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Ya no recuerdo cuántos mojitos bebí, digo, tenía una buena resistencia, pero el cuerpo humano tan solo llegaba a cierto nivel. Sin embargo, Jade había bebido lo mismo que yo y se encontraba fresca como una lechuga, como si solo bebiera agua mineral. De cualquier modo, a Jade ya no le importó el qué dirán de las personas, una vez se relajó, bailó, cantó a todo pulmón y bebió a mi mismo ritmo. Ver a Jade tan desinhibida me llenaba de alegría, al fin pude ver a la verdadera Jade, a la que le gustaba salir, sentirse libre, sin presiones ni preocupaciones. Tal vez esa era la Jade antes de casarse.
Sea como sea, la estuvimos pasando muy bien, incluso rechazaba propuestas a bailar. ¿lo pueden creer? Tenía hasta propuestas para bailar en este pueblo. Jade obviamente no recibía mucha atención por ser una mujer casada, yo los rechazaba porque no quería dejarla sola, tampoco no necesitaba de chicos para divertirme y porque, bueno, en mi mente solo me interesaba un solo hombre.
– ¿Vas a seguir negándote? Baila con alguno.
– No lo sé…Noche de chicas ¿recuerdas?
– No importa, es tú noche, celebramos tu nuevo trabajo.
– Solo es una entrevista, el trabajo no es seguro aún.
– Como sea, eres soltera, libre de divertirte.
– No lo sé, yo…
– Oh, viene uno muy guapo. Acepta.
No pude contestar porque Jade tuvo razón, sentí un toque en mi hombro y al ver de quién se trataba tuve que estar de acuerdo con mi amiga. El chico era guapo, rubio, fornido, alto y con tatuajes, sin embargo, no era correcto. No tenía cabello n***o, no tenía ojos marrones ni una mirada fría. “no, no, no, no vayas por ahí”
Sin pensarlo mucho acepté el baile de aqueo muchacho. Perdí mis reparos cuando comenzó a sonar “Vente pa´ca” de Ricky Martin y Maluma. Una vez fui a una discoteca donde tocaban música latina y lo amé. Esa libertad de movimientos, ese calor, quedé enamorada de la música y cultura, de la libertad de expresión. Así que cada que podía elegir no dudaba en ir a lugares latinos.
Dime si hay otro lugar
Para dejar mi corazón
Ay, tienes razón
Mejor ¿por qué no, nos vamos los dos?
Mis caderas se movían al sonido de la música. La música era sensualidad, la música era el lenguaje del cuerpo. Mis manos se posaron en el pecho de aquel chico y me di cuenta que no eran tan anchas como me hubieran gustado, pero no me importó. El chico respondió tomándome de las caderas y acercándome a él. mis pechos se pegaron a él y el suave aliento mentolado del chico pegó en mi rostro.
Bueno, ahí estaba la Abigail “cariñosa”, siempre que estaba algo bebida me volvía así, cariñosa, alegre y caliente. El chico se inclinó un poco para besarme, pero con una sonrisa coqueta, moví un poco mi rostro y me giré. Mi espalda chocó contra el pecho contrario y empecé a mover mis caderas. Mi compañero de baile me acercó más a él, pegando su entrepierna a mi trasero. Sin duda estaba duro, pero…no era tan grande como el de…
“basta, no vayas por ahí. Seguro necesitas liberar un poco de energía”
– Bonita ¿no quieres ir a un lugar tranquilo?
Alejé de mi mente esa imagen y me centré en mi pareja de baile, pero no se pudo porque de pronto sentí que alguien me jalaba. Pero ¿qué…?
– ¿Qué demonios estás haciendo Abigail?
Esa voz, de inmediato todo el alcohol que había tomado se esfumó. Miré hacia arriba y me tensé ¿qué hacía Benjamín ahí? Mis labios se abrieron y cerraron, mi cerebro no funcionaba.
– Amigo, consíguete la tuya, no puedes simplemente…
Benjamín no tuvo que decir nada, porque apenas mi ex compañero de baile lo vio, se esfumó entre la multitud sin completar su oración. Eso me cabreó ¿Cómo podía? Utilicé mi ira como fuerza y jalé mi brazo liberándome del agarre de Benjamín. Fulminé a ese hombre con la mirada y me fui a donde estaba una Jade pálida y confusa sentada y al lado un Ryan que le decía algo.
Me acerqué un poco preocupada por mi amiga y tomé su hombro, bloqueando a un Ryan culpable de la vista.
– Jade, ¿estás bien?
– Sí, solo ¿por qué están aquí Ryan y Ben? Ryan me dijo que hoy estaría con Ben en su oficina toda la noche ¿por qué me mentiría?
Su ceño se frunció en señal de confusión, yo también me encontré confundida. Ryan se notaba que adoraba el suelo por el que Jade caminaba ¿Por qué le mentiría?
– ¿Te ha mentido antes?
– No…no creo. Que yo sepa él nunca me ha mentido. Nunca me ocultaría algo…¿o sí?
– ¿Le avisaste que vendríamos aquí?
– No, solo le dije que pasaría la noche contigo.
Mis alarmas se encendieron apenas dijo eso. Por mi experiencia en infidelidades, esa era la primera señal de que ese hombre algo ocultaba. Jade debía haber visto mi rostro porque se puso más pálida. Iba a calmarla, a decirle que no nos precipitemos, pero una mano se posó en mi hombro.
– ¿Qué hacen aquí?
La voz profunda de Benjamín resonó por encima de la música. Respiré profundamente, tratando de preparar mi mente para verlo. No merezco menos, soy digna de querer, soy digna de amar y ser amada. De encontrar mi felices para siempre. No dejaré que un imbécil me diga que soy menos que digna. No dejaré que ese imbécil me prohíba bailar o incluso follar con quien yo quiera. Soy libre de vivir mi sexualidad segura como me parezca. Tú puedes, tú puedes, tú puedes. Soltando un suspiro di la vuelta, me aseguré de ponerme al lado de mi amiga, lejos del toque de ese hombre y lo vi, recién lo vi de verdad. Ambos estaban con trajes formales, parecían dos ejecutivos saliendo de un arduo día de trabajo. Ryan traía un traje gris con corbata roja y Benjamín estaba perfecto usando un traje n***o a la medida. Miré sus ojos oscuros y por un segundo quise perderme en ellos, pero las palabras que me dirigió hace una semana aún estaban frescas haciendo que mi ira bullera lentamente, eso sumado al numerito que me hizo en la pista de baile hacían que yo sea potencialmente peligrosa en este momento.
– La pregunta es ¿qué hacen ustedes aquí? ¿no que iban a estar en tu oficina?
Crucé mis brazos y mis pechos se alzaron más, por un momento la mirada de Benjamín bajó a ese lugar. Un calor dulce se alojó en mi centro, pero lo ignoré. No era momento de ponerme cachonda.
– Jade, amor. No es lo que parece, tuvimos una reunión de emergencia con el dueño de la discoteca y recién salimos.
Muchas coincidencias, muchas excusas. Examiné a Ryan a partir de ahora llamado el “sospechoso”. El sospechoso parecía nervioso, muy nervioso para ser lo normal. Si era una reunión de emergencia ¿Por qué no mandarle un mensaje? El sospechoso no esperaba ver a su esposa aquí, un lugar que fácilmente podría usar para hacer sus “negocios sucios”. Ryan pareció darse cuenta de mi mirada porque se negó a devolvérmela.
– Jade, ¿continuamos nuestra noche de chicas en mi casa?
Mi amiga pareció entender mi punto así que solo asintió. Me puse mi chaqueta y tomé mi cartera. Benjamín y Ryan estaban mirándonos fijamente sin hacer nada hasta que salimos del bar. Ahí fue cuando todo cambió.