Capitulo 23

1544 Words
—Anda ya, no seas tan dramático, Aleron. Admítelo, fue una obra maestra de la actuación. Además... —Hizo una pausa, mirándome con una sonrisa pícara—. Que solo tú puedas disfrutar de los chicos guapos me parece increíblemente injusto. "¿Injusto?", respondí con incredulidad. "Injusto es tener que cortarme mi precioso pelo para escapar de un compromiso forzado". Silvy me miró fijamente por un segundo antes de soltar una risita. "Tienes razón. Era precioso. Pero el pelo corto también es sexy". No pude evitar sonreír levemente. "Gracias amigo..." dije sarcásticamente. El descapotable aceleró al descender por la sinuosa carretera que conectaba la academia con la ciudad. El aire fresco de la noche me azotó la cara, trayendo consigo un aroma fresco a tierra húmeda y árboles centenarios. Los faros del coche iluminaban los árboles a lo largo de la carretera, proyectando sombras alargadas y retorcidas que danzaban en cada curva cerrada. —¿Sabes una cosa, Aleron? —preguntó Silvy al cabo de un rato, con un tono más tranquilo—. A veces olvido lo hermosa que es esta vista. Miré hacia el horizonte. Abajo, la ciudad extendía su manto de luces brillantes, centelleando como estrellas fugaces. Las avenidas principales parecían ríos dorados, y desde allí, todo parecía tranquilo, como si el caos de mi vida no pudiera alcanzarme en ese momento. "Sí...", respondí en voz baja. "Es fácil olvidar lo hermosas que pueden ser las cosas cuando sientes que el mundo se te viene encima". Silvy me miró brevemente, pero no dijo nada. Solo sonrió suavemente, un gesto que no necesitaba palabras para ser comprendido. A medida que nos acercábamos a las afueras de la ciudad, los edificios se multiplicaban, las calles se ensanchaban y las farolas iluminaban las esquinas con luces amarillas y blancas. A esa hora, el tráfico era casi inexistente, pero aun así, algunos coches pasaban a toda velocidad. "¿Listos para esta noche?", preguntó Silvy mientras reducía ligeramente la velocidad al entrar en la zona urbana. "No lo sé", respondí con sinceridad. "¿Qué debo esperar exactamente?" "Diversión, risas, chicos guapos con ropa ajustada...", enumeró, levantando un dedo por cada punto. "Y probablemente muchas oportunidades de meterse en problemas". "¡Exactamente!", respondió con una sonrisa radiante. "Esa es la mejor parte". Pasamos por otras discotecas llenas de luces de neón y filas de jóvenes esperando para entrar. El bullicio era palpable, incluso desde el coche. Finalmente, giramos por una calle más ancha y llegamos a Moon Rise. El club era una estructura moderna con enormes ventanales oscuros y un brillante letrero de neón azul que iluminaba la silueta de una luna creciente. Afuera, una larga fila de estudiantes de diferentes academias esperaba para entrar. Se oían risas, voces fuertes, música que se filtraba desde el interior y el inconfundible aroma a perfume caro mezclado con alcohol. —Bienvenido a Moon Rise, novio —dijo Silvy dramáticamente, mientras estacionaba el auto en un espacio reservado justo al lado de la entrada principal. "No me vuelvas a llamar así", gruñí mientras me desabrochaba el cinturón de seguridad. Silvy soltó una risita al bajar del coche. El aire estaba lleno de energía, un zumbido invisible que me erizó la piel. "Vamos, Aleya...", dijo Luna en mi mente. "Solo sobrevive esta noche". -No ayudas, Luna. Silvy me tomó del brazo con confianza al acercarnos a la entrada. Los guardias apenas la miraron antes de dejarnos pasar directamente, gracias a sus contactos, que, por supuesto, tenía en todas partes. Dentro, la música me latía con fuerza en el pecho. Luces de colores danzaban en el aire, los cuerpos se movían al ritmo de la música, y el olor a sudor, alcohol y feromonas era casi abrumador. "¡Vamos, Aleron!", dijo Silvy, guiñándome un ojo. "¡Es hora de divertirse!" Respiré profundamente, me ajusté la gorra y me adentré en la multitud, sintiendo el peso de las miradas curiosas sobre mí. Esta noche…sería un desafío. Moon Rise fue mucho más de lo que había imaginado. El lugar era una obra maestra del diseño moderno. Era una discoteca de varios niveles con balcones de cristal que ofrecían vistas panorámicas de la pista de baile principal. La planta baja era un océano de cuerpos en movimiento, donde estudiantes de seis academias diferentes se mezclaban bajo el resplandor parpadeante de las luces LED: Alpha, Deltha, Lycanis , Shadow Fang, Silver Claw y Moon Howl. Cada academia tenía su propia reputación, su propia jerarquía, pero aquí… aquí, todos parecían iguales. El imponente techo estaba decorado con paneles de luz LED que cambiaban de color al ritmo de la música, y varias pantallas gigantes mostraban efectos visuales sincronizados con cada bajo. Elegantes escaleras doradas serpenteaban por los bordes del club, conectando los niveles superiores con la pista de baile. Las secciones VIP ocupaban los niveles más altos, con sofás de cuero, mesas iluminadas y cortinas semitransparentes que aportaban un aire de exclusividad y misterio. El olor era una mezcla embriagadora de perfume caro, alcohol y sudor, mientras el bajo de la canción que sonaba en ese momento palpitaba en mi pecho. ET de Katy Perry y Kanye West envolvió el ambiente. "Ki -ki -bésame Infectame con tu amor y lléname con tu veneno…” "¡Guau!", exclamó Silvy, con los ojos como platos mientras se daba la vuelta para contemplar cada rincón del lugar. "¡Este lugar es increíble!" —Sí, es una locura —respondí, todavía incapaz de apartar la mirada de la abrumadora estructura. En la pista principal, chicos y chicas se movían con una confianza abrumadora. Las chicas llevaban vestidos ajustados que brillaban bajo las luces, y los chicos vestían con un estilo informal pero claramente calculado. Cada grupo parecía formar su propio ecosistema, y me sentí como pez fuera del agua. "Eres tan hipnotizante ¿Podrías ser el diablo? ¿Podrías ser un ángel? Mis ojos se elevaron hacia los balcones principales. Silvy también lo notó porque sus labios formaron una pequeña "o". Allí, descendiendo lentamente por las escaleras doradas e iluminadas, llegaron. Cassian, Axel y Lucien. Fue como si el tiempo se hubiera detenido, como si toda la discoteca hubiera coreografiado su entrada. Los tres bajaron con una confianza que rozaba la arrogancia, pero nadie podía negar que dominaban la escena con una presencia casi irreal. "ADN diferente No te entienden…” Cassian estaba a la izquierda, con una ajustada chaqueta de cuero negra sobre una camiseta blanca que dejaba al descubierto su escultural pecho. Su cabello castaño estaba estratégicamente despeinado, y sus botas negras resonaban ligeramente a cada paso. Axel estaba a la derecha, con una camisa de seda azul oscuro, medio abotonada, que dejaba al descubierto parte del pecho. Llevaba las mangas arremangadas hasta los codos y sus pantalones negros le sentaban a la perfección. Su cabello rubio le caía rebelde sobre la frente, y sus ojos azules escudriñaban a la multitud con una chispa de diversión. En el centro, liderando el descenso, estaba Lucien Reinhardt. Vestía una camisa negra ajustada de cuello en V y una chaqueta de cuero, que dejaba ver la piel pálida de su cuello y el inicio de su definido pecho. Sus pantalones oscuros completaban el look con un aire de elegancia y peligro. Sus ojos grises miraban al frente, fríos y calculadores, como si nada ni nadie pudiera afectar su paso. El mundo a mi alrededor pareció desvanecerse mientras las veía bajar las escaleras. Era como si las tres fueran esculturas griegas que cobraban vida, dioses del Olimpo descendiendo para mezclarse con los mortales. El aire a su alrededor crepitaba con energía; las miradas se volvieron hacia ellas, los susurros se hicieron más fuertes, y las chicas más cercanas a las escaleras se retorcían en su sitio, desesperadas por hacerse notar. —¡Madre mía!... —murmuró Silvy a mi lado, con la mirada clavada en ellas—. Son increíblemente sexys. ¡Qué suerte tienen! Tragué saliva con dificultad, sintiendo un nudo en el estómago. Por un instante, Lucien giró la cara hacia mí, pero sus ojos me atravesaron como si fuera un fantasma, un simple e insignificante insecto. Cassian y Axel no eran la excepción. Sus miradas nos recorrieron a Silvy y a mí sin detenerse ni un segundo, como si fuéramos parte del paisaje. "¿Viste eso? Me ignoraron", dije en voz baja, un poco ofendido. "¡Al menos podrían haberme mirado a los ojos! Solo soy una mosca en su radar". "Vamos a cambiar eso esta noche", respondió Silvy con un bufido. Los tres llegaron al piso principal y desaparecieron entre la multitud, dejando tras de sí un rastro de miradas y suspiros. Seguí mirando el lugar donde habían desaparecido, sintiéndome más pequeño que nunca. Había algo en ellos —su forma de moverse, su forma de existir— que nos hacía parecer irrelevantes a los demás. "Bueno...", dije finalmente con un suspiro. "Eso fue... algo especial." Silvy me dio una palmadita en la espalda. "Vamos, necesito poner en marcha mi plan". Intenté sonreír, pero no pude quitarme la punzada de la frustración. "Por favor, no otro plan loco." Las luces cambiaron de nuevo, la música se hizo más fuerte y la multitud reanudó su energía frenética a nuestro alrededor.
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