quería vivir en concubinato, no para sacar provecho de la situación, así que no te preocupes, puedes seguir llenándote los bolsillos y vaciándote el alma ―replica Miguel dejando caer unas lágrimas de dolor y frustración, por lo mucho que faltará Eloísa en sus vidas.
Ella era capaz de manejarlo todo con firmeza de hierro y corazón de oro. Ahora que no está, nada volverá a ser igual.
Y Esteban se lo está demostrando.
•••
Ema y Scott se devuelven a la cocina al ver a la joven pareja tan cerca, saben que ellos están enamorados, aunque no se atrevieran a confesárselo ni siquiera para ellos mismos.
―¿Qué crees que pase, Scott? ―pregunta Ema preocupada.
―No lo sé. Nicole va a volver a casa de Esteban por Lucas, el problema es que él intentará seducirla y manipularla para que vuelvan y está usando al niño, ¿o crees que la escena que montó al retirarse solo con el niño, dando lástima, no fue para hacer sentir mal a Nicole y lograr que ella quisiera volver?
―Eso sería muy perverso, hasta para Esteban.
―Lamentablemente, Esteban ha sobrepasado límites que nadie creyó que sobrepasaría, ahora ya no sé qué creer.
―Entonces Nicole y Cristóbal...
―Si no se deciden a superar las barreras que los separan y si no piensan tanto en los demás, al contrario, piensan un poco más en sí mismos, mucho me temo que jamás logren ser felices juntos.
―Cristóbal ha sufrido demasiado.
―Lo sé... Y Nicole no se queda atrás.
―Quisiera ayudarlos.
―No sé cómo. Intenté hablar con Nicole, pero Esteban me interrumpió, está pendiente de cada paso que ella da.
―Pero ¿acaso va a seguir controlándola como antes?
Scott asiente con la cabeza. Los celos, Esteban no los superará fácil. Lo enceguecen demasiado y no le importa el daño que pueda llegar a hacer con ellos. Imagina cosas y así como las pensó las cree, luego no hay quien lo saque de su error.
―Es que si es así... ―Ema duda unos segundos―. Ella no debería volver con él, va a hacer de su vida un infierno.
―Ella está arrepentida, lo prometió sin pensar al ver al niño tan desolado, pero dudo mucho que Esteban quiera darle una salida.
―Debería, si es bien hombre, no debería obligarla a quedarse allí si ella no quiere. O al menos, si al principio lo hacen, por el niño, él no debería intentar nada con ella. Nicole ya no lo ama.
―Lamentablemente, querida... ―El hombre la abraza y la pega a su pecho―. La relación de Esteban con Nicole siempre fue más física. Nunca hubo detrás, ni comunicación, ni comprensión, mucho menos confianza.
―¿Me estás diciendo que era solo sexo?
―Para ella quizás no, buscaba una fantasía, pero él... A él no le importaba más que la química que existía entre ellos. Y no porque solo le importe su cuerpo, sino que juntos echaban chispas, nunca se ocuparon de trabajar su relación un poco más.
―¿Crees que con Cristóbal sea igual? ―La mujer se aparta y mira a su esposo. Él le sonríe con ternura.
―Claro que no. Es cosa de verlos, ellos ni siquiera necesitan hablar para entenderse, con una mirada se lo dicen todo.
―¿Por qué las cosas tienes que salir tan mal, Scott? El año pasado fue un año de mierda y ahora seguimos igual. ¿Cuándo se va a acabar todo este sufrimiento?
―Esperemos que pronto, querida. No hay mal que dure cien años.
―Es cierto, ya demasiado sufrimiento cargan ellos en sus espaldas para seguir sufriendo.
―Así es, todo esto tiene que pasar muy pronto.
―¿Y si no?
La pareja se mira con temor, Nicole y Cristóbal son demasiado jóvenes para tanto sufrimiento y tal vez, no sean capaces de soportarlo. Nicole sigue convaleciente, a pesar de estar mucho mejor, y Cristóbal... Ema ruega que no vuelva a sus andanzas de antaño, porque sabe que si lo hace, entonces lo perderá. Y no quiere eso.