Punto de vista de Aleron Corrí sin rumbo fijo, mi cuerpo se movía por instinto más que por decisión consciente. Las ramas arañaban mi pelaje blanco y el suelo temblaba bajo mis pasos desesperados. Sabía que no podía detenerme. No ahora. No cuando todos los machos de los alrededores podían olerme. Pero entonces, el dolor golpeó. Fue como si una ola de fuego explotara desde mi abdomen, consumiéndome por dentro. Me fallaron las piernas y un aullido desgarrador brotó de mi garganta: un lamento crudo y primario, lleno de agonía y desesperación. Me desplomé sobre una cornisa rocosa, jadeando con dificultad. Mi lobo intentó moverse, pero el calor abrasador era insoportable. “Luna…” “No… no puedo… no lo soporto más.” Su voz tembló en mi mente, débil e inestable. Mi corazón había empezado a

