Capitulo 2

1239 Words
—¿Qué ha pasado? —preguntó con curiosidad al notar la tensión entre Kishore y yo. —Nada importante —desestimó Kishore su pregunta y la reprendió—. ¡¿Por qué la cena aún no está lista?! —Bueno, Jhanvi me estaba hablando... —empecé, pero Kishore me interrumpió del mismo modo que lo hizo Nora. —¡Para ti es bhabhi... no Jhanvi! ¡Ahora es mi esposa! —me ladró. Jhanvi nos miró nerviosa a ambos y se excusó. —Voy a ver cómo está la cena. Miré a Kishore con el ceño fruncido un instante antes de encogerme de hombros, coger mi mochila y subir las escaleras hacia mi habitación. Estaba tan agotado que me dormí en cuanto toqué la cama. *** Me desperté sobresaltado unas horas después. Eran las diez de la noche y había dormido solo un par de horas. Había un plato de comida en mi escritorio, junto con una pequeña nota. En ella se leía: «Te preparé tu comida favorita, Jhanvi 'Bhabhi' :)». Leí la nota con una sonrisa y pensé que me ducharía antes de comer. Después de pasar todo el día viajando, odiaba sentirme sucio. Me quité la camisa y los vaqueros y me metí en la ducha. El agua me sentó de maravilla en la piel y suspiré con placer mientras me masajeaba los músculos. No esperaba volver a vivir con tanto lujo. Mi padre me había mandado a estudiar a otra ciudad la semana siguiente a anunciarnos que se casaba con su secretaria. Esa decisión lo cambió todo; yo solía ser el hijo predilecto, pero después de eso, me convertí en la oveja negra de la familia. Papá no me hablaba desde hacía tres años, y todo era diferente. Parecía que ahora Kishore y Nora llevaban las riendas de la casa y del negocio. Pero no iba a rendirme sin luchar. Necesitaba idear un plan para ponerlos en su sitio. Pero primero, necesitaba entender qué había pasado en los últimos tres años y necesitaba a alguien de mi lado que me ayudara. De repente recordé que había una persona que sabía todo lo que ocurría en esa casa. Alguien que sin duda estaría de mi lado, pasara lo que pasara. Salí de la ducha, me sequé y me envolví una toalla alrededor de la cintura. Empecé a rebuscar en mi bolso cuando oí que llamaban a la puerta. —¡Mira quién ha vuelto por fin! —oí una voz sensual. Me giré y vi a mi hermana mayor, Tara, en la puerta con una sonrisa pícara. —¡Tara! —exclamé sorprendido al mirarla—. ¿De verdad eres tú? Soltó una carcajada al verme tan avergonzado. —¡Por favor, ¿acaso no reconoces a tu hermana ahora?! En realidad, no podía culparme. Cuando me fui, Tara acababa de empezar su residencia en la universidad. Era guapa, aunque un poco rellenita. Además, solía vestir de forma muy sencilla y jamás se atrevía a maquillarse. ¡Pero aquí estaba absolutamente espectacular! Llevaba un top corto de seda blanca con tirantes finos que dejaba al descubierto su generoso escote y una minifalda diminuta que apenas le llegaba a la parte superior de los muslos. Me sonrió y arqueó una ceja. —¿Te gusta lo que ves? —Eh... sí... claro... —tartamudeé, intentando disimular que me había dejado sin aliento. —¡Buena respuesta! —se burló mientras entraba con paso tranquilo en la habitación—. Ahora, ¿dónde está mi abrazo? Sonreí y la abracé con fuerza, haciéndola girar con alegría. Ella rió y me devolvió el abrazo con fuerza, presionando sus grandes pechos contra mi pecho. Su vientre desnudo rozaba la toalla que cubría mi entrepierna, y sentí cómo mi pene comenzaba a despertarse de la excitación. —¡Joder, qué fuerte te has puesto! —dijo con admiración, acariciándome los brazos—. ¿Cuándo te pusiste así de fuerte? —Muchas horas en el gimnasio —dije encogiéndome de hombros con modestia—. ¡Pero te extrañé muchísimo! —¿Tampoco encontraste tiempo para llamar? —preguntó haciendo un puchero en tono burlón, mientras se liberaba de mi abrazo. —¡Lo siento, Didi! Sabes que no estaba en mis cabales. ¡Pero ya estoy de vuelta para quedarme! —sonreí. —Mmm... ¡bien! —murmuró, mientras deslizaba un dedo por mis abdominales—. Sin duda has ganado mucho músculo. ¡Me encantan tus pectorales! Tragué saliva nerviosamente mientras ella exploraba mi cuerpo. Era totalmente inesperado. No es que me molestara que mi hermana, tan sexy, me acariciara el estómago y examinara mi cuerpo. Deslicé mis dedos por su esbelta cintura, deteniéndome justo debajo de su ombligo. —Veo que tú también has estado haciendo ejercicio —dije mientras acariciaba su ombligo con los dedos. —Tal vez… —me miró con una sonrisa pícara antes de apartar la mirada rápidamente. Nos interrumpió el sonido de su teléfono. —¡Uy, es Raj! Me está esperando afuera para nuestra cita! —anunció, mientras tomaba su bolso y su chaqueta. Me echó un vistazo a mis abdominales marcados con una sonrisa pícara antes de salir de la habitación—. Esta noche me quedo a dormir en su casa, ¡así que no me esperes despierto, hermanito! Negué con la cabeza incrédulo mientras la veía contonearse seductoramente al salir por la puerta. ¡No podía creer que se hubiera vuelto tan provocadora! *** Me desperté bastante tarde al día siguiente y descubrí que todos, excepto Jhanvi, ya se habían ido a trabajar. Me duché, me vestí y bajé a desayunar. Jhanvi me saludó con una sonrisa radiante al entrar en la cocina. Hoy estaba guapísima. Llevaba un sari que se ajustaba a su cuerpo y realzaba sus curvas a la perfección. Su cabello suelto caía en ondas sobre sus hombros. Llevaba poco maquillaje y olía a rosas. Estaba cocinando algo y tarareando una melodía. —¡Eh, dormilón! —me dijo en tono de broma. —¡Hola, bhabhi! —respondí con picardía, y le pellizqué la mejilla. —¡No me llames así! ¡Suena rarísimo! —dijo entre risitas. —¿Cómo debería llamarte entonces? —pregunté riendo. —¿Y Jhanvi? —preguntó con una dulce sonrisa—. Igual que antes. Hice una pausa y pensé durante un minuto. —De acuerdo, entonces, Jhanvi, ¡así será! Se veía tan linda que no pude evitar pellizcarle la mejilla otra vez. Me apartó la mano con un gesto de enfado fingido, pero vi un atisbo de sonrisa en su rostro. —¿Intentas distraerme? ¿O tienes hambre? —me preguntó con una sonrisa—. El desayuno está listo. Nos sentamos y disfrutamos de la comida juntos. ¡Estaba deliciosa! Pero durante toda la comida, no pude dejar de mirar su cuerpo escultural y sus pechos exuberantes que se movían libremente bajo el sari. Jhanvi me preguntó si podíamos pasar tiempo juntos viendo algunas películas. Aunque me moría de ganas, ya había decidido poner en marcha mi plan de venganza, así que tuve que negarme. —De acuerdo —dijo, haciendo un puchero adorable, y se dirigió a grandes zancadas hacia la sala de estar—. Pero vuelve pronto. Me despedí con la mano mientras salía de la casa. Caminé por la calle hasta la casa de su hermana, Pooja Didi.
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