#La vida soñada#

1657 Words
La vida soñada. NARRA SASHA. Sonreí de triunfo al ver el funcionamiento de la empresa de los Santana. Finalmente, había quedado a mi nombre, me pertenecía por derecho al igual que la casa, era satisfactorio ver los frutos de tu plan. Amarré mi cabello en una coleta alta, llevaba unos aretes largos, un traje beige que resaltaban mis ojos verdes. Me mordí el labio cuando un leve recuerdo de Maya se aproximó en mi mente. Sasha por favor... Podía escucharla suplicar, llorar mientras le cortaba con el cuchillo despacio sus piernas. Sonreí, precisamente era su aniversario, un año de su muerte, bueno, de la muerte de todos: Mickey, Alexa, Rubi, la detective Reaga, Elena, El señor Salvatore, Mi madre, y Maya. Definitivamente había hecho una masacre ese día, acabando con siete vidas sin importarme un carajo. Todo estaba saliendo a la perfección. Consolaba a Dante, salía con él, era su confidente y mejor amiga, solo me tenia a mi y nadie más. Derex se había marchado lejos perdiendo todo contacto que me involucrara con él. La policía lo seguía buscando, culpandolo por la masacre que había yo provocado. Suspiré, pintandome los labios, saqué el celular para llamar a Dante, me desesperaba no saber su paradero. Repica... no contesta. Lanzó el teléfono al suelo. Maldita sea... Mi mente comienza a divagar de que tal vez pudiera estar revolcándose con alguien así sea por despecho, es el primer año de todo lo que aconteció por lo tanto le ha pegado como una patada en el estómago. Tenía que encontrarlo. Me subo al auto que he comprado con el dinero que le quité al padre de Maya, al pobre iluso y violador de mi progenitor, se merecía más, sufrir como la rata que era. Me dirijo al cementerio es el primer lugar donde Dante pudiera estar; corriendo voy en busca de las tumba de sus cercanos, entonces, compruebo que ciertamente había estado allí. Las rosas en la lápida de Maya me pone de mal humor. —Maldita bastarda, aún de muerta te odio tanto—le gritó a su tumba. Aplastando con mis tacones las flores que Dante le ha dejado—. Ojalá estés ardiendo en todos los círculos del infierno. Escupí en su tumba. Vuelvo a llamar... Nada... Insisto, no me canso de marca, necesito saber donde está... carajo, donde estás... —Aló. Respiro, finalmente puedo respirar. —¿Dante?—hablé con voz suave, gentil, no quiero sonar que lo he estado buscando, ni mucho menos molesta. Donde has estado mi amor... dime dónde estás, voy por ti. —¿Si?—su voz es ebria. ¿Estas bebiendo? —¿Donde estas?—pregunto impaciente. —Eh... no sé, estoy bebiendo mucho... estoy en el cielo ¿verdad? Escuchó una voz de fondo; es una mujer. El corazón se me detiene. ¿Estas con una mujer? no... imposible... te mataré puta. Respiré hondo para seguir hablando. —¿Donde estas?—mi voz es más amenazante. Dante sonríe con la mujer. —Quiero otro trago—dijo. Mi paciencia llega al límite apretando mis puños con fuerzas. Bastardo de mierda, los mataré a ambos, infeliz. Enciendo la GPS, trató de contactar por ese medio su celular. ¡Bingo! esta en Swinger. Subo al auto a toda marcha, conduciendo como una liebre en busca de su macho, mío, solo mío. Nadie me lo iba a quitar, ninguna puta se iba a meter en medio. Ha sido un año teniéndolo cerca, deseandolo mientras duerme, cuidándolo, velando sus sueños para que una resbalosa se entrometa. No lo permitiré... en lo absoluto... Dante era mío, solo mío. Mi amor, ya te voy a librar de las manos de esa serpiente. Llegué al club. Bajé del auto como si por dentro tuviera mil diablos. Caminé empoderada por todo el lugar observando las luces de varios colores reflejándose en mi rostro. Por un momento, la imagen de Maya cruzó en mi cabeza, justo en este perímetro la drogue para que Derex se aprovechara de ella. —Me recibes un trago para hacer las pases, ya sabes, "limar perezas"—sonrío Derex, mientras les observaba a un lado de la pista. Ya Derex, llevatela, pon la droga en la bebida... —No bebo nada de alcohol. —Oh vamos, solo por hoy. Y te prometo no volver a molestarte. Los veo coger el vaso de vodka. Sonrío, la virgen Maya ya no será virgen. —¡Salud! —¡Salud!—dijo. Bebe de un solo golpe. Quedo satisfecha, ha caído en la trampa. —Muchas gracias profesor Stank. —Pensé que te gustaba—soltó de repente. Esto se está poniendo interesante. Escucho todo, Derex tiene un micrófono instalado. —¿¡Perdón!? —Coquetebas conmigo y ahora te haces la desinteresada. —Nunca coqueteé con usted. ¡Estoy casada! —¿Y? Muchas mujeres les son infieles a sus esposos —peló los ojos—. Yo sé que te gusto. Te he pillado mirándome, deseando estar conmigo de la misma manera que quiero estar contigo. Oh, esto sí está interesante. Aparto esos pensamientos cerrando los ojos, todo me recuerda a ella y eso lo odio. Seguí caminando, finalmente encuentro a Dante bebiendo en la barra. Este hijo de la gran perra está coqueteando con esta zorra resbalosa. Apreto los puños, fingo una sonrisa. —¿Dante? —Sasha—sonríe, tosiendo—. Ella es Martina, mi amiga. —Tu amiga soy yo, vamos tenemos que irnos—me jaló de un brazo para pegarme a él. Percibí el olor basto de alcohol. —Estas ebrio. —No, solo estoy aliviando el dolor. —El dolor no se alivia de esta manera Dante, vamos a casa—lo sujeto con fuerza, sacandolo de ese bar asqueroso. Lo obligo a introducirse en el auto como un niño pequeño a regañadientes. Suspira... Sus suspiros me vuelven loca. Conduzco impaciente por la carretera, echándole varios vistazos. ¿por qué carajo no me miras Dante? estoy ardiendo en el infierno por ti... todo lo.estoy haciendo por ti, y te comportas de esta manera. Quiero desabotonarle la camisa, montarme en encima de él en hojarasca y menearme como cabello sin frenos hasta hacerlo gemir de placer. Mierda, estoy mojada, ¡necesito sexo ya!, ¡es urgente!. Cuando llegamos a la casa Salvatore, le obligo a meterse a la ducha. Se ríe por todo, para él es un juego, así lidia con la masacre que provocó su hermano Derex. Se desviste, le observó desde la puerta que está entreabierta. Su cuerpo, sus brazos, sus músculos. Cierro los ojos, le doy rienda suelta a mi imaginación. Le acaricio el pecho, besandolo sutilmente, buscando esa boca que me condena a pecar. Desciendo hasta su cuello excitada, montada en la nube de la lujuria. Bajo hasta su pene para tocarlo, metiendolo a mi boca lentamente, jugueteando con mi lengua como si fuera una chupeta, un helado. Sabe bien Dante, todo tú sabe bien. Quiero sentirlo adentro, completo, moviéndose sin ser cuidadoso, a lo salvaje, si, contigo quiero lo salvaje. Se me escapa un gemido cayendo en cuenta que me perdí en mi propia fantasía. Mierda... Miro la alcoba como una loca con la respiración echa un desastre, escucho la regadera botar el agua y que ese cuerpo escurpido por los dioses, desnudo, provocativo esta ahí, frente a mi. Desesperada comencé a desvestirme. Quité el sostén, el pantalón, las bragas, todo, quedando en pelotas como Dios me trajo al mundo. Suelto mi pelo. Mi clitori palpita, mi piel arde como el infierno. Camino despacio, abriendo la puerta del baño. Esta de espalda, enjabonandose su pecho. Veo por unos instante su culo. No eres inalcanzable mi amor... estas aquí, desnudo frente a mi. Le abrazo por detrás, percibo como se paraliza, sin embargo, no me detiene. Quieres Dante, quieres... Lo beso por la espalda como una gata en celos, rasguñandolo, marcado mi territorio. El se voltea mirándome a los ojos. Su pelo mojado me vuelve loca, todo él me lleva a la demencia. Devoro sus labios como un leon a despedazar a su presa. Mi lengua quiere entrar a las profundidades de su garganta. Soñé tantas veces con este momento que me parece irreal. Desciendo como loba hambrienta por su cuello, por su pecho hasta finalmente quedar de rodillas a él. Eres mi dios Dante... No hay nada que un hombre disfrute más que un sexo oral. Me lo llevo a la boca, sin apartar mi vista de él. Gime... me encanta que lo haga. Intensifico mis movimientos jugueteando con la lengua. Él jadea, lo veo convencido, entusiasmado. Atrapo sus labios nuevamente, y está vez me corresponde pegándome a la pared mojada, introduciéndose dentro de mi con desesperación, moviéndose deliciosamente. Jadeo una y otra vez, sin parar. —¡Que rico! sigue, no pares—jadeo hasta que viene dentro de mí. Sonrió satisfecha. Vuelvo a besarlo, él aparta su mirada, sale de la ducha en silencio. Lo veo desde el baño vestirse sin pronunciar una palabra, tengo la inquietud de sus pensamientos. ¿Que estás pensando Dante? me cogiste y no dices nada. Se acuesta en la cama, me pongo una de sus camisa sin bragas. —¡Te amo!—le susurro al oído, sigue sin decir nada. Supongo que necesita tiempo para asimilar que se folló a la mejor amiga de su mujer. Después de un año, finalmente te vuelvo a sentir. Sonrio de oreja a oreja, veridicamente, el sexo te pone feliz. Hay un ramo de rosas blancas en la sala, sonrió al verlas. Inspiro su aroma exótico. Veo una tarjeta del mismo color que las rosas. Pienso en Dante, en que tal vez la compró él, todo lo que tiene que ver con él me pone feliz, sonriendo la tomó para leerla: Mi risa se desvanece cuando leo la dedicatoria. Siempre pienso en ti. ☆☆☆☆☆☆☆ Así comenzamos esta novela. Van a ver escenas más 18 (bastante).
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