ABIGAIL
05 de marzo
– Abi, cuanto lo siento. Ben normalmente no se comporta así.
– No te preocupes Jade, no fue tu culpa.
En cuanto vi a Jade en el gimnasio se disculpó como si ella fuera la que prácticamente insultó a mi madre y de paso a mí. Cuando llegué a casa me puse a repasar nuestra interacción, buscando tal vez alguna falla que yo haya tenido para que él tenga esa reacción hacia mí, pero no encontré nada. Me comporté muy bien…hasta que el idiota guapo abrió la boca.
Sin duda él era el verdadero “nunca juzgues un libro por su portada” y claramente la portada de ese tal Benjamín era hermosa, pero su contenido era horrible. Al final me dormí llegando a la conclusión que era su pérdida y que yo no me merecía eso, que, si lo llegaba a ver nuevamente, lo ignoraría…pero fue difícil porque apenas entramos al local nos encontramos con la sorpresa que tanto Ryan como Benjamín estaban ahí entrenando.
Al mirar a una Jade sorprendida supuse que ella tampoco sabía sobre esto. Benjamín tenía un polo que se pegaba deliciosamente a su cuerpo mostrando el buen trabajo que había hecho. “una tableta de chocolate, es una puta tableta de chocolate” me quedé observando cómo sus bíceps se contraían por el esfuerzo del ejercicio.
Hice acopio de toda mi fuerza de voluntad y concentré mi mirada en Jade quien observaba a su esposo como si estuviera a punto de comerlo ahí mismo. Iugh. Digo, es normal, pero es mi amiga y no necesitaba esa imagen en mi mente.
– Iré a caminadora, tomate tu tiempo, piyina.
Reí ante la respuesta nerviosa de Jade quien se sonrojó. Era divertido ver cómo al menos una de nosotras era feliz.
Inmediatamente sentí una mirada en mi espalda apenas llegué a mi destino, no supe cómo, pero estaba segura que Benjamín era el que no me dejaba de mirar. Con las manos temblorosas puse mis auriculares poniendo música y encendí la maquina y comencé, al principio caminando para ir calentando. La primera canción que se reprodujo fue Dear future husband de Meghan Trainor. Casi solté a reír cuando esa canción sonó. Esa artista era una de mis cantantes favoritas desde “all about that bass”, me gustaba el hecho de encontrar una mujer que aceptaba sus curvas y cantaba sobre eso.
…So don´t be thinking I´ll be home and
Making apple pies
I never learned to cook
Sing along write a hook…
Esa canción me motivaba, era como mi terapia de motivación personal, sobre lo que quería de mí y para mí, quería a alguien que fuera mi compañero, no mi superior. Que no me criticara por mi forma de ser y vestir porque yo no lo haría, que me apoyara en mis sueños y yo lo haría con los suyos. Alguien al que llamara mi hogar porque él sería el mío. “no merezco menos, soy digna de querer, soy digna de amar y ser amada. De encontrar mi felices para siempre”
La cinta fue acelerando y yo fui acelerando mi paso, fui cantando concentrada en la canción y mi carrera, poco a poco esa mirada que sentía fue desapareciendo, todo desapareció y solo estábamos la canción, la caminadora y yo contra el mundo. No importó si estaba agitada, si el sudor comenzaba a cubrir mi piel, si mis mejillas se teñían de un rojo manzana.
Una mano se posó en mi antebrazo y yo salté haciendo que me tropezara, como la cinta seguía corriendo fui hacia atrás, ahí iba una caída vergonzosa. Benjamín vería eso y me miraría más desdeñosamente, cerré los ojos para no ver reacciones y esperé.
Esperé.
Seguí esperando.
Y seguí esperando.
¿Dónde estaba el dolor? ¿el choque contra el frío y duro suelo? Había chocado sí, pero no contra un frío suelo, sino contra algo duro y caliente. Abrí mis ojos y ¿eso era un pecho? Subí mi mirada y oh-oh, no era un pecho común, el que me sostenía era el pecho de un Benjamín con el ceño fruncido, sus manos rodeaban mi cintura y yo solo quería saltar sobre él. ¿pero qué le pasaba a mi cuerpo traicionero? Benjamín murmuraba algo, pero no entendía qué. Demoré unos segundos en darme cuenta que aún tenía los auriculares puestos y que otra canción estaba sonando.
Despertando de mi aturdimiento retrocedí al mismo tiempo que me quitaba los auriculares.
– Oh, perdón. No te escuché ¿qué me decías?
– ¿En serio tienes tan poca noción del peligro? ¿te das cuenta que alguien podría haberte hecho cualquier cosa y tú no te habrías dado cuenta?
– ¿Perdón? Yo estaba tranquila si alguien no hubiese tocado mi brazo.
– Ese es mi punto, llegué a tocar tu brazo con tanta facilidad que no te diste cuenta, estabas desprotegida.
– ¿Fuiste tú? ¡casi provocas que me caiga!
– Y te salvé, deberías estar más agradecida.
– ¡Si no hubieras venido a asustarme yo no me habría caído!
Mis manos estaban en mis caderas, señal de mi enojo ¿cómo se atrevía? ¿cómo alguien podía ser tan sexy y a la vez provocar que quiera rodear mis manos en su cuello y no de la buena manera? Cerré los ojos y respiré, “calma, debes mantener la calma”
– Mira, Benjamín. Yo no tengo nada contra ti, no sé qué te hice para que me trates como si hubiese hecho lo peor del mundo. Apenas me viste y me empezaste a tratar como la peste, no me merezco eso. Soy consciente que probablemente vamos a tener que vernos seguido porque Jade es mi amiga y no la voy a dejar por ti. Así que mientras tengamos que vernos te pido que, si te molesta tanto mi presencia, no me mires, no me hables y me ignores, así como yo te ignoraré.
Bien, eso fue genial. Para dar más dramatismos a mis palabras planeé en irme, pero no llegué muy lejos. Benjamín me llevó a rastras a una habitación. Intenté detenerlo, lo juro, pero el hombre parecía un toro enojado.
– Pero, pero ¡qué te pasa! Estás loco o…
Siempre que leí sobre el típico chico que acorrala a la protagonista en una pared o puerta se me hacía una idea tonta y absurda. ¿cómo podría ser eso sensual?